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Por tercera vez en esa misma mañana, Yoongi estaba inclinado cerca del retrete, devolviendo todo lo que no ha comido en el día. A su lado, Hoseok le acaricia la espalda, bastante preocupado si se lo preguntan. No había visto a su gatito tan mal como ese día, y aunque Yoongi no fuera tan saludable, últimamente se le veía muy acabado. Lleva casi dos semanas así, y no es para nada agradable verlo enfermar sin poder hacer nada.

Cuando Yoongi termina, se separa y recuesta su cabeza en el pecho de Hoseok, agotado. Tiene la cara sonrosada por el esfuerzo y le duele la garganta. Hoseok le acaricia el cabello con suavidad, y le regala un beso en la mejilla tratando de calmarlo de una manera un poco estúpida pero dulce. Yoongi sonríe y le devuelve el gesto.

— ¿Te sientes mejor? — preguntó el azabache. Min asiente y se para lentamente ayudado por Hoseok quien lo sujeta, agarrándolo con fuerza al verlo tambalearse desequilibrado.

— Es solo un mareo, nada grave. — informa. Hoseok blanquea los ojos, lo dirige al lavamanos para que se lave su boca y lo encamina a su cama en donde se sienta para que Yoongi pueda descansar.

— No creo que sea solo un mareo, Yoongi. Has estado así toda la semana. ¿Te estas tomando las medicinas para la anemia? — interroga, seriamente mientras mira a Yoongi con intensidad. Yoongi le mira de regreso, y la sinceridad en sus ojos es clara, si se las está tomando. Hoseok suspira — Tenemos que ir a un hospital, esos mareos no son de mi agrado. — ordena. Él mayor le mira con un puchero en los labios.

— Hoseok, no es tan malo. Vamos, tenemos que apresurarnos o llegaremos tarde el trabajo. — dice, parándose con rapidez, provocando que nuevamente la cabeza le diera vueltas y lo obligara a sentarse de inmediato. Hoseok se cruza de brazos enfadado.

— Me estas jodiendo, ¿verdad? — pregunta molesto. Yoongi se da cuenta al instante que su lindo esposo ha perdido la paciencia.

— ¿N-no? — tartamudea. No es que le tenga miedo a su querido esposo, pero enojarlo es fácil y calmarlo muy, muy difícil, casi imposible.

— Pues bien, te queda rotundamente prohibido ir a trabajar hoy, disguste a quien le disguste. — Impone, parándose para tomar el teléfono inalámbrico del cuarto. Yoongi lo mira como un cachorro herido.

— Vamos Hoseok, no me voy a morir por unos simples mareos. — Hoseok lo fulmina, Yoongi piensa en lo que ha dicho, y sabe que ha sido muy negligente al decirlo. Se calla al instante, Jung suspira.

— Te dejaré ir, pero vamos al hospital primero. Tú decides. — le da a elegir.

El mayor se lo piensa, Hoseok está haciendo trampa, pero de una buena manera. Yoongi siempre les ha tenido miedo a los hospitales, desde niño hasta ahora, pero, ¿qué más puede hacer?, Hoseok siempre quiere lo mejor para él y lo entiende. Además, siempre van a terminar diciéndole que es la anemia, la maldita anemia.

— Esta bien, está bien, vamos si es lo que quieres.

Hoseok sonreí, y se acerca al chico para besarle con fuerza. Yoongi le rodea el cuello con las manos y disfruta del sabor de los labios del contrario mientras lo empuja hacia la cama y termina como un gato encima de las caderas del menor. El brillo lujurioso en los ojos de Hoseok le da motivos a Yoongi para inclinarse y lamerle el cuello haciendo que su esposo se estremezca. El teléfono termina en el piso mientras Hoseok deposita sus manos en la cintura de Yoongi acariciándola de arriba abajo con destreza. Yoongi gime, y se sorprende por lo sensible que se encuentra ahora. Por otra parte, Hoseok lo disfruta a su manera, y le encanta que Yoongi se ponga caliente tan rápido.

— Gime para mí, gatito. — ordena con voz ronca. El mayor frunce el ceño.

— No es bonito estar tan sensible Hobi. — informa. El azabache sonríe y lo atrae hacia el besándole el cuello, otro gemido se escucha, Hoseok lo disfruta, de nuevo.

Mi lindo embarazado [Yoonseok/SOPE] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora