||13||

1K 117 9
                                    

Bullyng. Una palabra que ninguno de nosotros dos olvidará.

      ¿Porqué los demás niños te molestaban tanto? Tal vez porque te veían frágil y vulnerable. Tú no eras así, solo eras muy sensible. No es lo mismo, pero a nadie le importaba.

    Comenzaron con algunos apodos "ofensivos", sacar la lengua, esconder alguno de tus lápices, nada realmente grave. Luego, los insultos fueron subiendo de tono, hasta que, en cierto punto, me llegó a dar asco las cosas que te decían. Tú, a veces, me contabas que tal compañero te dijo tal cosa y buscabas apoyo de mi parte, pero no para ir a pelear juntos o algo así. Tú querías apoyo emocional y yo, te lo daba sin dudarlo.

     El verdadero problema, fue cuando comenzaron a golpearte. Al principio, yo no lo supe. Ellos solían hacerlo en lugares como las duchas de chicos, los pasillos vacíos, los baños e incluso en la calle, pero nunca lo hicieron frente a mí u otra persona. Siempre lo hacían a escondidas, apenas te encontraban sólo. Cobardes. También te amenazaron. No sé exactamente lo que te dijeron, pero seguro fue algo así como: "Si le dices a alguien, te vamos a dar una paliza".

     Me di cuenta una tarde, cuando estábamos saliendo de la escuela. Te tomé del brazo para llamar tu atención y soltaste un quejido, poniendo cara de auténtico dolor. No tienes idea de lo mucho que me preocupé. Luego de, a la fuerza, subirte la manga para encontrarme con un montón de moretones, una ira incontrolable nació dentro de mí. Realmente me sentí capaz de matar a alguien, por primera y casi única vez en mi vida. Sin embargo, me mentiste. Aún recuerdo tus palabras:

-"Estoy bien, no te preocupes. Sabes que soy muy torpe, me caí y quedé así" - dijiste, con una sonrisa fingida.

     No sabes cuanto me arrepiento de haberte creído. Ellos siguieron golpeándote, hasta que, un día, llegaste tarde a clase. Tu bonito rostro estaba lleno de heridas. ¿Cómo pudiste justificar eso? Me dolía verte mintiendo al profesor. Él te creyó, yo no. No de nuevo.

     Te pedí amablemente que vinieras a mi casa, para ayudarme con las tareas. Tú aceptaste. Sin embargo, en cuanto llegamos a mi cuarto, cerré la puerta con llave y metí la llave en mi camiseta. Era obvio que, así, no intentarías quitármela. Te dije que no saldríamos de allí, hasta que dijeras la verdad.

     No quise hacerte llorar, Kyabe. Lo lamento, tal vez fue algo brusco de mi parte. Aún me duele recordar cuando comenzaste a soltar pequeños sollozos, cubriendo tu rostro con tus manos y sentándote en el suelo. Me senté a tu lado, abrazándote. Lo necesitabas.

     Estuvimos así un buen rato, hasta que lograste calmarte un poco, lo suficiente como para poder hablar con claridad. Me miraste, como si fueras un perrito abandonado, y me lo contaste todo. Ellos te empujaban. Jalaban tu cabello. Rasguñaban tu delicada piel. Te daban golpes y patadas, hasta dejarte tirado en el suelo, sangrando, llorando, sin dignidad. De hecho, en una de esas ocasiones, llegaron a romperte la muñeca derecha. Cada palabra tuya, me daba más rabia, más pena.

     Cuando acabaste tu relato, volviste a llorar, abrazándome, escondiendo tu cara en mi cuello. Pude sentir tus lágrimas, los temblores de tu cuerpo. Esto tenía que parar. Luego de un rato sumida en mis pensamientos, me di cuenta de que te habías quedado dormido. Era normal, después de todo lo que pasaste, debías de estar muy agotado. Agradezco que siempre hayas sido delgado, ya que pude dejarte en mi cama, sin dificultad. Salí de la habitación, para dejarte descansar tranquilo, y fui hablar con mis padres. Les dije todo, ellos les contaron a los tuyos y todos los adultos fueron a hablar con los directivos de la escuela.

    Así, pudimos solucionar tu problema. Eso fue pocos meses antes de conocer a Caulifula. Creo que ella ni siquiera lo sabe. Prefiero que no lo sepa. Ella no merece conocerte, eres demasiado maravilloso. Al menos, así te veo yo.

La preferida de Kyabe.Where stories live. Discover now