Capítulo 3 - ...Y el sol después de la tormenta

78 4 7
                                    

El tiempo pareció congelarse por un rato en el cual el silencio fue el huésped especial. Pero no era el tipo de silencio incómodo que habían experimentado unos momentos atrás – era un silencio bastante recomfortante, que creaba una buena atmósfera.

Y Tyler lo entendía. Agradecía que el chico a su lado no se burlara como los demás, o que al contrario, no le tuviese lástima o se compadeciera por él. Apreciaba ése silencio, y que no tuviera que decir nada, porque lo hacía sentir cómodo – sensación que creyó no podría volver a tener alrededor de otras personas.

Le gustó esa comodidad, y por una vez dejó de escuchar a su cabeza, y decidió dejarse llevar, y... confiar.

Comenzó a contarle la historia desde un principio, aunque omitiendo algunas cosas un poco vergonzosas, claro. Abarcó desde su renuncia a las chicas, hasta el episodio con la rubia malvada que lo apuñaló por la espalda y sus consecuencias al día siguiente. Además de como sus supuestos amigos no hicieron nada por defenderlo del idiota de Fritz y su enorme humillación.

"Así," suspiró cansadamente "es como terminé en el baño, cuando me encontraste." Terminó la narración, girándose despacio hacia él, sin importar si tuviese algo que responderle. Comprendió que de alguna manera... disfrutaba de su presencia. Y lo aliviaba haberle contado todo a alguien a modo de descarga. Fue como sacarse un peso de encima.

Los ojos dispares del chico frente a él tenían un brillo especial, y supo que estaba compadeciéndose de él.

No lo hagas, rogó.

Y como si lo hubiese escuchado, se formó en él algo así como una sonrisa, y al fin dijo algo.

"Te dije que contarle a alguien tu situación te haría bien." Hizo un gesto con la mano, señalándolo. "Sólo mírate, te ves mucho mejor ahora."

El de ojos azules inconscientemente dirigió su mirada al suelo. "Sí... aunque debo admitir que no fue fácil." Dijo suavemente. Volvió a levantar su mirada, ésta vez mirando hacia el frente en la pared, y volvió a hablar. "Pero, dime... ¿Por qué pude confiar en una persona totalmente desconocida en vez de mis propios amigos?"

Era una pregunta más para sí mismo, pensada en voz alta – retórica. Aún así, el otro contestó ausentemente.

"Creo que es como lo que te mencioné hace un rato – a veces no sólo debemos encontrar nuestro lugar, sino también nuestra gente." Después de decir eso, imitó la posición que había adoptado el menor un tiempo antes, abrazándose las piernas, y continuó. "Muchas veces... la gente de nuestro entorno sólo está allí porque es una coincidencia, pero descubrimos que hay personas que no son las adecuadas."

"Entiendo eso. Pero, ¿después de tanto tiempo?" Preguntó el otro, y luego levantó un poco la voz. "Digo, vamos. ¿Esas personas con las que compartí tantos buenos momentos, que estar con ellos era tan común como respirar?"

"Ahí está. Tú lo dijiste: buenos momentos. Cierta gente, y más los adolescentes, no sabe afrontar las situaciones malas o difíciles. Y a algunos..." Parpadeó varias veces antes de seguir. "Simplemente no les interesa. Son también los que muchas veces cuando tienen un problema ellos mismos, se lo guardan muy dentro para no obtener la misma respuesta de los demás."

Ciertamente sus amigos nunca habían tenido problemas. O por lo menos, nunca habían mencionado ninguno. En todos sus recuerdos estaban allí, riendo y pasando un buen rato. Siempre había sido así.

Cerró los ojos, dolido.Tenía razón.

"Sigo sin entender por qué haces esto... no te conozco." Mencionó despacio, mirando por sobre su hombro hacia el lado contrario, dando vuelta la cabeza. Al cabo de unos segundos oyó un suspiro.

"Oye, sabes mi nombre, ¿verdad? Entonces no somos desconocidos." Corrigió el mayor.

"Pero... me refiero a--" Su protesta fue interrumpida por la misma mano que anteriores veces había sentido, la cual aterrizó en su hombro izquierdo, haciéndole girar el cuello y mirarlo nuevamente.

"¿Qué más necesitas saber? Lo demás no interesa." Afirmó con la expresión más seria que hubo tenido hasta ese momento. "Estoy aquí. ¿No es eso suficiente?"

El chico sintió como ese ojo negro, y ese ojo violeta lo observaban profundamente, con el brillo especial que habían adquirido antes, inundándolo de una confianza ciega.

Ése chico... era realmente distinto. A todo lo que conocía.

Sentía que sus palabras se basaban en la experiencia – quizá había sufrido mucho más que él. Pero al mismo tiempo era como si quisiera ocultarlo. Cómo si junto a esa empatía y tolerancia se encontara una terquedad y reserva de su privacidad que las acompañara. Qué carácter más... contradictorio.

Lo vio inclinar su cabeza muy ligeramente y mirar hacia una esquina en silencio.

"¿Q-qué–?"

"Shh." Lo calló, y después de unos segundos, deslizó su mano hacia el bícep del brazo del menor, y tiró levemente de él mientras se levantaba, obligándolo a el también hacerlo.

"Pero afuera está– ¡Ah!" Se interrumpió al chocarse contra el techo de plástico.

Mientras se frotaba la cabeza con una mano, era arrastrado por el otro dificultosamente hacia una de las salidas.

El mayor lo soltó, y parándose en el borde le dijo "Te veo abajo", y desapareció por la resbaladilla, pero no sentado.

El de ojos verdes se sorpendió, pero un impulso hizo que lo imitara, y llevando los dos pies juntos se deslizó por allí, dejándose caer, resbalando por el agua que había en la superficie de plástico, mojándose las zapatillas. Bajó tan rápido, que creyó no poder aterrizar, pero en el aire volvió a sentir la presión alrededor de su brazo, perteneciente a la palma del mayor. Lo que le permitió pisar el suelo sano y salvo.

"Aterrizaje perfecto." Bromeó estirandose la sudadera sobre el pantalón. Cuando volteó a mirar al otro, éste le hizo un ademán con la cabeza, indicándole que mire hacia arriba.

No se había dado cuenta que eso era lo que el otro había notado allí adentro, y por lo que los hizo bajar.

Había dejado de llover.

El cielo se encontraba un poco gris y espeso todavía, aunque se había descubierto el sol, amarillo y radiante. Pero algo en ese paisaje era totalmente hermoso.

"Un arcoiris." Señaló Ian, y el otro sonrió.

Quizá la lluvia si tenía algo bueno, después de todo.

Escape - enfrentar la realidad (yaoi/gay) [Hiatus]Where stories live. Discover now