I. ¿Quién eres?

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TAISSA.

—¿Pero qué me estás contando? —escuché decir a Matt tras mis espaldas, estaba sentada justo delante del gran ventanal que acompañaba a mi habitación, dándome el panorama perfecto de los trenes viajando a una distancia de 20 metros de altura para evitar el subterráneo.

   —Vamos, amor. Sabes que esto se está saliendo de control—se sentó a un lado de mí y juntos observamos la ciudad que yacía frente a nuestros ojos.

   Matt Johnson, mi novio de apenas 20 años. Observé su mentón, ya se estaba dejando crecer la barba y eso le lucía muy bien sobre su piel blanca, acompañaba perfecto a los ojos miel más preciosos del planeta y a su corto cabello castaño. Llevábamos medio año siendo pareja y me gustaba, cada día me gustaba más y más.

   —No, no veo qué está mal, Taissa. Esto es por el progreso, ¿no lo ves?

   —No, ¿tú no ves que nos estamos sobrepasando? Anda, echa un vistazo fuera. La tecnología ha creado cosas increíbles, autos que vuelan, computadoras que razonan por sí mismas, celulares con realidad virtual, ha creado televisiones que pueden doblarse sin necesidad de perder su esencia, ha fabricado androides que piensan por su cuenta. ¿Y qué me dices de la ingeniería genética? Ha modificado a seres perfectos, han alterado la estructura de los cromosomas para la creación de lo que llamamos perfección, han hecho clones de personas, han creado sus propias razas de animales... ¿y ahora quieren controlar el clima? El mundo se está volviendo loco, por favor dime que en ti aún queda un poco de razón... desafiar a la madre naturaleza es diferente a todo.    

   —Lo sabes bien, cariño. Estamos famélicos, necesitamos más —observé nuevamente a la ciudad. Todo parecía ser controlado por la tecnología y eso me oprimió el pecho.

   Nací en una era donde los seres humanos éramos controlados por la necesidad de descubrir cosas, nací en un tiempo donde se apostaban vidas sin miramientos, nací en una época donde todos se volvían locos por quién controlaba más que aquel otro, nací en un mundo donde la raza humana trataba de reemplazar a la naturaleza por cosas creadas. Dicen que la materia no se crea ni se destruye, únicamente se transforma; pero había nacido en una humanidad donde querían destruirlo todo y volverlo a construir únicamente para demostrar superioridad.

   Me había dado a la tarea de investigar sobre el pasado, sobre quiénes fuimos del 2072 para atrás... y daría lo que fuera por no haber nacido en esta era; en esta era de autodestrucción.

   Habíamos destruido por completo la capa de ozono y se habían creado un domo para la protección. Habíamos terminado con el agua potable y en su lugar había un agua tratada. Habíamos decidido terminar con todo lo genuino y sublime que podía ofrecer el planeta Tierra. La Tierra había dejado de existir como todos alguna vez la conocieron... la Tierra había pasado a ser una transformación humana.

   —Maldita sea, Matt. Entiende que no lo necesitan, no necesitan hacer más nada solo para lucir estoicos —reprendí. Él siempre había tenido el pensamiento más retrógrado referente a esto.

   —Es que no queremos claudicar...

  —¿No queremos? —repetí— Tú no eres parte de eso, tú solo eres un estudiante de Derecho. No te incluyas en esa bola de rufianes, por favor.

   Discutimos un rato más respecto al tema y la conclusión fue la misma de siempre. Nuestros puntos de vista no concordaban y eso me mataba de una manera que incluso me hacía sentir reclusión.

   Decidimos ver una película y pocas horas después quedamos absortos de la realidad...

•••

   Un ruido en la terraza me despertó de pronto, sentí un cúmulo de sensaciones y observé a Matt, estaba plácidamente dormido. Fui a revisar en la habitación de mis padres y vi que ya habían llegado y fueron discretos para no despertarnos.

   Me giré en dirección a la terraza y suspiré, vacilando. Quería despertar a alguien para que me acompañara, pero el ruido había sido escandaloso y me sorpendió que no hubiera despertado a nadie más.

   Una conmoción se adueñó de mi cuerpo al escuchar nuevamente un gran ruido, di un respingo y respiré profundo. Una gota de sudor resbaló por mi mejilla y quise lanzarme hacia el abismo.

Mi mente recreó las escenas más terroríficas en una película de terror. Mi imaginación recreó al asesino serial más reconocido del planeta. Mi cabeza me hizo una pésima jugada y tragué en seco... necesitaba tranquilizarme, tal vez solo era un gato que había llegado a mi terraza por azares del destino.

Caminé a paso lento, como quien no quiere la cosa. Me pasé la mano por el brazo para darme calor ante el descenso de mi temperatura corporal y seguí caminado.

   Al correr la puerta casi me voy de bruces, mi corazón se elevó por encima de los 140 latidos y mi temperatura descendió a unos centígrados cruciales.

Estaba un chico de espaldas, un chico con el cabello negro como la noche, un chico alto y con una espalda tan ancha que podría aplastarme con un solo empuje. Quise correr de vuelta al sillón con Matt pero una fuerza dentro de mí me hizo mantenerme inerte.

   El chico se giró a mí con sutileza y me escudriñó con la mirada. Era de piel canela y con los ojos marrones más excitantes que jamás antes había visto, volví a tragar saliva ante la enorme sonrisa que se dibujó en su rostro y me mantuve de pie con el soporte de la pared. Miré alrededor y pude notar que la noche estaba más fresca de lo habitual, las luces de la ciudad por primera vez estaban apagadas y la luz de las estrellas y la luna era lo único que alumbraba la terrorífica escena.

   —¿C-cómo entraste? —balbuceé y cerré fuerte los puños.

   —Eres la elegida —¿qué?

   —¿De qué me estás hablando? —¿la elegida para qué o qué? En mis adentros me tranquilicé; esto parecía ser una broma pero... pero me tensé al pensar nuevamente en cómo demonios había conseguido entrar. Miré hacia abajo y deduje que no había podido escalar 15 pisos... no a menos que pudiera volar.

   —El fin ha llegado —sentenció y sus manos se prendieron en fuego al mismo tiempo que una ráfaga de aire se adueñaba de mi cuerpo, logrando que básicamente este se elevara por la gran magnitud de fuerza.

   Las preguntas se quedaron estancadas, mis rodillas flanquearon de repente y posteriormente negro... todo negro...

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¡Hola! Espero les haya gustado este primer capítulo y lo hayan disfrutado como se debe.

   Ojalá puedan ayudarme a hacer conocida mi historia y puedan acompañarme en este recorrido.

   Sin más, les mando besos y abrazos, muchas gracias por leer.

-Alexandra V.R.

El tiempo se agota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora