Epílogo

2.4K 261 47
                                    


Emma corría por los pasillos de su nuevo hogar, con prisa y el corazón acelerado. Se reprendía a sí misma por haber salido a cazar, ya que en ocasiones se ahogaba entre esos muros y necesitaba sentirse libre contra el viento.

Nueve meses exactos habían pasado desde que habían sido coronadas, desde que se había casado con el amor de su vida. Nueve meses para asimilar y tratar de entender qué demonios había pasado para llegar a esa situación.

Poco después de la boda empezaron los cambios de humor en Regina, sus repentinos mareos, su sed insaciable. Solo unas semanas bastaron para que la morena comprendiese lo que le estaba pasando y un súbito escalofrío recorriese su espalda. ¿Cómo iba a decirle a Emma qué le ocurría? ¿Sería la loba capaz de entenderlo?

No se complicó, en cuanto Emma entró por la puerta le dio la noticia de sopetón, si se paraba a pensarlo no habría sido capaz de decírselo.

-Emma, estoy esperando un hijo.

La rubia se quedó mirando a su esposa, convencida de que estaba bromeando, mas al ver su semblante serio, su rostro palideció y tuvo que sentarse para ocultar el tembleque de sus piernas.

-¿Cómo? ¿Cómo ha ocurrido algo así? Somos mujeres, ¿De quién es el niño?

-Es hijo de la luna, igual que yo. Una vez hace tiempo te conté que la luna permite que una vampiresa conciba un hijo, una vez cada dos mil años, de otro modo no podemos concebir, es imposible.

El rostro de la loba se relajó un poco, por un momento pensó que su esposa la había engañado y los celos la estaban consumiendo. Hizo memoria y recordó que, efectivamente, Regina le había contado como ella misma había nacido vampiresa, tenía sentido aunque no lo entendiera del todo.

Notó como la morena se sentaba a su lado y cogía sus manos con cariño, apretándolas. Regina nunca lo diría pero se moría de miedo ante ese nuevo acontecimiento ¿Y si Emma no quería a su hijo?

-En nuestra noche de bodas había luna llena, mi reina, creo que esa noche fue cuando concebí.

-¿Y yo qué seré para ese niño que viene?

-Su madre, Emma yo no quiero hacer esto sola, eres mi mujer, quiero que también seas madre de mi hijo.

La loba atrajo a su esposa y la sentó sobre sus piernas, acariciando su espalda tiernamente y posando una mano en su vientre mientras atrapaba sus labios en un beso.

-¿Podré contarle cómo nos conocimos?

Sabiendo que contaba con el apoyo incondicional de la loba, Regina sonrió divertida y volvió a besarla.

-Puedes contarle lo que quieras bajo mi supervisión.

Nueve meses más tarde de esa conversación, la loba había recibido el aviso que llevaba días esperando, justo en ese momento, justo cuando ella había salido. Corría como una loca para estar junto a su mujer en ese momento crucial, Regina no le perdonaría que la dejase sola.

Nada más entrar en los aposentos reales, se estremeció al escuchar los gritos agónicos de Regina, mientras intentaba traer al mundo a su hijo, con ayuda de Granny y Ruby. Cuando la morena vio a Emma, su rostro se dulcificó y, a pesar del dolor que sentía, pudo sonreír. La loba se colocó a su lado con velocidad, agarrando su mano y dándole fuerza.

Durante unos minutos interminables que a Emma le parecieron horas, Regina seguía las órdenes de Granny hasta que, con un grito más largo y fuerte, se desvaneció sobre Emma agotada y solo pudo oírse el silencio. Segundos después la estancia se llenó con el llanto estridente y lleno de vida del pequeño que acababa de llegar al mundo, provocando una sonrisa en todos los presentes. Granny envolvió al bebé en una pequeña manta y lo colocó en los brazos de su madre con cuidado.

-Regina, es una niña.

La vampiresa no pudo evitar echarse a llorar, al sentir el peso de la pequeña en sus brazos, tenía el pelo negro azabache igual que ella y no dejaba de llorar, la encontraba tan frágil y pequeña, era su pequeña, suya y de Emma, eran una familia.

Notó el brazo de Emma posándose en sus hombros en un tierno y protector abrazo, para justo después acariciar los cabellos de la pequeña, completamente admirada.

-Lo has hecho mi reina, has traído a nuestra hija al mundo, es magnífica

Al escuchar la voz de la loba, la pequeña dejó de llorar y abrió los ojos, buscando curiosa de dónde provenía, dejando a todos los presentes completamente paralizados y sin ser capaces de pronunciar palabra. Solo Granny, tras unos minutos, pudo decir lo que todos pensaban y no sabían cómo expresar.

-No hay duda alguna de que la pequeña es Swan, tiene los mismos ojos que su madre.

Tras un silencio incómodo en el que todos se preguntaban cómo era posible ese hecho milagroso, finalmente Regina habló en susurros.

-Luna llena y amor verdadero, fue concebida una noche de luna llena mediante un acto de amor verdadero, no es vampiro ni licántropo, es ambas a la vez, ella es realmente la profecía.

Emma cogió a su hija en sus brazos, acunándola con amor y pudo ver a lo que se refería su esposa, su olor no era de vampiro ni de lobo, era una mezcla de ambas razas combinadas en perfecta sintonía, pero lo que realmente había llenado su corazón de dicha había sido saber que la pequeña era tan hija suya como de Regina, era un regalo hermoso que hinchaba su pecho de orgullo y felicidad. Solo las dulces palabras de su mujer la sacaron de sus ensoñaciones.

-¿Cómo se va a llamar la pequeña, Emma?

Miró a su hija, como la miraba con semblante curioso y divertido, mientras en su mente solo podía pensar en su madre, aquella a la que no pudo conocer.

-Eva, se llama Eva, igual que mi madre

Meses más tarde desde el nacimiento de la pequeña princesa, Regina se despertó encontrándose sola en la cama. Buscó a su esposa con la mirada y la encontró en pie junto a la cuna de la pequeña, mirándola con amor.

Se levantó sin hacer suido y se acercó a ella, abrazándola por la espalda y depositando un dulce beso en su nuca.

-Vamos a la cama mi reina, no la despiertes.

-Es tan magnífica, es increíble que hayamos hecho algo así, una criatura única

-Lo es, pero si se despierta no dormiremos en lo que queda de noche, anda ven conmigo a la cama, estos meses no hemos dormido nada.

A regañadientes iba a obedecer, cuando la pequeña abrió los ojos y seguidamente empezó a llorar, provocando que Regina suspirase resignada.

-Mi reina vete a dormir yo me encargo de esto

En otras circunstancias la morena habría replicado, pero estaba demasiado cansada así que se acostó, mas cuando iba a quedarse dormida escuchó a su esposa llamarla a gritos.

-Regina, corre ven, mira esto

Se levantó alarmada, imaginando cualquier cosa para que su mujer la llamase gritando. Cuando estuvo a su lado tenía un nudo en la garganta y el semblante preocupado.

-¿Qué pasa Emma?

-Mira, le están saliendo los colmillitos

No sabía si sentirse aliviada o enfadada, optó por echarse a reír y besar a su mujer tiernamente.

-Vamos a la cama, las tres, y no vuelvas a asustarme así.

Se acostaron con su pequeña en medio de ellas, haciendo gorgoritos y robándoles sonrisas cargadas de ternura, sin duda esa chiquitina, a pesar de haberles robado su tiempo y sus horas de sueño, les había dado la vida, plena y llena de amor.

No sabían qué ocurriría en el futuro, su hija era especial, era una mestiza, mezcla de ambas razas y no sabían cómo lidiarían con ello, aun así esos momentos de felicidad no se los quitaría nadie pues por fin todos habían comprendido que no hay diferencias entre licántropos y vampiros, por fin después de siglos ambas razas se trataban como hermanos, al fin y al cabo ambos eran hijos de la luna.

FIN

Hijos de la lunaWhere stories live. Discover now