Capítulo 25

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Llegamos a la fiesta en dos coches distintos: el de Alissa y el de Dylan.

Sin embargo, estos fueron conducidos por Alice y el otro por Dylan.

En el primero estábamos Alice, Drake, Aaron y yo, nosotras delante y ellos detrás. En el otro coche estaba la pareja para darle más espacio personal.

Alice iba vestida de animadora y Alissa de Wonderwoman, a conjunto de Dylan que iba de Superman. Mientras, Aaron iba vestido de pirata y Drake... bueno, él ya lo sabéis.

Yo decidí ponerme dos coletas a cada lado, dándome un toque de Britney Spears en "Baby one more time".

Bajamos del coche y nos dirigimos a la entrada. Había humo falso, luces y música por todos lados, aparte de adolescentes borrachos, fumados o drogados, era difícil de determinar. El suelo estaba lleno de los típicos vasos rojos y había gente saltando a la piscina. Entramos en la casa en la que a la izquierda había un salón y a la derecha unas escaleras. Al final del pasillo se encontraban tres puertas, las cuales estaban cerradas. Dylan y Alissa tomaron delantera, como si ya hubieran estado en la casa, así que los comenzamos a seguir y nos llevaron a una de estas tres puertas. Era la cocina. Había un barman detrás de una isla. Allí Alissa empezó a pedir seis chupitos y todos accedimos a tomárnoslos. Más tarde, yo pedí un roncola y me dirigí con Alice a perderme entre la gente.

Sin embargo, acabé perdiendo a Alice y me quedé en una esquina a la espera de encontrar a alguien que me conozca. Alguien se chocó conmigo y me tiró mi roncola encima.

—Lo siento muchísimo— me dijo un chico de ojos verdes y pelo rubio—. De verdad que lo siento— dijo alcanzando unas servilletas que tenía detrás. Me las dio e intenté limpiarme como pude—. Ven, te invito a un gintonic— me encogí de brazos y fui porque la verdad es que no tenía nada que hacer.

Mientras pedía hubo un chico que se me acercó y se puso a hablarme. Era majo y tenía acento extranjero, como de Rusia.

El rubio me extendió mi vaso y yo lo agradecí.

—¿Cómo te llamas?— me preguntó, alejándonos del chico ruso.

—Rebecca, pero me llaman Becca, ¿y tú?

—Dimitri— me dijo. Era un nombre ruso también, sin embargo no tenía acento como el otro chico.

Ya iba por la mitad de mi vaso cuando de repente alguien me cogió del brazo y me alejó del rubio.

—¿Qué haces?— pregunté, mirando a Drake.

—Se ha acabado la fiesta, nos vamos a casa ahora— me dijo. Quedé confundida e intenté zafarme de su agarre pero me era imposible. Una vez estuvimos delante del coche lo conseguí.

—Entra— me dijo, dando media vuelta para ir al asiento del piloto. Pero me quedé en la puerta.

—No— contesté borde, cruzada de brazos—. ¿Qué coño te pasa? O sea, he conocido a gente nueva y de repente vienes tú alejándome de ellos. ¿Qué vas a hacer? ¿Dejarme tirada en la carretera de nuevo?

—Vamos a casa, ahora.

—Que te he dicho que no.

—Han metido droga en tu vaso.

—¿Qué? No, no puede ser, me estás mintiendo sólo para que entre en el coche.

—Becca, por favor, confía en mi.

Y estaba en ese momento en el que una parte de tu cerebro dice una cosa, la otra parte dice otra y entre ellas se cortan sin acabar oraciones.

Pero al final, la seguridad es lo primero, así que me metí en el coche, aún no muy segura de lo que hacía. Drake también subió y nos dirigimos a casa. Cuando llegué me sentía muy bien, como que todo estaba genial.

—Venga, vamos— dijo saliendo del coche después de haber aparcado.

—Vale— me encogí de hombros sonriendo. Cuando bajé me caí por culpa de los tacones y empecé a reír. Me levanté y puse un puchero al ver mi disfraz ensuciado de barro. Alice se iba a enfadar conmigo.

—Ven, yo te cojo— me dijo Drake poniendo su espalda. De un salto me puse en su espalda y apoyé mi barbilla en su hombro mientras iba riéndome de vez en cuando.

Entramos en el ascensor y me reí al vernos en el espejo.

—Que bien nos vemos juntos— dije riéndome y luego sonrojándome por lo que había dicho. Drake agachó la cabeza aunque pude ver una pequeña sonrisa—. En verdad me podría haber quitado los zapatos y haber ido andando— dije una vez que ya habíamos llegado a casa, bajándome de su espalda. Pero en cuanto toqué el suelo, mis piernas temblaron y caí de nuevo.

Y yo, como una persona drogada, comencé a reírme. Era como cuando se te dormían las piernas y por mucho que quisieras mover las rodillas o los dedos de los pies, no podías.

Drake me volvió a coger en brazos y me dejó sentada en el sofá. Cogí el mando y puse la televisión. No tenía ganas de ver nada así que puse música. Poco a poco empecé a poder mover los dedos de los pies hasta conseguir mover las piernas. Pero me empezó a dar muchísimo calor. Empecé a bailar con la música que sonaba de fondo y me daba más calor. Así que en un momento de sofoco me desabroché la camisa que llevaba de estudiante y la tiré. Me quité también la corbata y, mientras Drake preparaba algo en la cocina me acerqué a él sigilosamente y le coloqué la corbata.

—Mira, así estás más guapo de lo normal— dije riéndome y volviendo al medio de la sala a seguir bailando. Me daba igual todo lo que dijera o hiciese. Al rato, acabé quitándome la falda y quedándome en ropa interior junto a las calzas que me llegaban a la rodilla. Cualquiera que entrara pensado que estábamos grabando una película porno.

—Toma, bébete esto, es para que la droga deje de hacer efecto más rápido— me dijo, dándome un líquido amarillo. Puse cara de asco al ver el vaso.

—Nah, déjalo, así estoy bien— dije alejándome un poco de él.

—Becca, tienes que bebértelo— me dijo serio.

—Ay, Drake, ¿qué no quieres pasártelo bien?— sonreí cantoneando mis caderas. Drake dejó el vaso en la mesa y de un momento a otro me cogió por la cintura, como si me estuviera abrazando. Yo al principio puse mis manos en su brazos y luego las fui subiendo hasta su cuello. De repente me tiró al sofá y se puso a horcajadas encima mía. Cogió mis manos con una suya sola y yo me empecé a reír porque Dios, estaba delante de un Dios griego.

Acercó su mano al vaso y me la colocó cerca de la cara. En ese momento no sabía si negarme a beberlo o aceptarlo, pero algo dentro de mí me dijo que lo tomase. Así que eso hice, mientras bebía, mis ojos seguían fijos en Drake. Los suyos estaban mirando como tragaba, para ver si realmente lo estaba tomando. Me lo acabé de una y entonces se levantó y oí cómo dejó el vaso en la pila.

—Venga, vamos a dormir— me dijo, extendiéndome la mano para levantarme del sofá.

Realmente estaba cansada así que no dudé en cogérsela. Me acompañó a mi cuarto y yo enseguida me tumbé en la cama.

—¿Me puedes pasar mi pijama?— pregunté, ya con voz somnolienta.

—¿Dónde está?— preguntó mirándome.

Le señalé la silla con mi dedo porque, seamos sinceros, ¿quién no tiene una silla con todos los trastos?

— ¿Está camiseta?— preguntó enseñándome una gigante de Friends. Asentí y me la lanzó.

—Ayúdame— dije. Se acercó a mi y me quitó las calzas para dejarlas luego en mi silla. Levanté los brazos y me puso la camiseta. Ahora mismo me sentía muy dependiente, pero me daba bastante igual—. ¿Te puedo pedir un último favor?— pregunté, recostándome de nuevo.

—Dime.

—¿Puedes quedarte conmigo hasta que me duerma?— y, tras unos segundos de pensar la respuesta, se tumbó y yo me recosté, abrazándolo con mi cabeza apoyada en su hombro—. Gracias— dije, sincerándome y poniéndome cómoda.

—No las des— me dijo acariciándome el pelo, el cual ya no llevaba las coletas después de bailar.

N/A: Holaaaa, hasta aquí el capítulo de hoy.
No me voy a enrollar mucho en la nota de autora gg.
Besos, tita Ángela.

Bad roomies (VCC#2)Where stories live. Discover now