Capitulo 13 - Acepto.

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Dustin POV.

Tomar el brazo de mi madre me da toda la seguridad que necesito.

Me alegra no haber visto por la ventana lo que me esperaba acá afuera, pues me habría puesto tan nervioso que no hubiera podido salir.

El jardín está adornado de una manera tan hermosa que me roba el aliento.

Hay dos grupos de sillas a ambos lados del camino por donde vengo junto a mi madre.

Las sillas son blancas inmaculadas, pareciese como si fuesen de porcelana pura.

Y las personas que están de pie frente a estas tienen la vista fija en mi, algo que intento ignorar.

Esas personas, que probablemente son conocidos, incluso amigos o familia, se convirtieron para mí en un objeto más de decoración.

Así es como los veo, pues si presto atención a ellos, terminaré tropezándome con los pétalos blancos que adornan el camino hasta el altar.

Sobre nosotros hay unas enredaderas naturales, solo las estoy viendo de reojo, pues no quiero parecer idiota mirando hacia todos lados con la boca abierta por la sorpresa.

Lo único que no logro distinguir es de donde cuelgan estas enredaderas, pues pareciese como si estuviesen flotando en el aire.

Van desde el principio del camino hasta el altar.

El altar. Lo último que me roba el aliento.

Al finalizar el camino hay una plataforma blanca, en forma de kiosco, con unos escalones para llegar hasta arriba.

Justo en el centro se encuentra el Juez y Paris, en lo alto, mirándome con adoración.

Antes de perderme en sus ojos, reconozco esta plataforma.

Hecha de mármol, con muros esculpidos a mano.

Ya la he visto antes.

No en tamaño real, sino en replica.

Es el kiosco "Angels", hecho de granito y mármol, el cual compró Paris en la subasta de Monte Carlo.

Una pieza que creí absurda e inusual.

Algo que parecía inútil para una persona común, algo que era tan hermoso como para ser adquirido por alguien.

Una estructura que ahora es parte de mi boda, el centro de mi boda, de hecho.

Un lugar en donde Paris Massey me espera, vistiendo un precioso smoking negro.

Con una sonrisa en sus labios, y una expresión llena de orgullo.

Estaba tan perdido en su rostro que no me di cuenta del momento en que llegamos al final del camino, hasta que mi madre me dice:

-Hay un escalón.

Volteo a mirarla, nos sonreímos mutuamente y juntos subimos la pequeña escalinata del "Angels".

Una vez arriba, a solo un metro de Paris, olvido por completo los nervios.

Incluso me parece absurdo que hace cinco minutos estaba nervioso.

Paris derrocha felicidad y seguridad, y su aura me contagia instantáneamente.

Me madre le sonríe, le da un beso en la mejilla, aprieta mi hombro y se marcha.

No volteo hacia atrás, pues temo que al ver todas las personas en el jardín los nervios regresen, sino que me centro en Paris.

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