Cinco

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Se le estaba comenzando a adormecer la espalda baja, se sentía sudado y no dejaba de darse golpes en la cabeza contra el espejo de los lavabos.

Habían cambiado de posición luego de estar apoyados contra la puerta, terminando Jimin sentando sobre los lavamanos y el chico frente a él.
El peliverde parecía que podía estar horas y horas embistiéndolo sin agotarse, pero Jimin ya se sentía totalmente muerto, gimiendo por pura inercia. Ya era la segunda vez que se venía y no podía más. Seguramente saldría arrastrándose de ese baño.

Pero...¿Por qué no le decía al peliverde que parara?

Bueno, porque no quería.

Le gustaba demasiado ver las expresiones que ponía y más aún cuando le miraba mordiéndose los labios, además del hecho de que no recordaba la última vez que tuvo sexo y quería disfrutarlo con aquel chico.

Era extraño, en ninguno momento se habían besado y Jimin moría por hacerlo, pero cada vez que lo intentaba, el susodicho desviaba el rostro. Haciendo que el colorín hiciera pucheros y el otro sonriera de medio lado como respuesta.

Era sumamente incómodo estar sentado sobre el frío mármol, ya que su piel se pegaba a la superficie y le hacía doler cada vez que el pálido atentaba con fuerza su interior. Seguramente necesitaría más de una semana para recuperarse de él o un mes como mínimo.

— ¡Ahí..! – gimió con fuerza Jimin al sentir que nuevamente llegaría al orgasmo.

— ¿Ahí, bebé? – preguntó con una sonrisa el chico de cabello extravagante.

Este había pasado de llamarle gatito a bebé y eso hacia que el pelinaranja pensará que el pálido tampoco recordaba su nombre, así que no lo hacía sentir tan mal de haberlo olvidado.

¡Sí, sí! ¡Ahí! – Jadeó con más fuerza, sintiendo el característico hormigueo en su vientre y los escalofríos por todo su cuerpo.

— E-espérame...– Murmuró el otro en un gemido reprimido, aumentando la velocidad al tomarlo por las caderas. Además de unir aún más sus cuerpos.

Ambos gemían y jadeaban en un tono bastante alto, olvidándose por completo que se encontraban dentro de la biblioteca, importándole poco si los echaban y era lo más probable que ocurriera.
El peliverde comenzó a cerrar sus ojos, mordiendo con fuerza su labio inferior dándole a entender a Jimin que estaba acabando, por lo que él se dejó ir también.
Ambos liberándose casi al mismo tiempo, se fundieron en la maravillosa ola de placer que recorría sus cuerpos y los hacía sentir débiles, pero enormemente satisfechos.
El chico pálido no tardó en caer a los brazos del colorín, abrazándole y recuperando el aliento por todo el esfuerzo que había hecho. Por su parte Jimin comenzaba a preguntarse si podría caminar o no.

— ¿Estás bien? – preguntó el peliverde apoyado en el hombro del que estaba sentado.

— S-si...s-supongo... – tartamudeó ante la mirada felina y coqueta que lo observaba desde abajo. ¡Dios! Se sentía como si le hubiera entregado su alma al diablo al ver ese rostro tan perfecto.

El chico rió suavemente y se separó por fin del cuerpo cálido de Jimin, dejando a la vista el desastre que habían hecho.
Definitivamente debían limpiar todo el resto de fluidos que había en los lavamanos, suelo e incluso en los muslos y abdomen del pelinaranja, provocando una mueca de disgusto en ambos rostros.
El peliverde con cuidado ayudó a bajar al otro de los lavados, claramente divertido por las muecas de dolor que hacía. Dejando más que en evidencia que no podía caminar bien y que todo le dolía.

Who are you? | YM 🍊🥝 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora