Capitulo 1

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Si las películas y los libros me han enseñado algo, es que Los Ángeles es la mejor ciudad con la mejor gente y las mejores playas. Así que, como cualquier chica que alguna vez haya pisado la Tierra, yo soñaba con visitar el estado dorado. Quería correr por la arena de Venice Beach, poner las manos sobre las estrellas de mis celebridades favoritas en el Paseo de la Fama, poder contemplar la hermosa ciudad desde el famoso letrero de Hollywood. Eso y todas las demás visitas obligadas para turistas.

Con un auricular puesto, dividiendo mi atención entre la música que canturrea en mi oído y la cinta transportadora que gira delante de mí, me esfuerzo mucho para ponerme
delante, en un espacio que esté lo suficientemente vacío para poder arrastrar y sacar mi maleta.

Mientras la gente a mi alrededor empuja y conversa en voz alta con sus parejas, chillándole que su equipaje acaba de pasar y la otra persona respondiéndole también a gritos que en realidad no era el suyo, pongo los ojos en blanco y me concentro en una maleta de color caqui que se aproxima.

Puedo discernir que es la mía por las letras que hay pintarrajeadas de cualquier manera en el lateral, así que agarro el asa y la saco lo más rápido posible de la cinta de un tirón.

—¡Por aquí! —grita una voz familiar hacia mi derecha.

La voz increíblemente grave de mi padre queda medio sofocada por la música, pero no importa lo alto que tenga el volumen, probablemente la oiría igual aunque estuviese a un kilómetro y medio de distancia. Es demasiado irritante como para ignorarla.

Cuando mamá me dio la noticia de que papá había pedido que pasara el verano con él, las dos tuvimos un ataque de risa ante la locura de esta idea.

Mi madre solía recordarme a diario: «No tienes por qué acercarte a él». ¿Tres años sin saber nada de él y de repente quería que pasase todo un verano con él? Lo único que tendría que haber hecho, tal vez, era empezar a llamarme de vez en cuando, preguntarme cómo me iba, introducirse suave y gradualmente
en mi vida, pero no, en lugar de eso, había decidido hacer de tripas corazón y pedir que yo pasara ocho semanas con él. Mamá estaba totalmente en contra.

No creía que él se mereciera ocho semanas conmigo. Dijo que nunca sería suficiente para recuperar todo el tiempo que ya había perdido. Pero papá se puso más insistente, más desesperado por convencerme de que me encantaría el sur de California. No sé por qué decidió ponerse en contacto conmigo de esta manera tan repentina e inesperada.

¿Acasoesperaba arreglar nuestra relación, que rompió el día en que decidió marcharse? Dudaba que eso fuese posible, pero un día cedí y lo llamé para decirle que quería venir.

Sin embargo, mi decisión no tenía nada que ver con él.

Tenía más que ver con la idea de pasar cálidos días verano y conocer playas espectaculares, y con la posibilidad de enamorarme de un modelo de Abercrombie & Fitch de piel bronceada y abdominales de infarto.

Además, yo tenía mis razones por las cuales quería estar a unos mil quinientos kilómetros de Portland.

Así que una vez dicho esto, no me siento particularmente emocionada de ver a la persona que se acerca.

Pueden cambiar muchas cosas en el transcurso de tres años.

Hace tres años, medía unos siete centímetros menos.

Hace tres años, mi padre no tenía el cabello visiblemente entrecano. Hace tres años, esto no habría sido incómodo.

Me esfuerzo muchísimo por sonreír, por esbozar una sonrisa para no tener que explicar por qué tengo una mueca fruncida permanente en los labios. Siempre es mucho más fácil simplemente sonreír.

Love You❤Where stories live. Discover now