Cap.11.Recordando algo.

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—Puede ser. Pero tienes que ganarte mi amistad — él frunce los labios y mira como Alice y Rouse, hablan entretenidamente.

—Está bien — me mira.

Llega Rachel con el doctor. Kian se aleja, mientras el señor con pocas cañas en el pelo se acerca.

—Zoey...— dice el simpático doctor.— ¿Cómo te sientes?

—Bien — le respondo.

—¿Ha presentado fiebre? — le pregunta a Rai. Tiene una voz muy masculina.

—No, señor...— responde Rachel con una libreta en la mano.

—¿Ha presentado algún síntoma? — le hace otra pregunta.

—No, señor — responde muy seria anotando en su libreta.

Me toma los signos, hace todo un procedimiento muy largo y eterno. Quiero salir de este lugar cuanto antes.

—Le tengo que informar que ya puede salir, señorita Parker — se coloca su fonendoscopio alrededor de su cuello.— Rachel, ya puede retirase para su casa, tienes que descansar — sale de la habitación.

Rachel me quita todos los aparatos, y quita la aguja que está metida en mi piel, arrugo la nariz, hasta que la saca. Me ayuda a bajar.

—Mira...— me dice Kian pasándome ropa.

Yo solo la agarro, sin hacer contacto visual. Miro a Rachel que empuja la silla de ruedas.

—¿Como carajos me coloco la camisa? — le pregunto y ella me mira con diversión.

—Esto va a hacer muy divertido — dice maliciosa.

Entramos al baño, me levanto de la silla de ruedas en un solo pie, con sumo cuidado de no lastimarme. Me quito la bata, quedando en ropa interior y es cuando me doy cuanta que tengo heridas horribles en mis piernas. Ella me ayuda a subir el jean. Que tiene una bota larga y la otra corta, para que no moleste el yeso.

—Ay, mis piernitas — digo con cara de horror.

—Con crema se soluciona — dice extendiéndome la camisa. Aquí viene lo difícil. — Esto es fácil, no te preocupes. Mete primero tú brazo enyesado — le hago caso. Hago fuerza un poco para que quede bien. Esto es más fácil de lo que creí. — Ahora mete tu brazo normal y ya está — hago todo lo que me dice.

—Pensé que era más difícil — confieso riendo.

—Lo se... todo mundo piensa lo mismo — se arrodilla para colocarme el zapato.

—Me siento como Cenicienta — bromeo.

Me pasa una gorra negra que ayudará un poco al salir de este lugar. Me la pongo, sentándome en la silla de ruedas. Salimos del baño.

—¿Llamaste a los escoltas? — pregunta Rai a Alice.

—Si, ya están abajo esperando — contesta mi mejor  amiga con su celular en la mano.

—Vamos entonces — dice Rose con felicidad.

No entiendo su comportamiento.

Alice saca todo lo mío de la habitación y salimos, dirigiéndonos al ascensor en silencio, bajamos en silencio. Hasta que la mamá de mi mejor amiga lo rompe:

—¿Te vas con ella o conmigo? — le pregunta Rose a su hija.

—Obviamente voy con Zoey, madre — responde colocando su mano en mi hombro.

—Está bien... — contesta. — Yo voy con tu padre en la otra camioneta. Kian tenles cuidado cuando salgan. Los reporteros están afuera.

—Kian no es un escolta como para que lo mandes, madre. Él es nuestro amigo — miro a Kian que presta atención pero con la mirada firme.— Ese es trabajo es de los escoltas, no de él — agrega casi murmurando.

¿Qué pasaría si...?Where stories live. Discover now