Capítulo 1

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―«Te dejé la cena en el microondas, espero te guste, mamá. (...)».

Aimé arrugó y tiró a la basura el papel que estaba sobre la puerta del microondas, cosa que su hija le dejaba siempre. Y no sabía porqué pero el solo leer la nota e imaginar su rostro con aquella estúpida sonrisa y las tripas se le revolvían.

«Odio a esa niña.»

Aimé se apretó más el nudo de la bata y se sentó en una de las sillas del comedor, escuchando el tic tac del reloj mientras miraba a la nada. No tenía ganas de hacer nada y el saber que estaba bajo el mismo techo que (...) la crispaba.
Era su hija pero no la quería. Jamás lo hizo, ni siquiera cuando se enteró que la estaba esperando. Tras tomar un vaso con agua se dirigió al salón pero se detuvo al pie de las escaleras.

―Me pregunto qué estarás haciendo, pequeña molestia ―Aimé miró en dirección a la puerta de la habitación de (...), estaba un poco abierta y la escuchaba jadeos de alguien teniendo mal sueño―. Creí que el tiempo de trasnochar había pasado.

Sin prestar el mínimo caso a su hija que sufría de insomnio a corta duración desde que era muy pequeña.

Después de varios días en un viaje de negocios el padre de (...) por fin volvía a su hogar como cada fin de semana, pero aquel día lluvioso de noviembre se encontró con la sorpresa de que su esposa e hija ya no estaban.

Multitud de posibilidades cruzaron en su mente y se sumió en la preocupación total, pues estaba seguro que algo malo le había pasado a las chicas de su vida. Llamó a la policía, a los hospitales e incluso contrató a un detective para que le ayudase en la búsqueda de su familia pero no hubo ningún resultado.

Gastar una fortuna no fue suficiente para que el señor Thyssen diera con la única familia que había formado. Pasaron los dos primeros años y su vida se reducía al alcohol, fumar y seguir buscando a su familia, no había ningún hombre que quisiera trabajar para él buscando «fantasmas» del pasado. Diez años después el tiempo y el olvido le hicieron resignarse y dar por perdida a sus chicas, así que decidió seguir adelante y rehacer su vida.

Combatió sus problemas con el alcohol y por fortuna logró recuperarse de un cáncer tras un año de tratamiento.

Muchas de las noches que pasó en el hospital mientras se rehabilitaba se preguntaba qué había hecho mal. ¿Habría sido por sus largos viajes de trabajo? ¿Por su poca atención en cosas sencillas como los dibujos mal hechos de su pequeña? Ó quizás la poca atención que ponía a las preguntas de su esposa cuando le preguntaba si cambiar el color de las cortinas o alguna tontería así. Jamás se había considerado mal padre, siempre cumplía con las cosas de su hija, su esposa tampoco tendría de lo que quejarse y, sin embargo, se había quedado sin ninguna de ellas.

Aimé era la única que había disfrutado al saber todo lo que le pasó su ex-marido. Desde su depresión que le hicieron acabar mal con la empresa de su familia hasta el día que le diagnosticaron cáncer. Estuvo muy bien informada todos esos años tras haber abandonado al padre de (...). Incluso se preguntó por qué se la llevó consigo pudiendo haberla dejado con su padre y que él se ocupara de ella. Un problema menos habría sido en su vida. Sólo de pensarlo y se arrepentía.

De pronto el reflejo de las luces de un coche la hicieron ver hacia la ventana, suspirando decidió volver a su cuarto y olvidarse de los coches que aún vagaban por las oscuras calles de aquel maldito país.

Por mucho que quiso no pudo conciliar el sueño, no había descansado nada y ya estaba duchada y con el uniforme mientras preparaba el desayuno a las cinco de la mañana. Había llovido un poco lo cual le daba un aire muy fresco al día.

BlueBerry (EDITANDO)Where stories live. Discover now