8. El armario para escondite

5.1K 397 180
                                    

—Gracias por el chocolate, Erin— agradeció Bronwyn.

—¿Hay alguno para mí?— se acercó Victor.

—Claro.

Le dí uno de los chocolates que compré en la tienda. Ya les había repartido uno a cada persona de la casa. Desde los gemelos hasta Miss Peregrine, pero faltaba Enoch, quien estaba debajo de de un árbol, cosiendo uno de sus muñecos.
Dudé en ir con él, pero mis piernas se movieron por sí solas.

—Hola— saludé apenas audible.

—¿Qué quieres?— preguntó sin levantar la mirada de su trabajo.

—Ah, yo...traje chocolates. ¿Quieres uno?— le tendí el dulce.

—No.

—¿Qué haces?

—¿No es obvio?— me miró molesto—. Hago un soldado.

—Oye, yo no tenía idea de ello— protesté.

Ignoró mi comentario,siguió con su labor y ceño fruncido. Tomé asiento frente a él y me dediqué a admirarlo: su piel era pálida, su nariz, y lo que más me agradaba era su cabello: quebrado, su flequillo peinado hacia la derecha.

—¿Sigue de grosero?— llegó Olive con su barra de chocolate.

Aparté la mirada de Enoch y sentí que mis mejillas ardieron.

—Ah...Iré con las niñas— dije mientras me paraba de mi lugar.

Di unos cuantos pasos, cuando me llamaron.

—Erin— habló Enoch y me giré a mirarlo.

—¿Sí?

—¿Podrías...? ¿Podrías dejar el chocolate?

Sonreí y regresé hasta donde se encontraba. Le tendí el chocolate y su mano tocó la mía. Una corriente eléctrica recorrió mi brazo y se centró en mi estómago.
Caminé al interior de la casa mientras me trataba de convencer que no me gustaba Enoch.

—Erin, vamos a jugar— Claire me tomó de la mano.

—Vamos.

Me condujo hasta su habitación, en donde estaban Bronwyn, los gemelos (que me daban miedo), y Victor.
Al parecer les facinaba jugar al té, ya que nos pasamos un buen rato bebiendo té. Incluso tuve que ir tres veces al baño.

—Hey— Millard entró a la habitación con Hugh—. ¿Jugamos a las escondidas?

—Jajaja. Para tí es fácil.

—Prometo jugar con ropa.

—Bien— Victor se puso de pie—. Preguntemos a los demás si quieren jugar.

No encontramos a Emma y Jake.

—Iremos por Olive— avisó Claire y se fue junto a Bronwyn hacia donde estaban Olive E Enoch.

—Enoch no juega, ¿o sí?— cuestioné mirando por la ventana.

—No. O quizá sí.

Enoch siguió casi a regañadientes a las niñas y Olive.

—Qué milagro— habló Hugh.

—¿No puedo jugar?— retó Enoch irritado.

—Está bien, tranquilo. Yo comienzo a contar.

Victor se recargó en la pared de la sala y comenzó a contar.
La mayoría subió corriendo las escaleras y entraron a alguna habitación. Yo entré en una al azar y encontré un armario. Entré sin pensarlo dos veces; estaba muy oscuro dentro.
Sentí que algo se movió detrás de mí; iba a soltar un grito, pero una mano me cubrió la boca.

—No hables— susurraron en mi oído.

Por la voz noté que era Enoch.
Genial, en las películas que veía, las escenas en los armarios no salían nada bien.
Retiró su mano de mi boca y traté de alejarme de él, pero estábamos apretados.
Su respiración me ponía muy nerviosa. Intenté alejarme; me moví hacia un lado, pero me tropecé con algo y terminé cayendo sobre Enoch.

—¿Qué dem...?

Las puertas del armario se abrieron y los ojos de Victor casi se salen de sus cuencas.

—Veo que estaban ocupados— se burló.

—No es lo que parece— aseguró Enoch y me hizo a un lado. Juraría​ que noté un tenue matiz rosado en sus mejillas.

—No quiero explicaciones— dijo Victor alzando sus manos.

—No fue nada— me levanté de mi lugar.

—Como digan. Mejor busco a los demás, ustedes sigan.

El chico salió de la habitación, dándonos solos a Enoch y a mí.
Él me miraba con el ceño fruncido, o estaba molesto o esa era su cara habitual.

En la cena no pasó nada extraño; Enoch comía con el ceño fruncido, los niños comentaban sobre qué haríamos al día siguiente y yo conversaba con Víctor. Era un gran amigo.

—¿Se quedarán?— preguntó Olive.

—No lo sé. Quizá papá se moleste, no le dije que no llegaríamos a dormir.

—No creo que se moleste— me dijo Jake—. Piensa que es sano el que tengamos "amigos".

Terminé aceptando; aunque no me hubiese quedado por el accidente en el armario con Enoch. Me sentía avergonzada, quizá pensaría que me gusta o algo.

𝐌𝐢𝐬𝐬 𝐏𝐞𝐫𝐞𝐠𝐫𝐢𝐧𝐞 𝐲 𝐥𝐨𝐬 𝐧𝐢ñ𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐜𝐮𝐥𝐢𝐚 ► 𝑬𝒏𝒐𝒄𝒉 𝑶.Where stories live. Discover now