Mayo 1985

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 Capitulo 35: Mayo 1985

Luego de un largo viaje en avión desde Ushuaia hasta Londres, lo único que Regulus quería hacer era tirarse en su cama a descansar y aunque sabía que sería difícil que sus padres lo dejaran irse directamente a su habitación, no pudo evitar pedirle a todos los dioses que cumplieran su deseo.

Estaba cruzando la plaza frente a Grimmauld Place con Mia a su lado, quien no dejaba de hablar ni un segundo, había pasado todo el viaje durmiendo con su cabeza sobre el hombro de él y ahora tenía tantas energías que Regulus solo podía envidiarla. Seguramente Walburga no dudaría en indicarle su habitación para que descansara, dada su condición era importante que tuviera un descanso apropiado. Por primera vez desde que la había conocido, Regulus deseó estar en su lugar.

-Mia.-La llamó deteniendo su parloteo. Sus ojos se posaron en los celestes de ella, brillantes de alegría. Ya estaban frente a la casa de los Black y había una cosa que lo tenía inquieto. - Antes de entrar, te quería pedir un favor.-La rubia asintió, atenta a lo que él más de lo que le gustaría. -¿Podrías evitar hablar sobre nuestro encuentro con Bellatrix? No quiero que mi familia se enteren que intentó atacarte. Todos están ansiosos esperando el día que ella vuelva y saber que después de cinco años sigue igual solo los deprimirá.-Explicó rascándose la nuca con nerviosismo.

-Claro Reg, lo que tú quieras.-Sonrió abrazándose a su brazo con cariño. El pelinegro le sonrió con torpeza y asintió, girándose hacia la puerta. Tocó dos veces y esperó pacientemente a que le abrieran. Una gran sonrisa apareció en su rostro al ver a Kreacher frente a él. El elfo dio un grito de alegría, tirándose a los brazos de su amo, haciendo que Mia diera un paso hacia atrás sorprendida.

-El amo Regulus ha vuelto.-Exclamaba Kreacher emocionado, logrando que dentro de la casa lo escucharan. Walburga y Druella corrieron hacia ellos, esperando ansiosas a que el elfo se separa del pelinegro para abrazarlo y darle la bienvenida nuevamente a su casa.

-Mi pequeño, estoy tan feliz de que hayas vuelto.- Murmuró Walburga mientras lo abrazaba fuertemente, besando sus mejillas con cariño. Druella imitó las acciones de su cuñada, realmente feliz de que su sobrino esté otra vez en casa.

-Mamá, Tía, les presento a Mia. Mi prometida.- Dijo el pelinegro con nerviosismo señalando a la rubia a su lado. Ambas señoras Black clavaron sus miradas en ella, analizándola de arriba a abajo, regalándole una pequeña sonrisa.

-Mucho gusto señoras Black. Es un placer para mi conocerlas.-La sonrisa de Mia era tan dulce que Druella y Walburga compartieron una mirada de sorpresa.

-¿No nos conocíamos ya?-Preguntó Druella detallando su rostro, la sonrisa de Mia vaciló por un segundo pero se recuperó negando con la cabeza.

-No lo creo. Mi familia y yo hemos vivido en Estados Unidos casi toda mi vida, hace unos años nos mudamos a Argentina debido a la muerte de mi hermano y nunca he venido a Londres.-Explicó la rubia con tristeza, ambas mujeres la vieron con lástima y la invitaron a pasar, llenándola de preguntas sobre su embarazo. Regulus suspiró alzando sus maletas y adentrándose a la casa ayudado de Kreacher, quien cómplice de su amo, lo encerró en su habitación para que pudiera descansar tranquilamente sin interrupciones, a lo que el pelinegro le agradeció enormemente, esperando que su madre y su tía se conformaran por un tiempo con Mia.

Se acostó en su cama viendo el techo, una sonrisa creciendo en su rostro al sentir la comodidad de su colchón bajo su cuerpo. No podía negar que había extrañado su casa, estar con su familia, ver a sus sobrinos jugar... ¡Sus sobrinos! Si había algo de lo que se había lamentado durante su viaje era el perderse verlos crecer. Aunque no era así como se había imaginado volver a Londres, no podía ocultar su felicidad de haberlo hecho. Tal vez algún día retomaría su viaje pero no habría otra oportunidad para ver a esos niños formándose.

Tiempo HechizadoWhere stories live. Discover now