Capitulo 04: El Caído

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Caos y realidad. Esa era la tortura que en ese momento Gerard mantenía en el fondo de su cabeza. No entendía, por más que le diera vueltas al asunto una y otra vez. Cuando Naths lo había dejado en el bar, él intentó seguirla, pero ni siquiera había podio cruzar la puerta.

Cuando al fin pudo hacer algo más que mirar el horizonte, salió de Orión a velocidad vampírica sin que le importara si alguien lo veía, sabía que su hermano, muy a su pesar, lo cubriría en eso.

Su vida había estado plagada de dudas y certeza. Muy pocas cosas en este mundo había llamado la atención de un Vampiro de más de cuatro mil años de edad. Hasta que conoció a Naths, aquella frágil humana que había sido una maldita incógnita para él. Un maldito paréntesis sin resolver, tres puntos suspensivos que lo habían obsesionado.

Buenos Aires, en sus sombras, ocultaba demasiado bien la parte del mundo sádico y despiadado del que él era parte, y hasta el día de hoy, no había sido conciente de que Nathalie también lo era.

«Un Ángel, ahora tiene sentido». Ahora todo cuadraba, su manera de intentar evitar las salidas al aire libre, o lugares como Orión en donde Gerard se sentía tan cómodo.

Maldijo para sí mismo. No, él no lo había notado, y ahora que en verdad tenía que protegerla, ni siquiera la encontraba. No sentía su olor, su esencia, aquella que tantas veces los había llamado con una maldita melodía difícil de ignorar.

Ella era la salvación y la condena, todo en una sola persona. Él era la noche, la lujuria, la depravación... la muerte, pero con gusto olvidaría todo eso con tan sólo poder permanecer con ella, y ahora que sabía que para estar juntos ella no tendría que convertirse en lo que él era, no quería perderla...

No definitivamente ahora tenía que estar con ella, tenía que salvarla, la quería. Ahora que sabía que no existía ningún impedimento para que ellos estuvieran juntos, quería dar rienda suelta a su cariño, soltar todo lo que tanto pánico le había dado.

Y aunque internamente, comprendía que aún no era compartido el sentimiento, se esforzaría por conseguir su amor, - porque si costaba, se volvía más interesante –sólo podía maquinarse en dar nuevas maneras de cómo lograr llamar su atención, y estaba seguro de que lo conseguía.

Nadie la conocía mejor que él, sabía exactamente cada pequeño detalle de todos sus gustos, como amaba el café con leche en la mañana, y cuanto detestaba que él fumara. Sabía cosas de ella que parecían insignificantes, pero eran aquellos detalles los que sólo ante sus ojos, la hacían única.

Meditó un poco más sobre eso, de nada le servía saber cómo le gustaba el café, si ni siquiera estaba seguro de volverla a ver alguna vez.

Estando sentado, en un oscuro banco del Jardín botánico de Palermo, alejado de cualquier ser oscuro que rondara por los alrededores, entendía que estaba perdido.

Menuda pareja, él un Vampiro condenado, y ella un Ángel...

― ¿Dónde está? ―escuchó la ronca voz de su hermano.

― No lo sé ―contestó rendido.

La había buscado por días, y no había encontrado rastro alguno. Era tan frustrante como agotador, y las ansias de saber que estaba bien, lo estaban dejando al borde del colapso, o la encontraba o la encontraba, no podía conformarse con una segunda alternativa.

― Ya aparecerá... ―lo alentó acercándose.

Era en lo único que podía pensar, en tener su suavidad cerca otra vez.

― Michael... ¿Por qué demonios tuve que tomar tu sangre? ―maldijo enfurecido.

Su hermano sonrió, con aquella torcida mueca de perversión que se ocultaba en el aspecto angelical de un intelectual erudito.

Saga Ángel Oscuro I. La Sangre del Culpable.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن