Un nuevo mundo

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El resto del trayecto hasta su antigua habitación se dio en relativo silencio, David aun dando vueltas en su cabeza a la idea de que esa joven que apenas lo conocía pretendía entregarle Siracusa en bandeja mientras Regina solo pensaba en cómo iba a ganarse la vida a partir de ese momento, el contrabando estaba descartado mientras el rey fuese David Swan, era el padre de Emma y no lo quería como enemigo. Además la idea de quedarse en Siracusa no abandonaba su mente, no como reina sino como súbdita, Emma había nacido en la corte y era su lugar, donde se sentiría a salvo, donde podría ser feliz.

Frenó en seco ante la gran puerta de roble oscuro que separaba el inmenso pasillo de sus dependencias privadas, a pesar de que no eran las más grandes del palacio debía reconocer que no estaba mal para mantener a Emma apartada de la locura que reinaba en el castillo. Penetró en el lugar sin hacer ruido y una sonrisa dulce nació en su rostro al ver a la princesa completamente dormida, con sus cabellos desordenados sobre la almohada y su pecho moviéndose tranquilo al ritmo de su respiración.

Con un gesto le indicó a David que mantuviera el silencio, señalándole la gran cama donde la princesa reposaba. El rey miró a su hija y sus ojos se cubrieron de lágrimas, tantos meses llorando su muerte y estaba viva, ante él, descansando tranquila y serena con una sonrisa en los labios.

Regina se acercó con cuidado, sentándose a su lado en la cama, hundiendo el colchón bajo su peso y provocando que Emma murmurase en sueños. Su mano delicada jugó con sus cabellos, despertándola lentamente. Sus ojos claros se clavaron en ella y una sonrisa nació en su rostro, mientras atrapaba su mano y se la llevaba a los labios depositando un beso.

-Alguien quería verte mi princesa

Emma se enderezó como pudo y Regina dibujó una mueca de preocupación rápidamente apagada por un casto beso en sus labios.

-No te preocupes por mí, estoy bien, mejor que nunca

-Tu padre está aquí mi amor

En ese momento, los ojos de Emma se posaron sobre la figura de David, este había asistido a esa escena casi sin respirar, visiblemente emocionado por la magnitud de sentimientos que dejaban ver con solo tiernos gestos y dulces palabras.

Regina besó la frente de Emma y se apartó, dejando que fuese David quién se sentara justo al lado de la joven princesa. Emma sonrió con los ojos brillando de alegría mientras recibía el tierno abrazo de su padre.

-Padre, estáis bien, estáis a salvo...

-Creí que habíais muerto pequeña

-Obedecí a la capitana, como mandasteis, juntas salvamos la vida... lo demás es una historia muy larga, veo que ya conocéis a Regina

-Sí, ya he tenido el honor de conocer a esa joven

-Cuando escapamos de la Nimbus, Diana y yo nos separamos, me asusté y me escondí en una bodega, la bodega de Regina, ella ha cuidado de mí desde entonces

-Y os habéis enamorado

-Fue imposible no hacerlo

David se echó a reír al ver la sonrisa que su hija dibujaba al hablar de Regina, la joven morena se mantenía al margen de esa conversación, sus ojos se perdían más allá del ventanal de esa habitación, ajena y ausente. Con un beso en la frente de su pequeña se despidió de ella pues constatar que estaba viva y bien le bastaba, tomando la decisión en ese mismo instante de ayudar a Regina en todo cuánto esta necesitara.

Al ver que David se despedía de ella, Regina volvió en sí y a paso seguro alcanzó loa labios de Emma regalándole un casto beso.

-Volveré pronto mi princesa

VillianUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum