Capítulo XXI

901 95 18
                                    

Hospital.

Al momento que los paramédicos y equipo de rescate llegara a auxiliar al pequeño Jon, alejaron a Damian del menor y no le permitieron acercársele en ningún momento hasta que se lo llevaron al bordo de la ambulancia peleando con mantener aún vivo al pequeño niño.

Alfred tuvo dar la horrible noticia al resto de la familia, mientras Damian sin esperar un segundo enfocó toda su rabia contra el castaño, Chris no le negó ni discutió nada porque sentía la culpa de ello pero la discusión dio por terminada al momento que el Pennyworth se dispuso a mandar a ambos chicos a sus habitaciones en forma de castigo hasta nuevo aviso, ninguno le rechistó para su sorpresa.

Sin embargo, cuando Damian se encerró en su habitación solo se cambió con rapidez su ropa como de forma rápida se curó su tobillo derecho lastimado. Ya arreglado, tomó su mochila con algunas cosas y salió por la ventana de su cuarto y de manera silenciosa y ágil escapó de la mansión, sabía cuánto tiempo tenía antes de que Alfred se daría cuenta de que todo estaba demasiado callado y calmado.

Corrió hasta llegar a las calles de Gotham, donde siguió su rumbo hacia el hospital general de Gotham donde no se le hizo difícil entrar y se acercó a la recepción por información del menor, siendo enviado a una pequeña sala de espera por noticias del mini Kent que aún estaba en quirófano. Se quedó allí esperando solo, había apagado su celular para no recibir llamadas ni mucho menos lo rastrearán su padre que de seguro para este momento debe haber llegado a la mansión o vendrían de forma directo al hospital; era lo que menos le importaba en esos instantes ahorita todo lo que quería era escuchar al medico el estado de su pequeño tonto, deseando que esas hallan sido sus últimas palabras cruzadas con el menor.

Después de unas tortuosas dos horas un médico arribó a donde estaba, y dejándole ir a ver a Jon que permanecía en cuidados intensivos. Al entrar lo vio en la camilla, más frágil de lo que podía imaginar, sus brazos tenían varías vendajes y sus dos piernas enyesadas y su frente vendada (sin contar las tres costillas rotas, la columna fracturada y una conmoción cerebral), trago grueso y se obligó a caminar a donde estaba el pequeño cuerpo del niño de 12 años. Al estar cerca de la cama de Jon, tomó su mano con suavidad con miedo a que esta se rompiera o lastimara por su estado tan lamentable que presentaba el menor, tenía el impulso de darle un beso justo encima de aquellas vendas en su frente pero seguía con el sentimiento de no causarle más dolor y en su lugar se lo dio en la mejilla cerca muy cerca de la comisura de sus labios.

No supo cuánto tiempo se quedó allí, porque había tomado una silla que se encontraba en el rincón de la habitación para ponerla cerca de la cama de Jon y así estar más como y cerca de su chico de ojos como el mar, no había soltado su mano en ningún momento de toda la noche y aún menos cuando él cayó preso de las brazos de Morfeo. Cuando se despertó al día siguiente, se dio cuenta que aún sostenía su mano pero sobre sus hombros reposaba una chaqueta que no era de su propiedad, al reincorporarse escucho cómo alguien le decía:

-Buenos días, Little d-era ún voz que intentaba ser alegre pero se notaba a lenguas de distancia que estaba melancólica y dolida. Damian, se giró buscando el origen de la voz que tan bien conocía, encontrándose cara a cara con el circense.

-Dick-murmuro algo sorprendido-, espera, ¿Padre, también está?-demandó con rapidez, importándole poco mostrar su desespero o más bien sus sentimientos al mayor. Dick, asintió débilmente y agregó el lugar exacto donde se encontraba el príncipe de Gotham.

Ambos chicos se quedaron platicando por un corto periodo, porque el mayor tenía que irse a cuidar a sus dos demonios y a la vez consolar a Alfred y Chris que estaban con corazón en la garganta, más que todo el castaño con la culpa carcomiéndole el alma. Al quedar nuevamente solo, Damian miró al menor que aún reposaba en esa pulcra cama, dormido y sin señales de que despertaría pronto de este; dio un corto suspiro de pesadez pocos momentos antes de levantarse y darle un pequeño beso encima de ambos ojos cerrados del chico, y después un pequeño y corto beso en el dorso de la mano con suma delicadeza.

Es problema de gatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora