5. Otra vez de regreso

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Papá nos preguntó que dónde estábamos. Jake y yo le dijimos que habíamos estado con Worm y Dirty D, y perdimos la noción del tiempo. Se lo creyó y dijo que estaba bien.
Al día siguiente tomamos un baño, desayunamos deprisa y fuimos al bucle.

—Te agradó Emma, ¿eh?— pregunté pícara a mi hermano camino a la casa de Miss Peregrine.

—Es amigable. ¿Y tú qué me dices de ese sueño?

—¿Hablas enserio? Solo fue un sueño de Horace. Una pesadilla, tal vez.

Llegamos y tocamos la puerta. Quien abrió fue Bronwyn.

—¡Volvieron!

Alzó a Jake sin esfuerzo alguno, lo giró en el aire y entramos a casa.

—¿Jugamos?— Claire se acercó a Jake.

—Ah, claro.

Subimos las escaleras; ellos entraron a la habitación de Claire y yo me decidí a buscar a Emma, Victor y Olive. Quizá podríamos conversar de algo bueno.
Caminé por las puertas cerradas, hasta que pasé por la de Enoch, la cual estaba abierta y la curiosidad me hizo echar un vistazo.

—¿Qué quieres?— preguntó de mal humor mientras cosía un muñeco.

—Yo...ah...

—Fuera.

—Bien. Oye, por cierto, Victor y Bronwyn tenían un hermano mayor, ¿no? ¿Dónde está?

—¿No lo sabes?— me miró con una ceja levantada.

—No.

—Está en la habitación del fondo. ¿Quieres verlo?— preguntó con su voz ronca.

—Sí. Creo.

—Ven.

Caminó fuera de su habitación, se dirigió a la puerta del fondo y la abrió. Miré el interior de la habitación: había una cama la cual estaba cubierta por un velo. Ahí estaba John, acostado en la cama.

—Entra de una vez— apuró el chico con ropa anticuada.

Obedecí y me paré cerca de la cama. Enoch sacó un frasco con un corazón de debajo de la cama, abrió algunos botones de la camisa de John e introdujo el órgano.
Miré al chico, quien comenzó a respirar. De la nada se sentó en la cama, miré sus cuencas vacías y di un brinco hacia atrás.

—Hola, Erin— saludó moviendo su boca como una marioneta—. ¿Sabes qué me mató?

Se tiró de espaldas en la cama e Enoch le sacó el corazón y lo dejó dentro del frasco con líquido.

—¿Qué...?

—¡Erin!— llamaron desde abajo.

Di unos pasos fuera de la habitación cuando Enoch tomó mi muñeca y me detuvo.

—No se lo digas a Victor y Bronwyn. Se alteran a veces, cuando despierto a John.

Me deshice de su agarre y bajé las escaleras; todos estaban en la puerta.

—¿Enoch está contigo?— preguntó Miss Peregrine—. Daremos un paseo.

—Creo que está arriba...

Me uní a ellos y poco después bajó Enoch.
Caminamos por la orilla de la playa. El clima era muy agradable.

—Debo preguntar— dije a Victor, quien caminaba a mi lado—. ¿Mi abuelo era como ustedes?

—Era como tú y Jake. Pero no te preocupes por eso ahora, Miss Peregrine se los explicará después.

—¿Qué?

—En verdad, Erin. No es nada.

La caminata estuvo bien, a decir verdad. Aún me sentía algo fuera de lugar entre personas peculiares como ellos. Al llegar a casa, Miss Peregrine se apuró a preparar la cena mientras el resto jugábamos a las escondidas, a excepción de Enoch, quien subió a su habitación.

—¡Vengan ya que la cena se enfría!— apuró Miss Peregrine una vez que estuvo lista la cena.

Todos nos apuramos a sentarnos en la mesa; yo retomé mi asiento de la cena pasada.

—¿Sí hay autos voladores en tu época?— cuestionó Victor por lo bajo cuando comenzamos a comer.

—No— reí.

—¿Podrías traernos dulces?— pidió Bronwyn.

—Bronwyn— habló Peregrine—. No seas grosera.

—No, está bien. Creo que puedo traer algo de dulces.

Iba a tomar mi vaso de agua, pero no calculé cómo tomarlo y lo tiré, derramando el contenido en Enoch.

—Lo siento— dije apenada—. Te secaré.

Tomé mi servilleta y la pasé por su chaleco húmedo.

—Está bien, yo puedo hacerlo— dijo mientras me arrebataba la servilleta y se secaba él solo.

Volví a mi lugar y comí en silencio.

—¿Se quedarán a la proyección?— me miró Olive.

—No— contestó Jake—. Debemos volver temprano. Pero vendremos mañana.

—Podrían quedarse mañana a dormir— comentó Fiona.

—¿A dormir?

—Sí. Será divertido.

—Bien.

Terminamos de comer. Miss Peregrine fue a contestar una llamada, no sin antes pedirle a Emma y Victor que nos acompañaran mi y a mí al bucle.

—Hasta mañana— dijo Emma a Jake.

—Entonces, nos vemos mañana— se despidió Victor.

—Hasta mañana— sonreí y entré al bucle junto con Jake.

𝐌𝐢𝐬𝐬 𝐏𝐞𝐫𝐞𝐠𝐫𝐢𝐧𝐞 𝐲 𝐥𝐨𝐬 𝐧𝐢ñ𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐜𝐮𝐥𝐢𝐚 ► 𝑬𝒏𝒐𝒄𝒉 𝑶.Where stories live. Discover now