Día Catorce
Solo quiero decir que no estaba deseoso de ir a terapia. Pero los chicos insistieron en que vaya. Y por ello fui, pero no me gustó. La terapeuta me llenó de preguntas que le dieran alguna clase de información útil. Me preguntaba cómo me sentía, y cuáles eran mis pensamientos. No me gusta la invasión a la privacidad. Mis pensamientos eran privados, personales, y no quería que eso terminara ahora.
Pero ahora estoy aquí, escribiéndote.
A veces puedo sentirte, sabes. Es como si estuvieras vigilándome. Y en lugar de estar asustado, como imaginaría que estaría, es –en realidad- bastante reconfortante
