Capítulo 29: Amor

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Solo veía el blanco lienzo de un páramo abandonado. Solo veía blanco a todo mi alrededor. Se miraba abandonado en realidad, como si fuese un lugar más allá de la vida, fue cuando recordé que había recibido un balazo. Y lo último que recuerdo fue que Sylvia estaba ahí, llorándome y que la capilla se había convertido en un campo de tiro. Fue cuando me arrodillé por el pesar de lo que había pasado y empecé a sollozar, estaba muy herido tanto físico como mentalmente, me dolía mucho el pecho, literalmente como si me hubieran dado un balazo en el pecho.

Pero todo este blanco infierno se acabó rápidamente, volviendo a la vida tan pronto como había comenzado. Estaba en una camilla de hospital de una ambulancia, estaba quieta y no había nadie más. Fue cuando vi a Sylvia en su hermoso vestido de bodas, quien estaba sollozando. Pase mi mano hacía ella, en la pierna para ser exactos, solo para que ella se impactara y me viera ahí, vivo. Al verme me abrazo y lloro, dejando caer lágrimas en mí. No iba a quitarle su llanto ahora, ni decir nada, solamente quería sentirla a mi lado, sentir sus caricias, abrazos, sus lágrimas, todo realmente. Yo la abracé, colocando una mano en su nuca para acariciarla, haciendo que ella llorase más y más.

- Estoy bien Sylvia, todo estará bien... - Fueron las únicas palabras que se me ocurrieron.

Ella no dijo nada, pues suponiendo que estaba llorando un nudo en la garganta se le debió haber formado en ella. Y no la culpaba, ver a alguien casi morir debe ser doloroso, y más si es un ser querido.

Fuimos interrumpidos por el abrir de las puertas de la ambulancia. Fue cuando vi a una enfermera ahí parada, que rápidamente se subió para atenderme.

- Así que ya despertaste, tienes suerte de que realmente no te paso nada. La biblia que tenías en tu bolsillo te salvo la vida, solo fue un shock el que te paralizo. – Hablo dirigiéndose a mí, ignorando por completo el hecho de que Sylvia estaba recostada sollozando.

Yo solo asentí. Entonces sobreviví gracias a la biblia que me puse en el bolsillo, eh. Así que mi abuelo me está cuidando incluso en el más allá.

La enfermera rápidamente acomodo unas cosas, no puse mucha atención y después de eso se marchó. Ahora estábamos Sylvia y yo solos. Yo solamente esperé hasta que ella se tranquilizara. Paso un buen rato hasta que ella pudo tranquilizarse y hablo.

- Gracias... - Murmuro, apenas audible.

- ¿Perdón? – Pregunte.

- Gracias por no irte... - Murmuro en un hilo de voz. Casi quedándose a medias de la oración.

Yo solo asentí y la acaricié, la nuca lentamente, luego pase hacía su espalda un tanto descubierta gracias al vestido. Me enamoraba realmente todo de ella, sus cicatrices, las miradas que pone al verme, la forma en que ella me trataba. Es la persona con la que me quería casar realmente. Por un momento iba a hablar, pero vi que era innecesario pues ella todavía no se tranquilizaba, Sylvia estaba con respiraciones irregulares gracias al llanto que soltó anteriormente. Poco a poco ella estaba recuperando su compostura, hasta que se alejó con lágrimas en los ojos. Aproveche para poderle quitar las lágrimas que se habían formado en sus ojos. Ella se dejó, agradeciendo que lo hiciera. Después de esto, ella ya estaba más tranquila, sentada mirándome.

- ¿Y cómo están todos? – Pregunte por mi familia.

- Todos están bien Angel, todos corrieron lejos de la capilla. No creerás el caos que se hizo en la capilla, unos esclavistas entraron, disparando y queriendo matar a todos. Pero también estaba la OMAE, nadie salió herido en realidad. Más que los esclavistas...

- ¿Y por qué vendrían aquí? – Pregunte, aunque sabía que ella no conocía la respuesta.

Ella encogió los brazos por un momento, pensando.

- Probablemente porque me querían a mí a toda costa, quien sabe. – Era obvio que ella no sabía porque estaban aquí.

Solo lo deje pasar, no me importaba la pelea, solo me importaba que mi familia estuviese bien, y que Sylvia este bien, más que nada. Me levanté algo adolorido en el pecho por el impacto, hice muecas y me queje, preocupando a Sylvia quien estaba a mi lado, ella rápidamente se acercó a auxiliarme, pero le hice una seña con la mano para que no se preocupara.

Me levanté y salí de la ambulancia, con Sylvia por atrás, acomodándose a mi lado para que podamos caminar juntos, ella rápidamente me agarro la mano para que pudiésemos caminar juntos. Al caminar vimos algunos soldados de la OMAE algo heridos, yo a quien buscaba era a mi familia. El pequeño campamento que habían hecho ya afuera de la iglesia para curar a los heridos era un tanto pequeño y cerrado, pero uno podía pasear sin problemas. Fue hasta que los vi, estaban en la puerta de la iglesia, al menos la gran mayoría. Tan solo los vi, me abalancé hacía ellos, extendiendo mis brazos y abrazándolos. Todos estábamos bien, todo iba a estar bien, un futuro juntos iba a ocurrir. Mis preocupaciones de que iban a estar muertos se desvanecieron al decirme que todos estaban bien, y que Sylvia ayudo a los pequeños después de haber dejado mi cuerpo inconsciente lejos del caos. Le agradecí eternamente.

Después de un largo rato, el padre accedió en casarnos de igual manera, pues el amor que ella y yo sentíamos era grande. Amos queríamos esto más que nada, ella quería pasar el resto de su vida conmigo. La esclava dejo de serlo, ahora era la princesa, mi princesa. La enfermera de esta pobre alma que vagaba sin rumbo.

Fue hasta que después del beso típico en las bodas, el sonido de la marcha nupcial se escuchó, indicando que se había acabado la ceremonia. Salimos de la capilla y ahora el cielo se pintaba en un negro pintado de blanco, con una luna blanca alumbrando todo. El hermoso cielo obscuro acariciaba nuestros ojos, haciéndonos ver el hermoso panorama que nos entregaba el cielo. El cielo despejado y las estrellas brillaban. Cargué a Sylvia en mis brazos para llevarla al carro, los dos, juntos por el resto de nuestras vidas.

Enseñando sentimientosWhere stories live. Discover now