La hora de las cucarachas

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1

Cada noche salen de su escondite y se arrastran por el pavimento. Suelen agruparse en escuadrones que se separan de la horda para explorar. Algunas extienden sus alas fétidas y se cuelgan de las paredes. Se meten a tus cajones e inspeccionan tu ropa. Huelen tu comida y ensucian con sus diminutas patitas tu cepillo de dientes.

¡Escúchame! De día no puedes verlas porque se meten en sus escondrijos. Se ocultan en las esquinas y bajo las piedras, entre la basura y en la maleza. Algunas escarban por debajo de tus suelas y se esconden en tus zapatos. Las más astutas hacen pequeñas aberturas en tu piel sin que te des cuenta y se meten dentro. Caminan sigilosas hasta tu cerebro y allí se establecen. Dejan huevecillos minúsculos que ni los microscopios puede ver. Te controlan. Te manipulan. Te hacen su marioneta. Eres su muñeca.

Sales a la calle y de repente ¡bam!, asesinas a alguien y sales huyendo de allí. No entiendes qué está pasando. Te persiguen. La gente te busca y tú quieres acercarte a ellos. ¡Era una niña!, te gritan. Tú también quieres gritarles que tú no lo hiciste, que te controlan, que te manipulan, que te hicieron su marioneta, que eres su muñeca.

Hay gente en los gobiernos que ya se dieron cuenta, pero no hacen nada. ¿Por qué no hacen nada? Ellos las crean, las siembran en granjas subterráneas, por eso salen de las alcantarillas. Así como las ratas, políticos ratas que viven en las alcantarillas. También ellos se arrastran. A algunos también los controlan, los manipulan, los hacen marionetas, sus muñecas.

Aunque de día no puedes verlas, las escuchas, cuchichean y apestan desde el fondo de las coladeras. Te observan, sé muy bien que te observan porque eres el próximo. ¡Y nadie te ayuda! ¡En la policía se ríen de ti y en el ayuntamiento te echan a patadas porque ellos lo saben! Quieren un ejército, es lo que necesitan. Quieren controlarte. Quieren manipularte. Quieren hacerte su marioneta. Ya eres su muñeca.

Te registran al nacer, te llenan de sus vacunas, te adoctrinan con cuentos de historia. ¡Viva la Independencia! ¡Viva! ¿Pero cuál? Si eres pobre y sólo sabes lo que quieren que sepas. ¿Cuál ciencia? ¡Cuentos para mantenerte entretenido! ¡Si lo único que quieren son marionetas! ¡Títeres! ¡MUÑECAS!

Y cada noche vuelven a aparecer. Cada noche las escucho subir las escaleras. Están debajo del techo, atrás de las paredes, adentro del colchón. Sé que ya hay algunas en mi cuerpo, pero yo soy fuerte y no han podido controlarme. Yo sé la verdad y no han podido manipularme. Soy consciente de ellas y por eso no me han convertido en su marioneta. Yo soy yo, no soy una muñeca. ¡Y nunca lo van a lograr!

Y a la misma hora, se asoman y asustan a las niñas tontas. Se hacen las muertas cuando las aplastas, ¡pero mira sus patitas cómo se retuercen y siguen vivas! Yo también las aplasto, pero yo uso un vaso que hundo en mis piernas y en mis brazos. Quieren llegar a mi cerebro, pero yo no las dejo. Cada noche, a la misma hora, intentan apoderarse de mi cuerpo, pero yo las mato y luego saco sus huevecillos con un cuchillo. ¡Sin piel no tendrán donde esconderse! ¡Fuera!


2

Un día fueron por mí. En la mañana llegó una camioneta blanca del gobierno o de alguna institución internacional. Tumbaron la puerta cuando se dieron cuenta que no iba a abrirles; me intenté defender, pero ellos eran más fuertes. Vi en sus ojos que estaban controlados. Supe que el vecino de enfrente los había llamado, pero no me enojé con él porque vi que estaba manipulado. ¡Suéltenme, marionetas!, les gritaba tirándoles patadas. Tuve chance de huir cuando por la sangre resbalosa pude zafar un brazo, pero otro títere me alcanzó. Nunca seré su muñeca.

Ahora me tienen aquí encerrado y me hacen preguntas todos los días. Saben que lo sé, aunque nunca voy a admitirlo. Me tienen atado para que no pueda detenerlas, pero mi mente se ha hecho poderosa y las mata antes de que siquiera se acerquen. Intentan darme huevecillos en cápsulas transparentes, pero se las escupo en la cara.

De día me sientan con gente desconocida que actúa raro. Creo que son sujetos de experimentos que fallaron, así como quieren hacer conmigo. Me dan su comida y aunque intento no ingerirla, no soy tan fuerte como creí. Como apenas lo suficiente para calmar la tripa. Hay un tipo que todos los días se me queda mirando, está esperando que haga algo, lo sé, mas aún no he logrado descifrarlo. Él también lo sabe y sé que sabe que yo lo sé.

Antes de ponerse el sol me llevan a un cuarto. Es todo blanco y sólo hay una cama. Me amarran allí y luego me vacunan con sus químicos de control mental. Cada noche, a la misma hora, inmóvil, tengo que soportar sus patitas sobre mi cuerpo. Me cubren hasta la cabeza. Grito y se meten en mi garganta, por las orejas, por el pene y por el ano.

Cada noche, a la misma hora, tengo que enfrentarme a la horda de cucarachas. Afortunadamente sigo cuerdo, si no, ya sería una muñeca más.

Al bordeWhere stories live. Discover now