Capitulo 4. Sorpresas al amanecer

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Narra Paul

      Eran las seis de la mañana y me encontraba en mi oficina con mi mejor amigo y socio Luca, contándole lo sucedido, sin omitir ningún detalle. Teóricamente buscaba una forma de seguir todo lo más normal posible, prácticamente suplicaba ayuda de su parte.

—¿Qué?—preguntó Luca, mi amigo y compañero de trabajo.

—¡Maldita sea!—golpeé el escritorio con el puño, haciendo caer el vaso de agua sobre los diseños—. ¡Mierda!

— A ver, a ver, a ver—Luca se levantó de la silla, llamando a mi secretaria, que no tardó en aparecer—. Natalia, encárgate de limpiarlo , por favor. Y tú te vienes conmigo a mi despacho.

Luca era mi mejor amigo de toda la vida, me conocía con solo mirarme y nunca dudó en decirme las cosas de frente. En los años que estuve en Londres, trabajamos juntos por el correo y él se quedó al frente de mi empresa. Sabía todo lo que hacía ahora y por supuesto no estaba de acuerdo.

—Esa mocosa es más inteligente de lo que había pensado—confesé caminando de una parte a otra.

—Siéntate, me estás mareando. Te digo, lo que intentes hacer te llevará a un punto tal donde quedarás al descubierto —explicó Luca con calma.

—¿Quién demonios iba a pensar que ella conoce flores?—pregunté nervioso—. Ahora resulta que es una fanática de las flores.

—Su padre tiene la mejor empresa de perfumes de Miami, hombre.

—Créeme, que estaba seguro de que ella nunca ha trabajado allá, algo no me cuadra—me senté en la silla que había en frente del escritorio.

—Supuestamente sabías todo sobre ella, Paul. Dijiste que averiguaste todo lo que tiene que ver con Alice, no entiendo cómo se te escapó este detalle.

—Sé su comida favorita, su dulce, su música, su color, su tipo de vestirse, su obsesión por las joyas y la vida de noche. Sé todo, aprendí todo—repliqué irritado—. Hasta la textura de su piel y el sabor de su boca.

Luca empezó a toser, mirándome extraño.

—¿Paul?—me interrumpió.

— No jodas—puse una cara de disgusto—. A mí esa mujer no me mueve ni un pelo, sabemos los dos por qué y para qué estoy aquí.

—¿Y entonces?—preguntó Luca, asintiendo ligeramente con la cabeza.

—Eso significa que vamos a empezar desde cero. Pasé años investigando todo sobre ella y me encontré con una mujer totalmente diferente a mis apuntes.

—¿No quieres dejarlo ir?—suspiró cansado Luca.

—Jamás—dije serio, con los ojos llenos de odio, apretando el puño—. Iré hasta el punto en el cual sus ojos marrones se verán grises —confesé mirando un punto fijo en la pared.

—Piénsalo dos veces—dijo Luca serio—. Sabíamos desde antes que Alice es una mujer muy hermosa y ahora resulta que también es inteligente. Esas dos cualidades a ti te pueden hacer fallar.

—Por Dios, Luca. ¿Qué estás diciendo?—pregunté enojado—. Tengo 27 años y ninguna mocosa de 20 años me hará perder la cabeza y el fin de cuentas... ella no es mi tipo.

—¿No es tu tipo?—empezó a reír a carcajadas.

—Pues sí. Tan arrogante, insensible, tonta, egocéntrica...—Luca sostuvo su codo en la mesa y su cabeza sobre la palma, mirándome—. ¿Qué?

—Muy bien, muy bien. Pero esta es la descripción de la chica que supuestamente tenías que encontrar y por lo que me contaste... no nada que ver. ¿Cómo es Alice?

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