Capítulo 4

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Hay momentos en nuestra vida donde creemos que todo es color de rosa, que nada nos pasará, que somos seres invencibles, y es ahí donde cometemos nuestro primer error convirtiéndonos en seres volubles y frágiles.

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Mi cuerpo se estremeció con el agua tan fría de la ducha, así que decidí salir bastante rápido antes de congelarme, hoy el día estaba demasiado frío como para salir pero debía ir al instituto.
Busqué en la puerta del baño mi albornoz y me lo pusé para salir a mi habitación en busca de mi ropa. Al entrar sentí un escozor en mi cuello el cual ignoré.

—¡Dylan termina de prepararte tenemos que irnos!—le grité a mi hermano mientras iba al armario.

Busqué una camisa de manga larga color verde, unos vaqueros ajustados, una bufanda de lana y me pusé mis adoradas botas. Miré mi maraña castaña llamada cabello, todo revuelto poniéndome a pensar en que anoche logré dormir mejor que un bebé, eso me hacia dudar en qué momento me había quedado dormida, ya que no recordaba nada.
Miré la hora en mi reloj y casi pegó un grito al observar la hora, eran casi las ocho de la mañana y perdería mi primera clase. Salí de mi habitación y bajé las escaleras de dos en dos. En la puerta ya estaba Dylan con su mochila esperandome impaciente.

Después de dejar a Dylan logré llegar al instituto con media hora de retraso así que busqué una mesa del patio para sentarme, ya que sabía que el profesor no me permitiría entrar a su salón. Suspiré al sentarme, hoy no era mi día.

—Hola niña— esa voz, hoy si que no era mi día, me volteé viendo a Alec y él rápidamente fijó su mirada en mí, mi cuerpo se sacudió en respuesta ante esa intensa mirada.

—¿No tienes algo mejor que hacer? Por ejemplo...—me hizé la dudosa—¿desaparecer?

—Wow si que tienes agallas para hablarme así nena—vi como caminaba hasta sentarse justamente frente a mí, miré al cielo tratando de buscar una explicación lógica del por qué mi vida era tan cruel.

—¿Nunca te han enseñado a preguntar antes de sentarte? ¿Y si estuviera guardándole el asiento a alguien?—vi como sus ojos se volvían más oscuros mientras que apretaba los puños.

—Yo me siento dónde quiera— dijo con el tono de voz bastante fuerte.

—Ups está bien señor bipolaridad—me levanté, decidida a irme pero lo escuché.

—¿A dónde piensas ir? ¿al salón?— me preguntó con burla, si, es bipolar.

—A algún lugar donde no estés cerca—vi una pizca de diversión en sus ojos pero así como vinó se fue, su expresión volvió a hacer fría y distante.

—Bien—bufé y seguí caminando.

Unos minutos después había encontrado la biblioteca, mi lugar favorito, presenté mi identificación como estudiante y rápidamente busqué una mesa donde pudiese sentarme. Tan pronto conseguí una mesa ubicada a lo último del pasillo saqué uno de mis preciados libros, mis lentes y comenzé a leer.
Como amaba la lectura, me transportaba en un inmenso mundo donde todo podía ser posible y donde solo existían mis personajes y yo.

No sabía cuánto tiempo había pasado hasta que sentí un toque en mi hombro. Miré a la persona que probablemente fuese la causante de que me volvierá asesina en éste instante por interrumpirme pero me encontré con la sonrisa tímida de Denisse y un chico al que no conocía. Éste era alto, su cabello castaño desordenado, tenía el cuerpo un poco delgado y llevaba unos lentes negros, el chico era bastante lindo pero de lejos se podía apreciar que era bastante estudioso. Sonreí y él hizó lo mismo.

Blood Mark Where stories live. Discover now