Capítulo 2

24 4 0
                                    


Tras una larga mañana en la universidad llego al apartamento, donde me doy una ducha rápida y almuerzo algo ligero. Tengo la costumbre de almorzar con algún video o serie, así que hoy opto por un vídeo de Youtube.
    También aprovecho de que tengo un hueco libre y escribo una entrada en el blog:

Nuevo comienzo
Nunca dejamos de aprender. Las malas experiencias dejan huella en el asfalto quebrado, dejando suaves recuerdos de todos los que lo han pisado.
Empezamos un nuevo mes, un nuevo camino en el que pasarán muchas personas. Los problemas no pasan y ninguno es efí­mero. Lo que si es efí­mero es la amistad por conveniencia, la cual todos alguna vez la hemos tenido.
Quiero dar un nuevo rumbo a mi camino, quiero dejar de plantar semillas para siempre recoger el mismo fruto. Quiero cambiar, no me gusta ser monótona. Mis amigos, los pocos que van aguantando conmigo todas las tempestades, son los que mejor llevo guardados en mi corazón, por los que arriesgaría por ellos.
Quiero cambiar mi historia, matizar mi personalidad, ser más fuerte. Quiero ser respetada y respetar. Quiero aprender que la derrota no es el final sino el comienzo de una aventura. Quiero ser más perfeccionista, porque todo en la vida se puede mejorar. Me encantaría poder guardar todos los recuerdos malos en una caja bajo llave, solo guardándome en el corazón las enseñanzas.
Si bien voy a comenzar mi nueva vida, también necesito nuevas cosas, y lo anterior es mi nueva lista de objetivos. Si bien, no voy a cambiar de ser la efí­mera, es un significado que me gusta y se adapta a mi vida.
Un comienzo que espero que sea perdurable, y que se vaya adaptando a mi nueva forma de vivir.

Termino la entrada satisfecha y cierro el portátil. Ya no tanto, pero antes estaba conectada constantemente con el pasado. Siempre recordaba las malas experiencias que viví. Me costó bastante no llorar con cada recuerdo, me esforcé muchísimo. También Will me ayudó bastante, lo echo mucho de menos. Lo conocí en el instituto, era un alumno nuevo y  lo pusieron al lado mío, ya que nadie se quería acercar a mi. Aún lo recuerdo...

Nueve años antes.

- Hoy viene un alumno nuevo, espero que lo tratéis bien- dice la profesora.

Estoy sentada en la primera fila y sola. Toda la clase tiene compañero de mesa menos yo, ya estoy acostumbrada. Desde hace bastante tiempo me apartan, me insultan por tener diferentes gustos. Me siento sola y angustiada, a veces hasta me planteé dejar de sufrir e irme.
- Perdona, me han dicho que me tengo que sentar contigo.
Levanto la vista y me encuentro un chico con el pelo castaños. Tiene unos ojos cristalinos y una sonrisa fija en su cara. Va vestido con el uniforme, al igual que todos.
- ¿Seguro que te quieres sentar conmigo? - le digo con voz temblorosa.
- ¿Por qué no iba a querer sentarme?

Actualidad
Desde ese día que nos sentamos juntos comprendí que seguía quedando gente con corazón. Me defendió cuando me insultaban y me pegaban. Siempre venía a mi casa a estudiar y jugar. Me cuidó todos los años de mi vida... Y ahora le he dejado solo, todo por un capricho de irme a la cuidad. Quiero oír su voz, así que decido llamarlo.
- Ya te echaba de menos- me dice con su cálida voz.
- No sabes cuánto te echo de menos. Echo de menos hasta tus tartas inventadas.
Oigo una risa al otro lado de la línea.
- ¿Y si me voy a Madrid contigo? Ya he terminado el curso de fotografía y allí hay más posibilidades de que me acepten.
Me da un vuelco al corazón. Comienzo a chillar y a ponerme histérica. Cuelgo, prometiéndole que no le va a faltar de nada en el piso. Corro a la habitación de invitados y le pongo las sabanas. Me ha dicho que va a coger el vuelo más temprano posible. Hace muchísimo que no le veo, meses. Meses sin sentir su aroma, sin ver sus pecas. Las personas siempre se creían que éramos pareja porque estábamos todo el día juntos. Me ha ayudado bastante, es mi hermano de otra sangre, no lo puedo ver como pareja.
Horas más tarde.
Estoy en el aeropuerto de Barajas con un gran cartel que pone: "Pecas ven conmigo".
Odia que le diga pecas pero bueno... a mí me da igual. Observo como las familias se abrazan tan tanto tiempo sin verse. Parejas que se besan y se abrazan. Amigas que transmiten alegría. Miro al frente y allí lo veo, con el jersey rojo que me encantaba desde siempre. Me ve y empieza a correr a mi dirección, con esa sonrisa luminosa. Suelta la maleta a un lado y me da un fuerte abrazo, ese abrazo que me ha servido de consuelo durante muchos años.
- Estás mucho más mayor- me dice sonriendo.
- Tú... sigues igual- le digo riéndome.
Me da un último abrazo y nos vamos al parking, donde tengo mi coche.
- Que chulada el coche en persona, en la foto parecía más antiguo- me dice mientras se sube en el asiento de copiloto.
- Antes de ir a el apartamento te voy a llevar a una cafetería, que hay que brindar como en los viejos tiempos.
- Eso por supuesto.

Llegamos a la fantástica cafetería que descubrí el otro día paseando. Nada más entrar me invade el suave olor a café y las charlas que mantienen varios clientes. Entro sonriente con Will hasta que miro a la parte izquierda, donde me senté el otro día y me encuentro con la última cara que quería ver en el planeta. Su maravillosa sonrisa blanquecina, sus ojos que me daban refugio y su olor a mar. Nos miramos, yo congelada, él esperando. 

- Mía, ¿me echabas de menos?

Nada ha cambiado, parece que los ocho años que han pasado se hubieran quedado congelados y ahora se hubieran puesto de nuevo a funcionar. La única diferencia es que ya no siento nada, asumí de que ya no volvería a aparecer.

- Sigues siendo igual de persuasivo, Juan

Pétalos sueltos.Where stories live. Discover now