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Que día más aburrido.

Aquí estoy, tirada a la bartola en la cama, aburrida y por si fuera poco hace un calor de demonios. Es sábado, Harry está trabajando con su portátil en el escritorio, de espaldas a mi lo miro sin parar. Me encanta mirarle, se ha cortado el pelo, ya no lo lleva largo pero le queda genial, está guapísimo con su pelo rizado cortito.

-Me aburro.- digo como una niña pequeña, lo cual le hace reír y girarse en su silla.

-Lo siento cariño, tengo que terminar esto, puedes hacer lo que quieras, estás en tu casa.

No sé que hacer, quiero darme una vueltecilla por la casa, todavía no he visto todas las habitaciones que tiene, esto es inmenso y seguro que aún pensando que ya lo he visto todo, algún sótano saldría de la nada.

-Iré a descubrir un poco sobre ti. ¿Tienes alguna habitación secreta la cual no pueda profanar por motivos personales: un cadáver, una secta...?

-Puede que te encuentres alguna cabeza reducida, juegos de magia negra, entre otros muchos...

-Vaya con el hechicero. - me levanto de la cama, le doy un beso en la mejilla y salgo de la habitación.

Bajo las escaleras y ando por el pasillo. La zona más grande es el salón, me encanta la decoración, todo muy minimalista. No hay rastro de marcos de fotos, con las ganas que tenía de ver algunas fotos de su época de jovenzuelo.

Ya de paso voy a la cocina y me sirvo una copa de vino blanco. Debo decir que antes nunca bebía vino pero Harry me ha hecho descubrir un mundo; en el que soy un poco alcohólica. Ahora me encanta servirme una copita y sentarme en la orilla de la piscina y ver el atardecer.

Abro puertas y puertas; un vestidor repleto de trajes, camisas, corbatas y zapatos. Todos preciosos y...carísimos, mucho Saint Laurent y Gucci.

Descubro un despacho, una sala de estar con una mesa de billar, entro en la sala y dejo mi copa en el borde de la mesa.

Aprieto un botón y el sonido de las bolas retumban por toda la habitación. Coloco el triángulo sobre el tapiz y meto las bolas dentro. Cojo un palo de color negro y rojo, tiene sus iniciales grabadas en el.

Me inclino sobre el borde y me preparo para tirar. ¡Clinc!

Las bolas salen disparadas y una de ellas entra en el hoyo. ¡Genial!

Sigo jugando, ya llevo 4 bolas más dentro, pongo un poco de tiza azul sobre la punta y doy una vuelta alrededor para ponerme en el lado contrario.

-¿Pasándolo bien?- Me pego tal susto que la bola sale disparada por encima de la mesa y casi le doy con el palo a la lampara colgada.

Antes de que la bola cayera, ya estaba en su mano.

-Joder, qué susto. ¿Qué quieres matarme de un infarto?

Camina hacia mi.

-Me gustaría matarte de otra manera, pero no creo que sea muy dolorosa, al contrario, sería de lo más placentero que existe.

Sus palabras me provocan un cosquilleo en el estómago, tiene una labia fascinante, puedes verlo en una reunión con el lenguaje más formal y educado, o excitado mientras folla, diciendo obscenidades.

-Si es así, me encantaría morir todos los días.- me apoyo sobre el palo y lo miro con una sonrisa juguetona.- ¿Te atreves a jugar conmigo?

No dice nada, coge su palo y asumo que la respuesta es sí.

-Pero vamos a hacerlo un poco más interesante.- dice al girarse hacia mi, con el palo en las manos.

-Tu dirás.- cruzo los brazos, esto va de bien en mejor. ¿Qué idea se le habrá ocurrido?

Naughty (h.s) Where stories live. Discover now