1 Capitulo

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El automóvil se alejó y dejó a la niña abandonada al costado del camino

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El automóvil se alejó y dejó a la niña abandonada al costado del camino. Llevaba solamente una fina camiseta de algodón y pantalones cortos. Temblando de frío, se sentó sobre el césped y colocó los brazos alrededor de las rodillas. El viento sacudía con fuerza su cabello rubio, tan pálido como la pelusa de la flor del diente de león.                                                                                             

No abras la boca, monstruito, o volveremos por ti, le habían dicho.                                                             

No quería que regresaran: eso lo tenía muy claro, aunque no pudiera recordar su nombre ni dónde vivía.                                                                                                                                                                               

Una familia pasó a su lado en dirección a su vehículo: la madre tenía un pañuelo en la cabeza y el padre llevaba de la mano a un niño. La pequeña permaneció mirando fijamente el césped pisoteado mientras contaba las margaritas. ¿Cómo será que te lleven en brazos?, se preguntó.Hacía tanto tiempo que nadie la abrazaba que la visión le resultó insoportable. Podía ver el brillo dorado que irradiaba la familia: el color del amor. No confiaba en ese color pues provocaba sufrimiento.                                                                                                                                                      

 Cuando la mujer la divisó, la niña apretó los brazos con mas fuerza en un intento de hacerse más pequeña para que nadie la notara su presencia, pero fue en vano. La señora le habló al esposo, le entregó al bebé y se acercó a ella.                                                                                                             

 -¿Estás perdida, cariño? -le preguntó poniéndose en cuclillas a su lado

No abras la boca a volveremos por ti.

La pequeña sacudió la cabeza.

-¿Mamá y papá están adentro? -la mujer frunció el ceño y su rostro de tiño de rojo furioso.

No sabía si debía asentir. Su mamá y su papá se habían marchado, pero eso había ocurrido hacía mucho tiempo. No habían ido a buscarla al hospital sino que habían permanecido juntos en le incendio. Decidió no decir nada. El color rojo del rostro de la mujer se volvió más intenso y la niña se estremeció: la había enojad. Los que la abandonaron le habían dicho la verdad. Ella era mala y hacía infelices a quienes la rodeaban. Apoyó la cabeza en las rodillas. Tal vez, si fingía no estar allí, la mujer recuperaría la alegría y se marcharía. A veces, eso le daba resultado.

-¡Pobrecita! -suspiró la señora poniéndose de pie-. Jamal, ¿podrías regresar y decirle al gerente que afuera hay una niña perdida? Yo permaneceré con ella.

La chica escucho las palabras con que el hombre tranquilizó a su hijo y luego las pisadas se alejaron hacia el restaurante.

-No tienes que preocuparte. Estoy segura que tu familia estará buscándote -la mujer se sentó junto a ella y aplastó las margaritas número cinco y seis.

Comenzó a temblar violentamente mientras agitaba la cabeza. No quería que ellos la buscaran. Ni ahora ni nunca.

-Está todo bien. En serio. Sé que debes sentirte asustada pero pronto estarás con ellos.

Emitió un gemido y después se llevó la mano a la boca. No debo proferir ningún sonido, no debo armar lío. Soy mala. Mala.

Sin embargo, no era ella quien causaba todo ese alboroto. No era su culpa. Mucha gente se había congregado a su alrededor. Vinieron policías de chaquetas amarillas como los que habían rodeado su casa aquel día, voces que le hablaban y le preguntaban su nombre.

Pero eso era un secreto y hacía mucho tiempo que había olvidado la repuesta.

Sky - Finding LoveWhere stories live. Discover now