VIII. Two words.

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VIII. Two words.

John aquel Jueves se había dormido, solo, tranquilo y feliz.

Por esos instantes pensó que la vida comenzaría a volverse buena, aunque fuera un poco.

Se durmió pensando en la suavidad de sus sábanas, en el calor de su cuerpo contra la tela, en el recuerdo del olor de aquel perfume, en las cajas desperdigadas por aquel departamento, y en las melodías de aquel violín.

Y por primera vez, en años, se permitió no sentir remordimiento, miedo u otra cosa negativa que le comenzara a preocupar de tal forma que le quitara el sueño. Ni siquiera se detuvo a pensar en que Mary no le acompañaba.

Aquella noche al fin pudo dormir. Sin pesadillas, sin el insomnio que hacía estragos en su rostro por las mañanas, sin problemas de su vida cotidiana. Y aunque creyera firmemente que la felicidad no duraba para siempre, no creería que terminaría tan pronto. Exactamente a la mañana siguiente, en la oficina de su jefe, el Viernes 3 de Febrero a las 9:10 am.

Fueron simplemente dos palabras. Dos palabras bastaron.

—Estás despedido.

Y aunque se hubiese imaginado el día en que llegaría aquel aviso, no sabía que le afectaría tanto como lo hizo. No, algo estaba mal. Podría pasar, pero no así.

No cuando estaba haciendo, finalmente, bien su trabajo.

Arqueó una de sus cejas, mientras veía una carpeta en el escritorio del gordo. 

—Vamos Watson, quiero tu puesto sin tus porquerías ya.

Después de la tormenta, sale el sol. Soltó un suspiro, profundo y prolongado. Y después del sol, vuelve la tormenta. Una mierda. Frunció sus labios. —¿Al menos sabe que debió haberme avisado? No sé, ¿Una puta semana antes, aunque fuera? — la molestia hacía presencia en su postura y tono de voz. El hombre se giró sobre su asiento de cuero negro, uniendo sus manos sobre su gran y asquerosa panza.

—Fue repentino, órdenes de los jefes.

Sin controlar sus impulsos, golpeó la mesa. —¡Al carajo los jefes! — tragó saliva antes de excusarse atropelladamente. —Lo siento, realmente lo siento. Bueno... es que, estaba haciendo bien mi trabajo, ¿Sabe? le cumplí con todas las fotos y ediciones que me pidieron e incluso más.

Vio al hombre titubear por unos instantes. 

—Era tu deber.

Deber. Entrecerró sus ojos, mientras dibujaba una sonrisa sarcástica. 

—Cumplí más de lo que debía.

—Bueno, no de forma satisfactoria.

—Oh, ya cállese. ¿Órdenes de los simios que controlan toda esta maldita revista? ¿Desde cuándo a esos les importa un simple empleado como yo para despedirme así como así? ¡Dudo que aunque sea me conozcan!

—No es mi culpa Watson, no te quieren acá. Tan sólo tienes que escucharte. Te echan por la misma razón de que eres un simple empleado que, aparentemente, ya no necesitan. Mi mayor pesar, pero ahora— apuntó bruscamente con su índice grasoso la puerta. —, largo de mi maldita oficina.

Y John se fue, no sin antes haber golpeado la nariz del imbécil que estuvo martirizándolo por meses. Despejó el lugar donde trabajaba, guardando tan sólo unos documentos y cables. Su portátil y cámara estaban como siempre: guardadas en la mochila negra que colgaba de su hombro derecho. No se despidió de nadie, porque no conocía a la gente de allí y ellos ni siquiera se percataron de su existencia.

❝Photography❞ ↬ JohnlockWhere stories live. Discover now