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Bianca Woodforth está cansada de escuchar las bromas de sus amigas acerca de que terminará sola con mil gatos si no se atreve a hablar con un chico...
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Para el lunes por la mañana todos hemos vuelto a la rutina diaria. Cece acompañó a su mamá a probar unos maquillajes, tal parece que pronto sacarán su propia marca. Me siento muy feliz por ellas, desde que conozco a Cece siempre he sabido lo mucho que le gusta el maquillaje y su sueño siempre había sido poder tener una marca propia algún día y ahora está por hacerlo realidad. Mientras que África está atendiendo su florería. Sí, Fri es florista.
En cuanto a Evan, debe estar en el hospital, está haciendo su residencia. En realidad no hemos hablado mucho de nosotros, sino de banalidades, es por ello que no sé mucho de él aún.
Y heme aquí, frente a mi escritorio, un lunes a las 7:00 de la mañana haciendo cambios al previo de la revista que saldrá para el viernes. Antes de hacer pública la edición del mes revisamos las cosas que serán eliminadas o se quedarán, luego le pasan el previo a la editora general para que ella nos señale los cambios que no le gustaron.
Nina, mi asistente en la oficina llega con un vaso blanco de starbucks e interiormente lo agradezco. Espero que lo que sea que haya traído me despierte porque siento que caeré dormida en cualquier momento.
—¿Qué toca hoy?— cuestiono al tiempo que levanto la mirada en su dirección.
Nina se limita a guardar silencio y extiende el vaso hacia mi con una ligera sonrisa.
—¿Vas a envenenarme?—Bromeo.
En cuanto mis labios tocan el vaso puedo saborear el delicioso dulce de la bebida caliente. No es como el que hace la abuela, pero algo es algo.
Chocolate caliente, mi favorito.
—Le diste justo en el clavo.
—Lo usual— se encoge de hombros satisfecha con mi reacción, luego gira sobre sus talones y sale de la oficina.
Nina y yo tenemos una especie de juego, siempre me trae bebidas diferentes de Starbucks para probarlas así que nunca sé que me tocará, puede traerme algo sumamente delicioso como puede traerme algo extremadamente detestable. Como aquella vez en la que me trajo una bebida que estaban vendiendo por tiempo limitado el cual, por cierto, estaba terrible. No me gustaría volver a probarlo en la vida.
Haciendo las correcciones de lo que será entregado a la editora se me pasa el tiempo tan rápido que no me doy cuenta de cuando llega la hora del almuerzo si no es hasta que Martin llega a tocar la puerta para invitarme a la cafetería.
Martin es editor de arte en la revista y nos conocemos desde que comencé a trabajar aquí. Fue un alivio encontrarlo y que no fuera como la mayoría de gente prepotente que trabaja en el edificio. De hecho es bastante amable y divertido, hablando como amigos, pero en cuanto a su trabajo es muy estricto, le gusta que esté todo en orden y a tiempo.
