Desnudando al Alma

La del Aura Tímida y los Labios Sugerentes

Oculta, detrás de su pelo, de su mirada, de sus manos que una y otra vez iban a parar a su cara, como no tener ganas de desentrañar que escondía con tanto esmero, es difícil no sentirse cautivado por el misterio, que es la perdición mas grande del hombre.

A su alrededor es sencillo estar, no parece que se esconda a simple vista, pero lo esta haciendo, su aura es difícil de tocar y ella se encarga de mantenerla fuera del alcance de los demás, entonces es cuando me planteo que busco en realidad,  deseo penetrar sus defensas por lo que yace en el fondo o por el placer de saciar mi intriga.

Al final, la razón no es tan importante como el objetivo, es una no tan sana obsesión, un reto, pero porque, por curiosidad, intriga, orgullo, no, todo empezó en su boca, allí fue que me di cuenta que era inevitable verme envuelto en aquel enigma.

Son sus labios, es culpa de ellos, la forma en que se entrejuntan para dar paso no a una sonrisa sino a un leve gesto, que representa tantas cosas, ese pequeño regocijo y sutil satisfacción que simbolizan, es una llamada a las armas, una incitación desmesurada a escudriñar en su boca, en sus ojos, en sus mejillas, en toda ella.

Y allí empezó mi problema, una dualidad conflictiva que me dejaba indeciso y agotado, prefería a la chica tímida, al esquisto misterio andante, cuya vergüenza y timidez son tan encantadores o prefería la chica de la sonrisa cerrada, a la insinuación errante, cuya complicidad entre duda y tentación te deja estupefaciente.

No había que elegir, eran la misma persona, dos sentimientos distintos que cohabitan escondiéndose entre si, y entonces lo note, siempre fue obvio, siempre estuvo a la vista, solo que yo no me di cuenta, eran ambas cosas, era la manera en que dos polos opuestos encajaban perfectamente en su mirada, la forma como dos elementos disonantes trabajaban unidos para formar su carácter y personalidad, no había nada oculto a la vista, solo al observador.