Capítulo 1 "Nada es lo mismo"

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Sonó el despertador como todos aquellos días donde la misma escena se había repetido, ya estaba acostumbrada a despertar cuando él se había ido. Me removí un tanto incómoda en la cama, gire sobre mi cuerpo desnudo a la izquierda teniendo así una excelente visión de su cuerpo desnudo saliendo de mi baño, con el sol a primera hora de la mañana reflejando la perfección de su piel.

—Buenos días, preciosa —lo escuche decir mientas caminaba con paso seguro hasta la cama.

Se veía fantástico de esa manera, con el cabello revuelto tan rizado y rebelde.

— ¿Por qué aun estas aquí? —dije en un tono un tanto sorprendido.

Conocía a la perfección el método de Michael Jackson, un par de noches, palabras bonitas, no mentiras y adiós, pero en ese instante no sabía como sucedía lo conocido como "nuestro", habían pasado seis meses desde la primera vez. Creí poder dejar de contar el tiempo luego de aceptar estar enamorada de él, también luego de haber aceptado tener el título de ser su novia, pero no. El tiempo continuaba trascurriendo, los días pasaban y ahora era cuando más comprendía mi error, no era muy diferente a esas chicas a quienes les dedicaba una sonrisa cada mañana, a quienes invitaba a cenar de vez en cuando así como a sus viejas amigas, podía ser su "novia", pero tanto el título como su confesión de amor se esfumaron pasadas mis tres noches con él.

—Porque tal vez hoy no deberíamos ir trabajar —respondió metiéndose a la cama de nuevo.

—Lo siento niño rico, pero yo si necesito trabajar —me levante de la cama abruptamente cubriéndome con una sabana intentando mantener el equilibrio.

— ¿Qué haces? —se burló.

—No quiero que veas mi cuerpo desnudo.

—Jajaja, pues yo tengo imágenes muy claras de tu cuerpo desnudo en mi mente —se levanto, camino lentamente hasta donde me encontraba y dejo a la sabana se resbalar sobre mi piel.

—Basta, debo irme y... —puso su dedo sobre mis labios.

—No digas nada, solo déjate llevar.

—Michael, basta, tenemos cosas muchos pendientes... —me callo con un beso, y en vano trate de no corresponder pues rechazar sus labios seria igual a rechazar un regalo de navidad.

—Podemos quedarnos... No pasara nada, te lo prometo —susurro separándose sólo un poco de mis labios.

Me beso una y otra vez hasta que me llevo a la cama de nuevo. Trataba de no pensar en nada pero era simplemente imposible, tanto trabajo pendiente en mi escritorio y sus promesas vacías me impedían poder dejar la mente en blanco.

—No, en serio tengo mucho por hacer, he dejado pendiente el trabajo de la semana pasada y...

—Señorita Presley, una de las mejores reglas inventadas por los Jackson es "Mantener al jefe feliz es la prioridad".

—No cuando esta fuera de la jornada de trabajo.

Mmh —se acerco para comenzar a besar mi cuello—. Si nos quedamos un poco más no pasara nada, además no puedes ni vas a negarte, ¿O sí?

Tenía razón, mi piel estaba completamente erizada al erótico roce de su piel, estando ahí frente a la cama, completamente desnudos a los rayos intensos del sol reflejados en mis paredes blancas.

¿Cómo un solo hombre podía ocasionar un millón de sensaciones a la vez?

A lo largo de esos seis meses había podido comprender cosas sobre él que ignoraba desde tiempo atrás. No había una sola chica con las facultades de resistirse a él y bueno, en realidad cualquiera se dejaría engañar por su cara angelical, con esos ojos conteniendo el más letal de los venenos, ternura. Esos grandes ojos marrones podían atraparte en menos de un segundo, el misterio dentro de sus pupilas era inigualable, sin embargo, como si con eso no fuera suficiente también contaba con la pasión desenfrenada de un rojo escarlata a la luz de las velas, estaba completamente segura y podía afirmarlo mil veces, él era el sueño erótico de cualquiera, todas las chicas buscaban hacerlo feliz por una simple noche, cualquiera con un poco de cerebro se conformaría con eso, pero por alguna razón yo no quería ser su chica de una noche, yo necesitaba más que ser su juguete, yo quería más de una noche, aunque al final me acostumbre a la idea de ser una más en su vida. Deje de tomarle importancia a los pequeños placeres de la vida, podíamos vivir prácticamente juntos y aun así nunca me sentí tan sola.

—Michael, debemos ir a trabajar —me levante de la cama sin volver la mirada.

Aah, ¿tan rápido? un rato más por favor

—No, es tarde —musite con rectitud.

—Pero si le pedimos permiso al jefe... —se incorporó pegando su pecho a mi espalda—, espera, yo soy el jefe y podemos faltar -trato de besarme de nuevo pero antes de permitirle atraparme en su telaraña de nuevo me dirigí al baño para darme una larga ducha, buscando olvidarme de todo.

—Te esperare estando así —le escuche antes de cerrar la puerta del cuarto de baño.

Realmente necesitaba una ducha, podía sentir lo pegajoso que estaba mi cuerpo por su sudor y el mio juntos. Unte el jabón en todo mi cuerpo abandonándome a la sensación del agua golpear gentilmente mi cuerpo así como su exquisito olor a vainilla estaba impregnado en toda mi piel, cuando termine de lavar mi cuerpo tome una toalla y envolví toda mi desnudes, me acerque a aquella superficie reflejante, el vapor del agua que empañaba el espejo donde me observaba sin reacción aparente era la imagen pura de mi desagrado. No me gustaba nada de ese reflejo,  las comisuras de mis labios habían olvidado como elevarse sinceramente, mis ojos estaban muy opacos a comparación de aquella mágica noche en mi cumpleaños, ahora tenía en la mente la frase de mi madre "Nada es como lo planeas".

El vapor se libero en cuanto abrí la puerta y reposando sobre la cama se encontraba él ya vestido con un traje negro que lo hacía verse realmente atractivo.

—No estoy desnudo, pero igual estoy esperándote.

Bajé la mirada, obviamente ser paciente no era una de sus mejores virtudes. Escuché como sus pasos le acercaban hasta donde me encontraba, me tomó la barbilla para hacerme mirarlo directo a la cara, repasé su cuerpo con cuidado mientras llegaba hasta sus ojos, me dio un beso pequeño en los labios.

— ¿Te quedaras mirándome o iremos a la oficina? —preguntó con una ligera arrogancia.

—Es hora de irnos —mencione mientras salía de la habitación.

— ¿Sabes? tengo algo de hambre, ¿Te parece si pasamos antes a desayunar?

—Me da igual me iré en mi auto.

Se puso en la ventana y soltó una risa sin razón aparente para mí.

—Yo creo que no —repuso burlón.

— ¿De qué hablas? —mire por la ventana al igual que él.

—Mierda —maldije por debajo, una grúa estaba llevándose mi auto, la prisa por llegar el día anterior no me permitio recurrir a mis habilidades para dejar el auto bien aparcado en mi estacionamiento.

—No te queda de otra mas que ir conmigo —sonrió con orgullo por el triunfo obtenido.

Salimos de mi casa apenas puse los zapatos sobre mis pies, arrancó el murciélago cuando yo miraba por la ventana.

6 meses, Agosto nos cubrió con su primera mañana, y la cuenta regresiva para el cumpleaños de Michael había comenzado, hablar de su cumpleaños me recordarla a lo especial de mi cumpleaños número 27, la realidad había llegado a mí el 2 de febrero con su cuerpo desnudo a mi lado... Yo lo quería, lo quería demasiado, tal vez hasta esa mañana llena de indiferencia continuaba enamorada de él, pero ya no estaba segura de sus sentimientos por mí.

—Siempre piensas demasiado —comentó una vez aparcado el auto a las afueras de un restaurante pequeño.

—Esta vez no pienso mucho —susurré cuando estaba fuera del auto—. Pienso en que nada es lo mismo.

Y tal vez jamás lo volvería a ser.

Soñando Con Los Ojos AbiertosWhere stories live. Discover now