7. Semillas de granada

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La música a todo volumen retumba en mis oídos y se filtra bajo mis pies. El alcohol recorre mis venas mientras mi cintura se mueve de un lado a otro en la abarrotada pista de baile, salpicada de luces estroboscópicas que crean un frenesí hipnótico de colores fugaces y sombras en movimiento. El ambiente está cargado de energía caótica pero embriagadora; justo lo que necesito.

Cierro los ojos y me dejo llevar por la melodía, vaciando la mente de todas las dudas y preguntas que no han dejado de avasallarme desde esta mañana. O desde que empezó este viaje.

«¿Qué tan buenos fueron mis motivos para subirme a ese coche con Hadrien? ¿Hay alguna versión real de él o solo estoy viendo lo que quiero ver? Es como si siguiéramos jugando al ajedrez y no tengo la sensación de ir ganando. Pero ¿cuánto estoy perdiendo? ¿Cuánto estoy arriesgando por seguir aquí?».

Me da tanto miedo enfrentarme a las respuestas y a mis propias mentiras, que solo puedo hacer lo único que sé en este momento con certeza: bailar. Pero es difícil ignorar el peso de una mirada sobre mi cuerpo. Vuelvo a abrir los ojos hasta que, como imanes, se ven atraídos por la fuerza de unos ojos llenos de curiosidad al otro lado de la sala. Brillan y cambian de color según las luces, pero puedo reconocer esa chispa de rebeldía, desafío y provocación que atraería a cualquiera.

Incluso a mí.

«¿Qué secretos escondes tras ellos, Hadrien?».

Hadrien está apoyado sobre la barra llena de gente, observándome con una copa en la mano. Se la lleva a los labios sin apartar la mirada de mis ojos. Me acerco hasta él, abriéndome paso sin dejar de mover las caderas.

—Vamos, ven a bailar —le digo cuando llego a su lado, tirando de su camiseta—. Deja de ser un muermo.

—No, estoy bien aquí disfrutando de las vistas.

Para reafirmar sus palabras, vuelve a darme un repaso de arriba a abajo, como si tuviera que cerciorarse de que en los últimos cinco minutos nada ha cambiado. O como si estuviera grabando mi imagen en su mente y no pudiera permitir perderse ningún detalle. Llevo un top de tirantes negro con borlas y una falda de cuero corta que resalta mis piernas. En mi muñeca, aún brilla la pulsera que me ha regalado. A pesar de la sencillez y del fino diseño, puedo sentir su peso y la abrasión que deja en mi piel perlada de sudor. La temperatura del local es cálida y parece subir cada vez más con las miradas incandescentes de Hadrien.

—Como quieras —me encojo de hombros—. Bailaré con un completo desconocido.

Hadrien frunce el ceño, pero antes de que pueda decir nada, ya he vuelto a desaparecer entre la masa homogénea que inunda la discoteca. El aire está impregnado de sudor y alcohol, pero esta noche somos libres y nos sumergimos sin dudar en este momento de anhelo y desenfreno. Un chico que ha debido de colarse en el local con un carné falso como nosotros, se acerca y empieza a bailar para mí como un flamenco, moviendo la cabeza y los brazos en sintonía con sus pies. Le sigo encantada, dejando que el éxtasis de la música nos envuelva por completo. Sin embargo, cuando se detiene de golpe y mira por encima de mi hombro con los ojos abiertos de par en par, preveo que su próximo movimiento va a ser salir corriendo. No me decepciona.

Stupid Summer (STUPID BOY 0.5) [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora