Capítulo 3

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 ―Padre, por favor. Habla con el abogado de nuevo o con el investigador.

El hombre desoyó la voz de su hija. Dayanne insistía en que debió hablar con aquella chica que decía ser su hija pero habían pasado cinco años desde el incidente y no tenía ganas de alimentar falsas ilusiones con una chica que bien podría estar bromeando con él de su desgracia. Ya había malgastado tiempo y dinero buscando dos fantasmas.

―No insistas, Dayanne. Obedece y deja pasar ese tema.

La mencionada hizo un puchero digno de un premio infantil. Estaba segura que la muchacha que le escribió a través de redes sociales era su media hermana. ¿Acaso su padre no pudo ver el parecido en sus ojos y en su pelo? Esa mirada de tristeza profunda y dolorosa.

Dayanne estaba segura que había cometido un error muy grande. Cuando se enteró que su padre seguía con la búsqueda de su primer esposa y su hija pensó que si las encontraba lo quitarían de su vida. Pero no pudo ser más infantil y egoísta. Tal vez esa muchacha necesitaba de su padre así como ella lo necesitaba cada vez que se caía y la ayudaba a levantarse más fuerte. Cuando necesitaba de su presencia en sus cumpleaños, en las fiestas de navidad y en las tardes de padre e hija que hablaban incluso de chicos.

Con nervios activos decidió dejar a su padre tranquilo para que siguiera leyendo cosas de la empresa y se fue a su habitación directamente para ponerse con su computadora.

―Muy bien Dayanne ―murmuró para sí misma―. Es hora de encontrar a tu hermana y traerla a casa.

Estuvo toda la tarde hasta altas horas de la madrugada buscando los e-mails que le envió la supuesta hija de su padre para dar con el lugar donde ella residía. Tal vez si hablaba con ella para que ambas se hicieran una prueba de ADN las cosas se arreglarían más rápido. Y de dar positivo se lo mostraría a su padre para devolverle parte de su corazón roto.

Nada le haría más feliz que ver a su querido padre con parte de su corazón.

―¿Japón? Un sitio bastante cerca de América. ―Dayanne era una maestra de la informática y no tuvo mucho trabajo para localizar la ciudad exacta donde vivía (...).

Anotó la dirección de la ciudad y posibles barrios cerca de la capital para buscar a extranjeros en Japón. Reservó un billete de avión para esa misma semana y preparó una pequeña maleta con lo que iba a necesitar.

―Cariño, ¿qué haces despierta a esta hora?

Kalila entró en la habitación de su hija y se acercó a la computadora para ver la pantalla que seguía encendida.

―¿Piensas ir a Japón sin permiso de nadie?

―Mami, no es lo que piensas ―se apresuró a decir Dayanne un poco nerviosa, tomó la mano de su madre y la llevó hasta la cama donde ambas se sentaron―. Quiero que me ayudes, es para  papá.

Su madre suspiró como si con esa soltara toda su frustración de madre preocupada.

―¿Qué locura estás planeando?

Dayanne pensaba la forma más sutil de decirle sus sospechas.

―Tal vez no me creas y me digas que estoy loca y me mandes a un internado o reformatorio pero... Sé que encontré a mi media hermana.

Los ojitos ilusionados de Dayanne conmovieron el corazón de Kalila, pensaba que todo eso que le contó su esposo no era más que una tontería.

―Y ¿qué pasará si estás equivocada?

―Pues que habré gastado el dinero de mi viaje de estudios para nada.

Kalila sonrió y le tocó la mejilla a su niña.

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⏰ Last updated: Oct 02, 2023 ⏰

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