La lágrima que cambió todo

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Fue como si el tiempo se hubiera detenido. Por largos minutos todos vieron a Jordan aferrarse a Simon al tiempo que gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas. Ximena fue la primera en salir de ese estado congelado, dio un paso al frente y después otro y otro, hasta llegar junto al vampiro y el lobo.

–Jordan –llamó con delicadeza–. ¿Sabes dónde estás?

Jordan levantó la vista y Ximena vio sus ojos cristalinos y rojos, irritados por tanto llorar.

–Alacante –respondió aclarando su garganta–. No olvidé nada, sé que lo pasó, sé lo que hice.

–No hiciste nada malo –defendió un compañero de los praetor.

Jordan miró un segundo al joven moreno antes de desviar la mirada, fue como si no soportara verlo.

–Cumplí mi promesa –dijo Sebastian a sus espaldas–. Jordan Kyle ya no es un oscurecido.

Ximena vio a su enemigo sonreír con satisfacción.

–Creo que es hora de hacer un trato.

–Eso lo decidiremos nosotros –Alec se adelantó y caminó hasta quedar frente a Sebastian–. Ahora tú irás a tu celda, y nosotros votaremos.

Alec hizo una señal con la cabeza para que un grupo de nefilim se llevara a Sebastian de regreso al Gard. Cuando se perdieron a la distancia, todos regresaron su atención al Cónsul.
Ximena se preguntó qué estaría pensando, cómo resolvería este dilema dejando a todos felices. ¿Recuperar a los oscurecidos o castigar al culpable?

–Los Rosales y Mendoza han votado –Alec miró a su alrededor–. Los demás deben hacerlo y deben hacerlo ahora.

–Los Penhallow votan que no –Dean Penhallow recibió una sonrisa de la nueva Inquisidora por sus palabras.

–Los Blackthorn votan que sí –Mark y su tío se hicieron escuchar en medio del silencio.

–¡El clan de Nueva York vota que sí! –apoyó Maureen, quien estaba sentada sobre los hombros de Raphael Santiago.

Ximena lo recordaba de una reunión a la que asistió con Ragnor Fell hace años, se imaginó cómo se hubiera reído el brujo de ver a su amigo como una especie de niñero.

–¡Los Baixamar votan que no! –Luis se hizo escuchar sobre el resto y Ximena notó como Horace Dearborn y todo su grupo lo miraban complacidos.

–¡Los Dearborn votan que no!

–¡El Praetor Lupus vota que sí! –dijo un lobo que había sobrevivido del ataque a Londres.

–¡Los hijos de la luna votan que no! –gritó Luke con firmeza.

–Los hijos de Lilith votan que no –Ximena miró a los pocos brujos que se habían reunido y todos estuvieron de acuerdo con sus palabras.

Ser la representante oficial de su gente era extraño, todavía no sabía por qué el rey Seelie pidió específicamente que ella sustituyera a Magnus, pero no pensaba decepcionar a sus compañeros. Tal vez no pudieran recuperar a sus amigos, a Diego, pero Sebastian no podía salir impune de esto.

–El laberinto espiral vota que sí –Orion miró desafiante a Ximena.

No entendía qué seguían haciendo ahí. Normalmente no salían del laberinto a menos que un brujo hiciera algo terrible o necesitara ayuda, pero nunca se quedaban más de lo necesario.

–Los Hortus votan que no –Marco se paró junto a Ximena y ella lo miró sorprendida.

Marco también la miró y la bruja le sonrió agradecida por su apoyo.

Cazadores de sombras: Ciudad de porcelanaWhere stories live. Discover now