Acorralado.

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Charles se obligó a pronunciar alguna palabra, pero al parecer su cerebro había decidido desconectarse de su lengua, y se quedó simplemente boqueando como un pez fuera del agua.

- Charles...? - La profunda voz lo sacó de su sopor. - Me dejarás pasar? - 

- No entiendo que haces aquí, Erik.- Charles intentó fingir un tono firme, pero la presencia del alfa lo perturbaba. 

- Viajé miles de kilómetros para llegar aquí, imagino que aún guardas un poco de tu buena educación y me permitirás entrar, verdad? - Erik intentó ocultar su irritación sin mucho éxito. Ese pequeño ser grosero, con ese aroma empalagoso que no podía identificar con nada lo ponía de muy mal humor.

Charles se hizo a un lado, y lo dejó entrar. Nada hubiese deseado más que cerrarle la puerta en la cara, pero si Erik se había tomado la molestia de viajar hasta un pequeño pueblo de Inglaterra, y pisar un pequeño y viejo departamento, es que algo grave ocurría.

Erik observó el interior de la vivienda con aversión. ¿Cómo se suponía que alguien que había pasado toda su infancia en la comodidad de una mansión con todas las letras, ahora era feliz en tan minúsculo espacio?

- Si vas a seguir mirando mi casa con esa expresión de asco, puedo abrir la puerta e invitarte a que te retires.- Charles lo enfrentó sin rodeos. Odiaba a las personas que miraban con desprecio el esfuerzo de otros sólo por considerarlo poca cosa. Él se había alejado de un entorno cargado de ese rasgo, y no necesitaba que Erik volviese para recordárselo.

- Sólo observaba, Charles. Intentaba entender que es lo que tiene este adorable lugar que te atrapó hace tantos años...- Erik enfatizó la palabra "adorable" con clara ironía.

- Éste adorable lugar me dio lo que nunca tuve en mi infancia, la noción de un hogar. No estoy seguro de que puedas entender el concepto.- Charles lo miró con altivez, no se dejaría acobardar por los comentarios sarcásticos de su visita.

Erik estudió el rostro enfurecido de Charles. Tenía el ceño fruncido, la nariz pecosa arrugada, y sus labios eran una delgada línea sin expresión... ¿Cuántas pecas tendría en esa pequeña nariz...?

- Erik, me estas oyendo? - Charles tenía los brazos cruzados y lo estaba mirando con mayor disgusto, si es que eso era posible. ¿Qué había preguntado? No lo estaba oyendo realmente. Que estúpido era.

- Lo siento, estaba pensando en un llamado importante que olvidé hacer. ¿Qué decías? - Erik lo miró impasiblemente.

- Te pregunté sobre que es lo que debemos hablar.- Charles hundió sus manos dentro de sus mangas y comenzó a juguetear con la tela del pullover. Intentaba mantenerse sereno pero el misterio de la visita de Erik lo ponía nervioso.

- Ah, sí. Eso. ¿Puedo tomar asiento? - Erik observó el raído sofá y luego miró a Charles.

- Si no te molesta contaminar tu costoso traje con la tela de mi sillón...-

- Ya déjate de tonterías, Charles. - Erik se sentó cuidadosamente, y lo observó fijamente. - Te recomiendo que tu también tomes asiento, ésto es algo serio.- 

Charles sintió que se le revolvía el estómago. Algo no iba bien, estaba seguro... 

Una vez que se hubo sentado frente al inquietante alfa, éste comenzó a hablar y explicó paso por paso lo que había descubierto su abogada mientras intentaba concluir el traspaso de acciones.

- Así que si no nos casamos, no sólo no podremos efectuar la compra de tu parte de la empresa, si no que no podremos tocar un sólo centavo de nuestras respectivas cuentas.- Erik lo miró fijamente, podía notar como había desaparecido el color del rostro del omega.

- No puede ser... qué clase de cláusula es esa? No tiene sentido! - Charles se puso de pie de golpe, y comenzó a caminar nerviosamente de un lado al otro por la sala, mientras Erik lo seguía con la mirada. 

- No lo tiene, pero la cláusula existe, Charles. - Erik se mesó el cabello con impaciencia. Necesitaba la cooperación por parte del omega o podría perder todo. - No sé en que pensaban nuestros padres, pero no puede ser tan complicado. La gente se casa todo el tiempo por conveniencia.- 

- Por supuesto que no podía esperar nada mejor de ti que ese detestable comentario.- Charles le dedicó una mirada de absoluto desagrado. - Sabes? no sé como vives tu vida emocional, pero para mi las relaciones no son una mera transacción empresarial. Me mueven los sentimientos, no el interés.- 

Erik se levantó abruptamente y en dos zancadas se acercó a Charles y lo tomó por los brazos.

- Mira, Charles. Hasta aquí he tenido paciencia. Entiendo que jamás te importó la empresa, entiendo que huyeras en busca de una vida hippie y descontracturada en tu afán de niño rico rebelde, pero por el contrario yo me dediqué al legado de nuestros padres desde siempre, y desde que ellos murieron el único que llevó la carga de eso fui yo. Y sabes qué? no me molesta, vivo por y para esa empresa, pero justamente por eso no permitiré que nada ni nadie me la quite. Y eso te incluye a ti también, así que así tenga que llevarte a las rastras al altar, te casarás conmigo y ambos obtendremos lo que queremos, tú podras disponer de tu maldito dinero para lo que gustes, y yo seguiré con mi camino. Entendido? - Erik estaba furioso, la actitud rebelde de Charles lo enfurecía, y ese enfermizo aroma que lo inundaba cuando lo tenía tan cerca... basta. Debía mantener la compostura, el jamás se alteraba.

Charles lo miró estupefacto. Jamás había visto a Erik alterarse, aunque lo cierto es que hacía años que no se trataba con él, no sabía realmente como era ahora. Un estremecimiento lo recorrió por dentro mientras el alfa lo atacaba con sus duras palabras, posiblemente de furia, el no le temía y mucho menos podía ser de placer.

- No me interesan tus insultos, y métete algo en la cabeza. No soy una de esas personas que se dejan intimidar por una voz potente o un par de palabras hirientes. Y si no quieres perder tu tan adorada empresa comienza a tratarme con un poco de respeto, o te casaras con tu maldito ego.- Charles se removió del agarre de Erik, y retrocedió un paso pero sin dejar de sostenerle la mirada. 

- Bien. Pero tengo otros métodos un poco más... cómo decirlo? - Erik se acercó nuevamente a Charles, lo tomó de la mandíbula y acercó sus labios al sensible oído del omega.- Métodos más persuasivos...- susurró el alfa con la voz ronca, aspirando suavemente el aroma que se concentraba más fuerte en el irresistible cuello de Charles. No se suponía que se comportase así, pero ese pequeño e irritante omega le hacía perder la cordura. ¿Qué demonios le pasaba?

Charles intentó decir algo pero tenía los sentidos completamente anulados. La presencia de Erik lo aturdía por completo, instintivamente movió su cabeza, dejándole más acceso a su cuello y el alfa aspiró su fragancia con intensidad. De pronto una pequeña alarma en su cabeza comenzó a sonar, ¿qué se suponía que estaba haciendo? tenía que empujar a Erik y sacarlo de su casa.

- Erik, suéltame por favor.- Intentó que su pedido sonase como una órden, pero salió más bien como una súplica. Estúpidas hormonas! Necesitaba respirar, necesitaba dejar de sentir ese asfixiante olor a café que Erik desprendía por cada uno de sus malditos poros.

Erik volvió en sí y lo soltó como si su piel ardiese. No podía comprender qué clase de mal se había apoderado de él. Siempre se había caracterizado por ser más racional que impulsivo y eso le había permitido llegar muy lejos en su trabajo, inclusive en sus conquistas. Pero Charles le hacía perder el control y eso no le estaba gustando ni un poco. 

- Bien, Charles. Te daré dos días para que puedas pensarlo, el jueves por la tarde estaré aquí esperando tu respuesta. Recuerda, tienes dos opciones. Espero que decidas aceptar por las buenas.- Tomó su abrigo y se retiró, dejando a Charles con la palabra en la boca y el corazón latiendo violentamente.

Propiedad Privada (CHERIK - AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora