1. ¿Quieres escaparte conmigo?

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El aire suave y cálido huele a verano, a crema solar y a rosas bajo el espléndido sol de principios de agosto que calienta y tuesta mi piel semidesnuda en el jardín delantero de mi casa

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El aire suave y cálido huele a verano, a crema solar y a rosas bajo el espléndido sol de principios de agosto que calienta y tuesta mi piel semidesnuda en el jardín delantero de mi casa. Me ajusto la fina tela del bikini y vuelvo a acomodarme, tumbada sobre mi espalda bajo el cielo azul. Todo está en calma; apenas hay tráfico y solo se escucha el canto de las cigarras y el trino de las aves que me permite relajarme.

—Vas a causar un accidente, nena.

Esa voz. Sus palabras. Puedo reconocerlo y saber quién es mucho antes de abrir los ojos. Me incorporo sobre la toalla en la que estoy tendida. Aparcado en la carretera, junto a la valla blanca de madera que delimita mi casa, está el Cadillac azul de Hadrien reflejando la luz del sol y, apoyado en él, su dueño, con una sonrisa juguetona coronando su cara. Escondida detrás de las gafas de sol me permito observar su cuerpo bronceado de arriba a abajo, cómo la camisa blanca y los vaqueros cortos se ajustan a la perfección en cada uno de sus torneados músculos.

—Mientras sea el tuyo podré vivir con ello. —Satisfecha con el repaso, me coloco las gafas sobre la cabeza—. ¿Qué haces aquí?

Antes de que pueda contestar, un coche pasa por la calle dando bocinazos en mi dirección como tantos otros desde que he salido a tomar el sol. Le saco el dedo antes de que desaparezca conduciendo calle abajo. A Hadrien la situación parece divertirle, pero yo me pregunto si habrá algún momento en el que podré estar en mi propio jardín sin tener que aguantar las miradas o los comentarios de los demás.

—¿Damos una vuelta? —pregunta.

—¿No tienes a nadie más a quien molestar?

—Tal vez, pero no serías tú.

Hadrien sigue sonriendo de manera radiante y, de pronto, es como mirar al propio sol. En un sobrecogedor segundo, me quedo embelesada ante su innegable atractivo. Su rostro cincelado, su nariz recta, sus labios definidos y su mandíbula prominente logran cautivarme.

Aparto la mirada a duras penas, tratando de salir del trance, y empiezo a recoger la toalla junto con mi móvil y la crema solar. Me dirijo a la puerta cerrada sin llave y antes de pensar siquiera en las consecuencias, le contesto:

—Dame un minuto para que me cambie.

—Yo así te veo muy bien —repone.

No se corta en mirarme; sus ojos negros recorren cada centímetro de mi piel desnuda, deteniéndose durante unos segundos en el piercing de mi ombligo y en el pequeño bikini blanco de aros que apenas cubre mis partes íntimas. Su mirada es tan intensa que es casi una caricia de puro fuego.

—Lo sé, pero mejor me pongo algo de ropa, no vaya a ser que te quedes embobado mirándome mientras conduces y nos mates.

Él se ríe, una risa ronca y profunda que resuena de manera placentera entre mis costillas antes de cerrar la puerta detrás de mí, por si acaso se le ocurre seguirme. Subo corriendo a mi habitación y me despojo del bikini antes de deslizar por mi cuerpo la ropa interior y un outfit de dos piezas que consiste en un top bandeau y unos shorts. Me pinto los labios de rosa café mate y, con las gafas de sol en la cabeza y un bolso pequeño donde guardo las llaves, el móvil y el monedero, vuelvo a salir de casa.

Stupid Summer (STUPID BOY 0.5) [ESPAÑOL]Where stories live. Discover now