Capitulo 13: El llamado

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Uriel miraba la Daga que tenía en sus manos, ahora sólo le faltaba encontrar al bastardo de su hermano... Hacerlo salir pegarle dónde sabía, le dolería más que a nada en el mundo... Tenía que encontrar a Azael, lastimándola a ella tendría a un Khael muy enojado, y fácil de vencer.

Su plan estaba lejos de ser maravilloso, pero el gusto de la venganza, lo estaba empalagando. En lo único que en verdad podía pensar era en la muerte de su gemelo, era para lo único que su cabeza funcionaba.

No le importaba absolutamente nada, su muerte, sólo con su muerte él volvería a ser libre, él podría ser quién en verdad era, por que no por nada era el hijo del Dios de la Guerra, dotado de la más absoluta de las bellezas, él no quería nada de lo que tenía, y deseaba fervientemente aquello que no podía conseguir, pero ahora, las distancias se acortaban, el viento comenzaba a soplar a su favor, poniendo en desventaja a Khael.

Eso lo hacía respirar más tranquilo, ahora ya no necesitaba saber nada más, sólo dónde encontrarlo, el resto de lo que vendría después de su muerte, había dejado de importar hacía algunas días, cuando supo a ciencia cierta qué había pasado.

En todo este tiempo él no había sido nada más que un simple perdedor, jamás habían reconocido nada de lo que había hecho, vivió con la sombra de un bastardo a sus espaldas. Y odiaba mirarse al espejo, ver aquella fragilidad que veía en los ojos de Khael, ver sus ojos representados en los de la perra de su madre. Los odiaba, más que nada era odio lo que sentía por todo lo que lo rodeaba.

Había aprendido a sobrevivir codiciando triunfos ajenos, pero ahora ni siquiera eso le alcanzaba, porque codiciar no era obtener, y querer algo fervientemente tampoco era conseguirlo, se sentía caminar en círculos. No encontraba la salida de su propia cabeza, se recriminaba una y otra haber perdido aquella estúpida pelea... Aunque ahora las cosas eran diferentes, tenía en su poder la Daga que Dion tan gentilmente le había ofrecido...

Su sufrimiento terminaría, porque ya no necesitaba codiciar la vida de nadie, ahora podía ser él quien en verdad fuera un maldito juez, y adoraba su nuevo papel, ahora sí y por fin, el resto sufriría, porque él había sufrido encarnadamente en vano.

Uriel quería hacer llorar lágrimas de sangre a Gabriel, él quería que el cielo lo expulsara, quería que lo repudiaran y odiaran, pero deseaba algo por sobre todas las cosas. Deseaba y necesitaba matar a Khael, aquél que lo había doblegado y por el que los demás lo humillaban asiduamente.

Uriel lo quería muerto, no importaban demasiado los motivos, no importaba que su hermano en cierta manera le hubiera perdonado la vida, porque lo que Khael había hecho no era eso, sino humillarlo una vez más, derrotarlo y disfrutar de su dolor, dejarlo vivir con la conciencia y el recuerdo de saber que él era más, que siempre lo había sido. Y no, Uriel no soportaba vivir bajo la sombra de nadie, no soportaba que él ganara de aquella manera. No, de ninguna puñetera manera. Definitivamente Khael padecería lo que sería la antesala del infierno, y su propio hermano se encargaría de que en verdad, fuera un maldito horror.

Crearía su propia película de terror, reviviendo tormentos ajenos, reinventando la palabra agonía en todo su esplendor para que en verdad significase aquella tortura contenida momentos antes de morir, quería que Khael lo sintiera como si estuviese rozando el éxtasis, pero no sería placer exactamente lo que él sentiría.

Y cuándo ya no le quedara aire para gritar, y el maldito no pudiera soportar el castigo infringido por ser demasiado para su anatomía, cuando le suplicase por última vez que lo matara por que en verdad ya no podía más, lo haría. Pero sólo si el torturarlo se convierta en aburrido. Allí despertaría su lado humanitario y sería capaz de tener piedad frente a la abominación... Sólo así demostraría tener un poco de cariño sobre lo que no tendría que haber nacido nunca...

Saga Ángel Oscuro I. La Sangre del Culpable.Where stories live. Discover now