Capítulo | 3 |

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Abro la puerta y ahí está, como viene haciéndolo todos los días desde hace una semana. Ruedo los ojos sacando mi abrigo y mis zapatos, cruzo mis brazos a la altura de mis pechos y camino hasta donde está él sentado en el sofá, mi sofá. Con mi pastelito de chocolate casi entrando a su boca, levanto un dedo y el pastelito automáticamente se dirige a mi mano.

—¿Qué no tienes casa? —Lo interrumpo cuando se disponía a contestar— ¿No estudias? ¿No tienes amigos o una loca novia a la que llevar al cine y fingir que te interesa todo lo que dice?

—Sí, sí, sí —Frunce el ceño y después sonríe—. Es sólo que nunca había tenido una amiga... ¿Cómo se llaman? ¿Árboles? ¿Ardillas? No lo recuerdo muy bien, además te ves sola y amargada y con necesidad de amigos.

Abro la boca con sorpresa, que idiota.

—En primera, somos Alaricks, no ardillas ni árboles. En segunda, no necesito amigos, me gusta la soledad y tú no eres alguien de quién me gustaría ser 'amiga'. En tercera, sí, cometí el estúpido error de revivirte ¡Supéralo! Ve y continúa tu aburrida vida y déjame en paz, sé un humano aburrido que se casará con una chica y tendrán mil hijos para luego envejecer solo.

Abre la boca titubeando palabras que no logro entender, lo observo con detenimiento mientras ajusta las agujetas de sus Converse blancos. Se levanta haciendo que retroceda un poco, me mira.

—Tiene razón, iré con MIS amigos, con MI novia a vivir mi patética vida humana, claro. Como nosotros no tenemos poderes creen que pueden venir a decirnos que hacer —Camina hasta la puerta para después girarse, levanto una ceja riendo ante su expresión—. Espero te vaya bien brujita... o lo que seas.

Y sale, me tiro en el sofá cerrando los ojos, diciéndome que es lo correcto. Tener amigos humanos no es bueno, mis poderes son inestables y podría causar mucho daño si nos los controlo. Los humanos no son buenos, eso es lo que solía decir la tía Lucinda, y muy dentro de mi sabía que ella tenía razón al igual que mamá.

Todo estaría bien, tenía que estarlo.

[=]

Dos semanas, dos semanas en las que había conseguido un poco de información de alguien que me ayudaría a desaparecer. Conseguir información aquí en California no era mucho problema, el problema se encontraba principalmente en encontrar a la persona correcta ya que parecía que se lo había tragado la tierra. También habían pasado dos semanas desde que aquél chico había desaparecido de mi vida, lo cuál era bueno porque me había librado de un problema. Awakening, era lo único que había podido conseguir, no sabía si era una cosa, un lugar, una persona, o tal vez ni siquiera existía. Me encontraba en la caverna de Tory's el lugar en el que cualquier ser sobrenatural se encontraba para desaparecer del mundo humano por un momento.

La campanita sonó cuando empujé la puerta, cerré los ojos maldiciendo. Caminé con la seguridad que no poseía hasta la mesa del fondo donde el hombre que había contactado se encontraba, las miradas eran dirigidas a mi como dagas a mi cuerpo, en este lugar se podía encontrar de todo, desde asesinos, desterrados, hasta la más blanca palomita. Tomé asiento frente a aquél hombre de ojos color azules pero en forma como de un gato, una barba tan grande que probablemente llegaba hasta más allá de su cintura, cabello completamente blanco y sonrisa inminente.

—Necesito un favor.

—¿Qué clase de favor? —Alzó una ceja— Uhm, ya veo. Awakening —Sonríe—, tal vez lo conozca, tal vez no.

—Sal de mi cabeza. —Reproché.

—Sí, sé donde puedes encontrarlo, pero a cambio de que te diga donde está yo también quiero un favor.

Princesa Híbrida© | #1 |Where stories live. Discover now