Capítulo 1

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Mariposas al vuelo:

Somos mariposas, sin rumbo fijo. Pequeños humanos que vivimos engañados. Minúsculos granos de arena en un desierto.

Mariposas, llenas de color y alegría, que nunca se decantan por escoger bien la flor correspondida. Cuando por fin llega a la flor, esta cierra sus pétalos.

Cuando llega el invierno, las mariposas desaparecen porque llega el frío. Días fríos y gente con jaulas frías que quieren atrapar a preciosas mariposas.

Somos gente sin rumbo, que pensamos en el futuro y nos olvidamos del presente.

Efímeros, fríos y gente con ganas de atrapar mariposas. Es más, la mariposa quiere ser libre de una vez por todas.

Personas que cuando atrapan mariposas son avariciosos y siempre quieren y quieren más. Llega al día en que esa jaula esté a rebosar de mariposas y ese grano de arena se conforme con una sola.

Dejemos de ser esclavos los unos de los otros, y empecemos a vivir como mariposas.

Termino mi nueva entrada de mi blog y cierro el portátil. Ultimamente estoy escribiendo constantemente en mi blog desde que me mudé a esta caótica ciudad. Me levanto de la silla y voy a la pequeña cocina, donde me sirvo una taza de café, para espabilarme. Entre tantos estudios, escribir pequeños fragmentos en el blog... No tengo tiempo ni para dormir. Suena la suave melodía de un cantar de un pájaro, mi móvil. Lo descuelgo al instante.

- ¿Si?

- Si no te llamo, ni me llamas guapísima- me dice una voz masculina.

- ¡Will, que sorpresa!

Se trata de Will, una de las mejores personas que he podido conocer en mis días. Tal y como lo conocí en mi instituto supe que sería muy importante en mí, y así ha sido desde ese día. Lo que más me gusta de él es su sinceridad, su entusiasmo y su gran corazón.

- ¿Cómo lo llevas en la gran ciudad?

- Adaptándome, todo es muy difícil en la capital.

- Sabes que te podrías haber quedado conmigo, con tu familia y los demás en el pueblo, hay que afrontar todas las situaciones.

- Will, sabes de sobra que me encantaría estar allí con ustedes... Pero necesitaba otros aires frescos para emprender mis días.

- No te insistiré más, ya sabes que me tienes para todo.

Y con esa respuesta tan fría, me cuelga. A veces es muy cabezota  y el tema de que yo me fuese a estudiar lejos de él... No lo ha sabido llevar muy bien.

Estoy un poco agobiada en el apartamento, cuando me colgó Will aproveché para limpiar esta leonera... Se puede decir que últimamente no estoy muy organizada. Harta de estar encerrada, decido salir un rato y conocer el barrio en el que vivo.

Todavía no conozco a nadie vecino, e incluso todavía no sé muy bien los supermercados cercanos. Debería de salir más y aprovechar las tardes buenas para ir a un parque. Camino, camino sin pensar en nada concreto, mi vida es un maravilloso desastre que me encanta solucionar. Cuando llevo aproximadamente media hora andando, encuentro un bar pequeño, todo decorado rústicamente y con un aspecto tranquilo. Miro la hora y como es temprano, decido entrar para tomar algo.

Hay varios sillones blancos, aunque todos los muebles son de color madera provenzal. El ambiente es tenue, tranquilo y sereno, el sitio perfecto para estudiar o escribir. También puedo observar que hay varios jarrones con flores rosas, lo cual me encanta todavía más. Veo una pareja de jóvenes enamorados compartiendo un helado de fresa, lo cual nunca he podido experimentar, ya que no he tenido pareja.

Pétalos sueltos.Where stories live. Discover now