Capitulo 3

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Perdida, esa era la palabra que describía perfectamente el estado de la azabache. Se halló en un vacío negro donde lo único visible era su vestimenta, sentía como si todo había acabado. Su mirada perdida se escondida en su flequillo, su vida se derrumbó en menos de diez minutos. No se movía, no sentía nada; su cuerpo aún se encontraba en ese vacío negro en el que se hundió, sin embargo, podía seguir escuchando todo lo que hablaban dentro de la habitación, y aún no se percataban de su presencia espía.

—¿Qué haremos?

—No podemos dejar que nos olvide, hay que hacer algo.

—¿Cómo qué?

Silencio.

—Primero hay que averiguar qué es lo último que recuerda y por qué no recuerda desde ese punto—Rin.

—¿Cómo?—El moreno que trató de tocarla.

—¡Eh!—Gritó alguien, volvió a sus sentidos, los vio a todos mirando en su dirección, retrocedió un paso y eso hizo que la puerta se abriera mas. Miedo, de repente toda su ropa desapareció y se sintió desnuda ante las personas.

—Ka-... —Y corrió, corrió tanto como los zapatos de tacón le permitían, sentía que la seguían y así fue al escuchar su nombre a sus espaldas, no estaba en sus pensamientos detenerse hasta llegar a la habitación, el llanto azotaba la puerta de sus ojos así que mordió el labio inferior en un intento de ser fuerte y no derrumbarse hasta llegar, la puerta no le había parecido tan hermosa hasta que la divisó en mi carretera, pronto llegaría, no quería hablar con ellos; no sería tan fuerte para enfrentarlos.

Pero sus planes se vieron bruscamente interrumpidos al verse tomada por la mano del hermano de Rin, golpeó su pecho para que la soltara, aunque se detuvo al ver la cara de los demás. Lástima, esas personas le tenían lastima por haber perdido la memoria y si había algo que Kagome odiara era esa mirada y esta situación, por supuesto.

—¿Qué? ¿Qué quieren? ¿Acaso no se dan cuenta que no los recuerdo?, ¿que no sé quiénes son ustedes? ¡Suéltame maldita sea, Sesshomaru! –Gritó, no quería armar un escándalo pero su lengua estaba completamente fuera de sí, maldijo a la persona que la mantenía atada, maldijo a esas personas, y se maldijo a sí misma, por no recordar.

Tenía que calmarse.

Inhala, exhala, inhala, exhala...

Cuando sintió que la mano del hombre aflojaba se soltó del agarre y abrió la puerta de la habitación—Si me disculpan. —Y entró cerrando la puerta tras de ella sin dejar que la detuvieran más, se agarro a la manilla con fuerza y pasó el seguro; quería estar sola. Sus nudillos cambiaron a un pálido color blanco y a los pocos segundos a un rosa fuerte debido a la fuerza con la que apretaba la manija. Un vacío se apoderó de ella como si todo a su alrededor hubiese desaparecido y solo estuviesen en esa inmensa oscuridad ella, el pomo de la puerta y su desesperación latente. Forzó a su mente a recordar el punto fijo donde su memoria desapareció, nudos en blanco y diferentes imágenes daban vueltas en su cabeza logrando marearla, una extraña fatiga se apodero de su cuerpo y antes de intentar evitarlo, ya no veía nada. Podía sentir, podía escuchar, podía verse frente a ella en una realidad completamente alterna a la suya con una sonrisa alegre tomada de la mano con alguien que al parecer sería su pareja. La imagen se deformó circularmente para dar paso a una chica castaña y a sí misma a su lado abrazándola alegremente mientras el eco de un "felicidades" resonaba por todo el lugar, en un parpadeo estaba bajo un cielo azul oscuro cubierto de brillantes estrellas y una hermosa luna llena, un grupo de personas admiraban el paisaje sentados alrededor de una fogata cantando y riendo, miró su rostro, su felicidad era palpable y fuerte, nunca en sus dieciocho años de edad había sido tan feliz.

¿Dieciocho años? Todas las imágenes desaparecieron de golpe, ¿realmente tenía dieciocho años? Miró sus manos blancas y suaves, su cuerpo cubierto por el vestido, sus pies descalzos levemente enrojecidos y sus uñas cuidadosamente teñidas por un esmalte blanco, su cabello suelto y ahora despeinado, tan azabache como una noche sin luna. Según su mente tenía dieciocho años, pero la verdad es que no se sentía como una chica de dieciocho y sabía que no era así; solo con pensarlo volvió a sentirse en un vacío, ¿Por qué no recordaba nada? ¿Acaso se habría golpeado la cabeza fuertemente y eso le impide recordar? ¿Qué tanto había olvidado? Observó su reflejo en el espejo y rió sin ganas ni gracia, una risa triste, una risa irónica, una risa adolorida. Lentamente retiró el vestido de su cuerpo y lo dejó con cuidado sobre una silla, a su lado dejó los tacones que se había quitado en la puerta de la habitación y se tiró sobre la cama acolchada sin ponerse algo para dormir, las lágrimas no tardaron en aparecer y no hizo nada por detenerlas, se sentía, literalmente, como un insecto. Comenzó a recordar lo vivido en los últimos días; despertar en su habitación, encontrarse con Rin y su hermano, pasar horas recorriendo la mansión y luego, la fiesta, encontrarse con esas personas que la conocían, Sesshomaru tomándola del brazo en su huída y el haberle llamado por su nombre cuando se suponía que no lo conocía, aunque por lo que veía, él si la conocía a ella; todos la conocían. Cerró los ojos intentando dormir, necesitaba descansar, mañana sería un nuevo día y seguro con él vendrían muchas respuestas, hablaría con todas esas personas.

—Kagome, ¿Falta mucho? —Preguntó un niño con colita esponjosa naranja y cabello de igual color, mirando fijamente un líquido que ella misma revolvía en la estufa de una cocina que no conocía, un rico olor inundaba sus fosas nasales y una sonrisilla se escapó de sus labios al probar el líquido en un tazón pequeñoShippo, ¿puedes servir la mesa junto con Rin? Preguntó sin sacar la sonrisa de su rostro, el estofado de calamares era el que mejor se le daba y el favorito de su niño, su madre la había enseñado a prepararlo cuando tenía doce años y desde entonces era el almuerzo de los domingos. El niño corrió fuera de la cocina y aprovechó para servir la sopa en platos hondos de porcelana blanca, siete platos para siete personas que comían como bestias, ella incluida; hacía varias semanas que no comían algo hecho en casa y el hambre no tenía ganas de desaparecer.

Por la puerta apareció una chica poco más alta que ella, cuerpo esbelto y rostro difuso, dijo algo que ella no entendió y tomó un plato de sopa en cada mano y salió, rió junto a ella y tomo otros dos platos, afuera sentados ya se encontraban cuatro personas esperando que ambas sirvieran la comida, ella fue y le sirvió a un hombre y al niño de antes, Shippo. La chica fue a la cocina y trajo dos platos más, los puso en el sitio donde se sentarían ambas y así lo hicieron — ... ¿ Donde está ...? — ¿qué? ¿Por qué al momento de pronunciar un nombre el sonido desaparecía? ¡Ella quería saber cómo se llamaban y quienes eran! La chica negó y alzó los hombros— Iré a buscarlo — Se levantó de la silla y corrió por los pasillos gritando un nombre que ella no podía escuchar, entró por una puerta y allí vio, un hombre más alto que ella con todo su cuerpo y rostro borrosos dándole la espalda.

—¿No vas a comer? — Entró y se cruzó de brazos con la ceja alzada, él negó — ¿Por qué? Me parece que la que tiene la condición "especial" aquí soy yo, vas a comer cariño — Sonrió y se dio la vuelta, escuchó un suspiro y su sonrisa de superioridad se ensanchó al escuchar los pasos del masculino tras ella.

Entraron ambos al comedor para encontrarse a todos comiendo alegremente, cuando voltearon a verlos todo se iluminó de una manera cegadora.

Fue cuando Kagome se dio cuenta que habíadespertado.    

Fragmentos de un corazón perdido [Fanfic Inuyasha] [SesshKag] [No AU]Where stories live. Discover now