Día Veinticuatro
Sarah me preguntó acerca de tu nota hoy. No sé porque se mantuvo tan callada por tanto tiempo al respecto. Cuando me preguntó, no pude parar las lágrimas que caían por mis pómulos, pero igualmente se la tendí de mala gana. ¿Es extraño llevarla conmigo todo el tiempo? Es como si tuviera una especie de llamarada que quema mi bolsillo, recordándome todo el dolor y el sufrimiento a todos los lados a los que voy. Pero simplemente no puedo dejarla, porque es una de las únicas cosas que tengo de ti.
