Día Veintiséis
Visité Cheshire hoy. Caminé por las calles por un gran rato, solo inhalando aire en los lugares en los que alguna vez caminaste conmigo, imaginando que estabas allí conmigo, agarrando mi mano.
Después de vagar por la ciudad, de mala gana acepté mentalmente visitar tu vieja casa. Cuando llegué a la puerta, Anne me recibió con los brazos abiertos, junto con Gemma a quien intenté alejar de mí con algo de fuerza. Lo juro, tu hermana tiene la fuerza corporal de un chimpancé.
Conversé con ellas mientras tomábamos té, y le pregunté cómo estaba últimamente. Se están recuperando lo mejor que pueden Harry, pero es difícil para todos nosotros. Aunque, no te sientas culpable, saldrán adelante tarde o temprano. Soy simplemente yo de quien no estoy muy seguro. Soy el único culpable aquí, y cuándo se los dije a tu madre, ella se rehusó a escucharme hablar así. Y que si iba a poner toda la culpa en mí tendría que irme.
Y caminé directo a la puerta, entonces.
No creo que se haya esperado que me fuera, porque pude oír como gritaban mi nombre detrás de la puerta principal; lo ignoré y seguí caminando hasta mi auto.
Estaba llorando tanto que tuve que aparcar el auto, incapaz de poder ver al frente con tranquilidad. Recibí bocinazos y frías miradas de la gente que pasaba por al lado mío. Pero no vi o escuché a ninguno de ellos realmente. Todo lo que podía ver era tu rostro. Podía oír tu voz hablarme, y eso fue suficiente para calmarme, y de esa manera conducir el resto del camino a casa.
