43ª Pluma

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Dos cuerpos.

Cuatro manos que los recorren.

Una cama cuyas sábanas han sido marginadas a un rincón.

- Dios -gime Emma, arqueándose mientras siente los besos provenientes de los dulces labios de Regina bajar por su cuello, pecho, abdomen-, me estás volviendo loca.

El ex Alas Negras sonríe y atrae más ese delicioso cuerpo contra ella, pasando sus brazos por su espalda, acariciándola, abrazándola posesivamente, bajando el poco camino que le queda hasta la entrepierna de la rubia.

Y esta vuelve a gemir al sentir esas caricias en el mismísimo centro de su ser, agarrando al ex Alas Negras de la cabeza, intentando anclarse en esas sensaciones que la recorren.

- Oh, dios -gime de nuevo Emma, girando su cabeza en un intento de enterrarla en la almohada para acallar ese grito de placer que nace dentro de ella.

- Vas a gastarle el nombre -le susurra Regina al oído, tras soltarse de esas manos que ahora bloquea sobre sus cabezas, clavando su rodilla en la entrepierna del Alas Blancas, que sigue moviéndose, ansiosa.

Regina muerde ese cuello que se le presenta suculento, acariciando con su mano libre uno de los pechos Emma, jugando con ese pequeño montículo rosado que es su pezón, poniéndolo lo más rígido posible hasta que, cansada, lo abandona y la manda a ayudar a su rodilla.

- Me vuelves loca -dice Regina con voz ronca a causa del deseo que la embarga, comenzando a mover sus dedos.

Esos mágicos dedos cuyo hechizo se apodera de Emma, quien, completamente dominada, entierra su cabeza en el hueco del cuello de la morena, mordiéndolo, arañando la espalda del ex Alas Negras cuando consigue liberar sus manos.

- Te quiero -murmura, sintiéndose caer en ese precipicio llamado orgasmo-, te amo. ¡Ah!¡Joder! Teamoteamoteamoteamoteamo.

Y calla cuando la caída llega, cuando la explosión de placer la obliga a convulsionarse, siente como si se fundiera con Regina, como si fuesen ese único ser que ambas sienten siempre han sido. Y se da cuenta de que ese contrato que el ex Alas Negras, que su otra mitad ha firmado era la única solución para unirlas, una solución temporal.

- Yo también te amo -oye como Regina le susurra, antes de estornudar.

AlasWhere stories live. Discover now