XVII. Secrets I have held in my heart are harder to hide than I thought.

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XVII. Secrets I have held in my heart are harder to hide than I thought.

Su inconfundible mirada se perdía en el abismal manto grisáceo que cernía la ciudad.

Era opaco, oscuro y gélido.

Y era precisamente de esa forma en la que se sentía; incoloro.

En un mundo interno, gris, desnutrido y polvoriento. Sin tonalidades que llegaran a pigmentarlo mientras está parado frente a un ventanal, adoptando aquella postura rígida que le habían enseñado en casa y perfeccionado en su adolescencia cuando hizo el servicio militar.

Y mientras su vista se perdía en los edificios que se alzaban tras aquel inmaculado vidrio, John, a pesar de todos los grandes esfuerzos que estaba haciendo por mantenerse sosegado; no podía evitar pensar encada detalle y reminiscencia que calara por su confusa y descompuesta cabeza. Cada recuerdo que podría turbarle por ínfimo que fuese, se contradecía con la decisión de continuar con una vida normal, y con que después de todo, el saber que nunca debió haberse cruzado con la idea de quién era Sherlock Holmes.

¿Por qué cada pensamiento debía remontarse al hombre?

¿Acaso estaba obsesionándose?

Eran las voces, y cada frase tan tentadora lo que lo hacía vacilar frente a la realidad dura y áspera, la misma que lo hace sentir inútil, mediocre y sobretodo estúpido.

¿Por qué simplemente, no podía dejar de pensar? ¿Por qué era tan dependiente?

Y por si fuera poco, ya sabía las respuestas. Las conocía a la perfección; porque cada día era la misma batalla a la que se enfrentaba cuando se revolvía entre las sábanas, insomne. Sabía que sus esfuerzos y sus propias convicciones no valían nada por el simple hecho de que era un mentiroso, al igual que todo el mundo, un débil e insignificante mentiroso.

Uno que incluso podía comprender a los drogadictos.

Porque cuando estás muerto en vida, y de pronto llega algo –o alguien- que te despierta de ese triste letargo, ¿Qué haces? Cuando pareciera que no tienes más fuerzas de continuar, y de pronto, por tus venas vuelve a correr la adrenalina; elevándote. ¿Qué haces? Lo pruebas, una y otra vez, hasta que te das cuenta que no hay un punto, quizás, sólo quizás de los que no tienen voluntad, de retorno. Porque aquello que te vuelve a abrir los ojos, te hace mal. Es dañino e inicuo, tanto como Sherlock Holmes.

Con aquellas palabras y actitudes tan crudas y rudas que le pertenecen. Las que en un principio intentaban apartarlo, y que ahora más que nunca, no lo quieren soltar.

«No te necesito, John»

«Por muy soportable que me parezca tu compañía no es que la necesite»

Pero, ¿No son todos los humanos así? Malignos; que alejan, hieren y mienten.

Personas que se supone que son familia y se marchan sin mirar atrás.

Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre ellos y Sherlock Holmes?

«Te necesito»

Es por eso que se cuestiona constantemente, ¿Qué hago?, cuando es la historia del que se hace llamar detective 'consultor' y el modo en que los demás le dicen que se aleje de él, lo que hace que todo se revuelva en su cabeza, porque teme. Y porque cree que quizás aquella actitud obsesiva del pelinegro que tanto raro placer y escalofríos le produce; es mentira. Que sólo son excusas para usarlo y obtener algo de él, como si de un burdo objeto de experimentación se tratase. ¿Y qué le quitaría si después de todo, por muy poco que durara el momento de aquel abrazo en aquel extraño y pequeño cuarto, le había dado todo lo que se le permitía?

❝Photography❞ ↬ JohnlockWhere stories live. Discover now