||22||

923 100 23
                                    

El timbre suena, indicando que por fin acabó la clase. ¿Desde cuándo he dejado de prestar atención? No lo sé.

    Veo como todos van levantándose de sus asientos, hasta que solo quedamos nosotros tres. Se puede sentir la tensión en el ambiente, pero esta vez no pienso quedarme callada. Me levanto y me acerco a ti. Caulifula no lo nota, sigue guardando sus cosas.

- Kyabe, quería hacerte una pregunta.

- Adelante.

- ¿Qué haces aquí? ¿no deberías seguir en el hospital?

- Oh, eso. Te equivocas, ya me dieron el alta, por suerte.

- ¿De verdad? Yo creo que estarías mejor descansando.

- Sabes como soy, detesto quedarme quieto, así que me siento mejor estando aquí, que en el hospital o en mi casa.

- Si tú lo dices...

- Kyabe, ¿dónde están tus muletas? - pregunta Caulifula, que permaneció callada todo este tiempo. Veo como miras debajo de tu mesa y a los costados, alarmado.

- P-Pero... yo las traje hoy, las había dejado por aquí.

- ¿Estás seguro? Quizás las olvidaste abajo.

- No, yo las dejé debajo de la mesa - insistes, cada vez más nervioso.

- Sí, y yo las tomé - habla una voz masculina a nuestras espaldas. Los tres volteamos, para encontrarnos con Frost.

- ¿Tú? ¿porqué? - pregunto. Se supone que él es un buen chico.

- ¿Las quieres de regreso, enano? - habla con tono despectivo, ignorándome.

- F-Frost... por favor, devuélvemelas - suplicas, en un susurro.

- Tendrás que atraparme... oh, espera, no puedes - comienza a reír de forma cruel y yo dejo de contenerme.

- ¡Yo sí puedo! - me lanzo contra él, tomándolo desprevenido y vaya sorpresa tengo al ver que Caulifula se une a mí.

     Entre las dos, sujetamos a ese inútil, dejándolo inmóvil.

- Que conste que no las golpeo únicamente porque son chicas - protesta. Ambas lo miramos de mala forma, haciéndolo temblar.

- Que conste que no te hago besar el suelo por respeto al mismo - respondo.

- Ahora, danos las muletas, que no te pertenecen y lo sabes.

- Yo no las tengo, las tiene Freezer, pídanselas a él.

- Maldito inútil...

- No será necesario que busquen nada - dice alguien en la puerta. Un chico más grande que nosotros, con cabello llamativo y el ceño fruncido, sostiene lo que es tuyo - Ten - te alcanza tus muletas y ambas soltamos a Frost.

- ¡Muchas gracias, maestro! - respondes, contento. Caulifula da un suspiro y él hace una leve sonrisa, antes de irse. No comprendo, ¿qué está pasando aquí?

- Bueno, ahora que ya las tienes, ¿nos vamos? - pregunta ella.

- Sí, tengo mucha hambre.

- Yo también.

    Caminando despacio, los tres salimos al pasillo. Tú estás en el medio de las dos, manteniendo charla con ambas al mismo tiempo. ¿Porqué nunca hiciste eso antes?

La preferida de Kyabe.Where stories live. Discover now