Capitulo 23

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El molesto pañuelo que cubría sus ojos, no solo lo hacía sudar más de lo que ya estaba por los nervios, sino que, de una forma u otra, al tener el sentido de la vista vedado, los otros parecieron acentuarse ya que los sonidos a su alrededor lo abrumaban… Era eso o el hecho de que se encontraba sumido en una completa oscuridad, sin saber exactamente a donde iba, aunque podía escuchar aquellas risas tan conocidas para él a su alrededor y una música lejana, a medida que avanzaba a los tropezones. Podrían haber ido en auto, por supuesto, pero le hubiera quitado la posibilidad de hacer el ridículo frente a la gente que caminaba por allí y por lo tanto, no podría ser el hazme reír de sus amigos. "Amigos"… comenzaba a dudar seriamente de aquella definición.

Cuando sus pasos atropellados comenzaron a hacerse más lentos, supo que ya habían llegado al lugar de destino y al escuchar aquella música que era ahora ensordecedora, se percató de que se trataba del bar de los gemelos.

Entró junto a ellos, aún con los ojos vendados y sintió como esos fuertes brazos que lo conducían lo sentaban de golpe, mientras otras tantas manos palmeaban su espalda, en señal de compañerismo –o eso suponía –; lo que sí no esperaba, era lo que encontraría frente a sus ojos una vez que quitaron el pañuelo y pudo colocarse finalmente los anteojos: Una mujer, de cabello salvajemente corto y morado, le sonreía y se contoneaba sensualmente frente a él, mientras comenzaba a quitarse lentamente un vestido abotonado. Abrió los ojos de manera descomunal, logrando en efecto que sus amigos rieran aún más fuerte, mientras aplaudían y silbaban la osadía de aquélla mujer. La mesa comenzaba a llenarse de toda clase de bebidas alcohólicas que eran rápidamente consumidas por sus amigos, mientras él seguía con los ojos como platos y la boca abierta, sin poder salir de su incomodidad ante la imagen sugerente que se presentaba ante él. Cuando finalmente la chica estuvo en ropa interior –que era tan diminuta y transparente que podría haber prescindido de ella -, con sobresalida sensualidad, se sentó sobre la mesa frente a él, y Harry pudo notar que tenía hecho un camino de sal desde su obligo hasta su escote, en donde lo esperaba un pequeño vaso con tequila y luego una rodaja de limón entre sus dientes, invitándolo a que lo bebiera, mientras sus amigos lo alentaban entre gritos, risas y aplausos.

-¡Vamos Harry porque si no lo haces tú lo haré yo! – gritó Simon entusiasmado.

- ¿Debo hacerlo? –preguntó con agonía, comenzando a transpirar nuevamente.

- ¡Hazlo ya! –gritaron todos.

Harry suspiró y tomando una gran bocanada de aire primero, se acercó al vientre de la chica y comenzó a pasar su lengua lentamente por el camino de sal, mientras los chicos continuaban animándolo. Cuando llegó al final, levantó una de sus manos para tomar el vaso pero la desnudista se lo impidió, señalando su boca. El moreno cerró los ojos con resignación y abrió su boca, tomando el vaso con ella y echando la cabeza para atrás, para beber su contenido. Luego de sacudir su cabeza por el aturdimiento que le causó el alcohol ingerido, tomó con su boca el limón que llevaba la mujer entre los dientes y lo chupó con ansias, por el alivio que este le daba luego de la fuerte bebida. Entre exclamaciones de alegría y silbidos, Harry se sentó claramente abochornado pero al mismo tiempo, aliviado porque creía que lo peor ya había pasado, pero antes de que llegara a relajarse, la chica estaba preparándose para brindarle otro trago, por lo que terminó cayendo en la cuenta de que la cosa recién empezaba.

Cuando el auto de Candice estacionó en la casa de Mindy, Laura exclamó con sorpresa que estaban solo a dos calles del bar de los gemelos y Diana, completamente emocionada, rogó ir allí. _________ y Candice cruzaron una mirada que no se sabría definir si era de expectación o temor y Lauren, adelantándose a la obvia respuesta afirmativa de Mindy, intentó convencerla de hacerlo luego, para poder tener las dos despedidas por separado, ya que Harry estaba siendo agasajado allí. Lo que no imaginaron ninguna de las ocho chicas que estaban ahí para acompañar a la rubia, es que la respuesta de Lauren acrecentaba aún más el deseo de Diana de poder visitar el bar.

Sucedio un VeranoWhere stories live. Discover now