Capítulo 8

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Era una foto de Thom besándose con no sé quién. Miré la foto extrañada intentando reconocer si era antigua. Pero me di cuenta de que el muy cabrón llevaba el collar que le regalé colgado del cuello. Aquel en el que tenía grabado que la distancia no nos iba a separar.

—Rebecca, ¿vas a venir o no?— gritó Drake desde el salón.

—No— contesté de vuelta.

Seguí observando la foto. Era una especie de tortura hacia mi misma. Me senté en el suelo y noté que lágrimas caían por mis mejillas.

—¿Qué ocurre?— preguntó Drake aún con el cojín en sus partes, aunque eso ya no me causaba gracia, pues me sentía destrozada, engañada y manipulada por mi ¿novio?

—Nada— contesté secando mis lagrimas con las palmas de mis manos—. Sólo me entró sueño— contesté y bloqueé el teléfono.

—¿Estás segura?— preguntó y entonces sollocé. Necesitaba soltar lo que tenía dentro.

O sea, esa foto podría ser de antes de que yo me fuera. Cuando yo seguía en la ciudad. Cuando supuestamente se iba con sus amigos. O cuando era el cumpleaños de algún familiar.

Noté una mano en mi espalda, acariciándome.

—Vete— dije.

—¿Qué?

—¡Que te vayas!— grité y, cuando él se fue, me levanté rápidamente para cerrar la puerta y me tumbé en la cama bocabajo para seguir llorando. Y seguí así hasta caer en los brazos de Morfeo.






Unos golpes me despertaron. Me refregué el ojo y vi que el Sol estaba entrando por mi ventana. Estaba agarrada a mi almohada. Volvieron a sonar los golpes.

—¿Rebecca?— preguntaron al otro lado de la puerta. Me limpié la baba que había caído y me incorporé.

—¿Sí?— pregunté sentándome con los ojos cerrados.

—¿Se puede?— preguntó. Reconocí la voz de Drake.

Me levanté rápidamente y me miré en un espejo que había colocado encima del escritorio. Retiré mi maquillaje sobrante y luego me di cuenta de lo que estaba haciendo. Me hice una cola alta y me dirigí a abrir la puerta.

—¿Qué?— pregunté borde.

—Buenos días, mapache— dijo riéndose de mi maquillaje restregado.

—¿Qué quieres?— pregunté con los brazos cruzados.

—Aún no han llegado, he ido a comprar café al Starbucks.

—¿Capuchino?— pregunté y seguro que notó como mis pupilas se dilataban.

—Menos mal que te gusta, porque compré ambos de ese— sonreí—. ¿Entonces quieres desayunar o sigues enfadada con la vida?— preguntó y yo asentí. Supuse que eso lo dejó desconcertado, así que salí y cerré la puerta detrás de mi, dándole a entender que iba a desayunar con él— No te lo he dicho, pero también compré croissants. Aunque no lo creas, sé cómo cuidar a una chica cuando está triste.

—¿Y eso de quién lo aprendiste? ¿De tu novia?— pregunté y me dirigí a una silla de la isla.

—De mi hermana menor— sonrió—. Y sé que eso era una indirecta para preguntarme si estoy soltero, y la respuesta es sí— me guiñó un ojo y se sentó enfrente mía.

—La verdad es que no me interesa en lo más mínimo.

—Eso dices, pero no es lo que piensas— dijo dando un sorbo a su capuchino.

—Si tú crees eso...— me encogí de hombros y cogí un croissant— ¿Por qué haces esto?— pregunté mientras daba un mordisco.

—Te vi mal, y además, soy hombre, no sé si sabes por dónde voy— dijo con una sonrisa pícara.

—No voy a tirarme a nadie de aquí— dije rodando los ojos.

—Eso está por ver— contestó encogiéndose de hombros a la vez que bebía un poco de su capuchino.

—No hay nada que ver, es la pura realidad, así que no te esfuerces.

—Si tú lo dices... ¿por qué estabas así anoche?— preguntó cambiando de tema.

—Tenía sueño — me encogí de hombros para sonar creíble, aunque no creía que funcionase, había que intentarlo.

—Ya, claro, y yo soy rubio — contestó sarcásticamente, pues su pelo era marrón como el café.

—Es cierto.

—Ajá.

—Que sí.

—Si no quieres decírmelo, no hagas que insista— y dicho eso, se levantó, tiró el vaso a la basura y se dirigió al sofá.

—¿Sabes? Hacerte el enfadado no va a hacer que te lo diga.

—¿No era que tenias sueño?— dijo sonriendo con el ceño fruncido.

—¡Uf! ¡Eres exasperante!— grité tirando el vaso a la basura para, a continuación, ponerme delante de él, tapando la televisión que acababa de encender. Se levantó y me retó con la mirada.

—¿Qué no tienes más adjetivos?— preguntó cruzándose de brazos.

—Inmaduro— dije repitiendo su gesto.

—¿Algo más?

—Prepotente, egocéntrico, estúpido.

—¿Sabes que más soy?— preguntó y, lentamente, retiró mi cabello por detrás del hombro y se acercó a mi oreja— Mujeriego— susurró y me dio un beso debajo del lóbulo. Me mordí el labio pero rápidamente lo empuje al darme cuenta de lo que realmente estaba haciendo.

—Tu novio no estará muy contento si te ve eso— dijo señalando mi cuello.

—¿Me has dejado marca?— pregunté tocando donde me había besado.

—¿Debería disculparme?— sonrió levantando una ceja— Ha quedado bonito, si te sirve de consuelo.

Entonces le pegué una bofetada. Acto siguiente, se acarició la parte dolorida y, de repente, se empezó a acercar a mi hasta que me arrinconó con la pared.

N/A: Holaaaa
Hasta aquí el capítulo de hoy. Espero que os haya gustado.
En multimedia: Drake.
Besos, tita Ángela.

Bad roomies (VCC#2)Where stories live. Discover now