Epílogo: «pt.2 »final.

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Espero que les guste el final de la historia, y gracias a todas... de verdad  ♥.

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 Estaba ajustándose el pañuelo al cuello frente al espejo de su recámara, cuando oyó las risas y pasitos corriendo a lo largo del pasillo. Su ánimo apagado se vio reemplazado por una sonrisa que iluminó el reflejo del espejo.


Cuando se asomó por la puerta vio a Hye Jin corriendo y haciendo caso omiso a los llamados de su padre desde la escalera. Ella lucía un vestidito color lila que ondeaba con sus movimientos. Jimin salió al pasillo en el momento justo para atrapar a la pequeña entre sus brazos.

—¡Tío Jimin! —exclamó ella con una sonrisa enorme pintada en su rostro.

—¿Por qué corres tanto, pequeña? —preguntó Jimin acomodando el flequillo de ella mientras caminaba hacia la escalera.

—Es que no quiero ir a desayunar, quiero ir al jardín, tío —replicó haciendo un puchero adorable.

—Mm... —murmuró Jimin mirando de reojo a Seokjin—. ¿Qué tal si desayunamos, y luego vamos juntos al jardín? ¿Te parece bien?

Una sonrisa se deslizó en los labios de ella y asintió con su cabeza.

El desayuno transcurrió tranquilo, en un ambiente cómodo y agradable. Pero Jimin no había terminado de comer todo cuando la pequeña ya lo invitaba a jugar con ella. Haciéndole un gesto a los padres de Hye Jin, para que supieran que no le molestaba, se incorporó con ella para ir hasta el jardín.

Mientras veía jugar a la pequeña, a quien casi consideraba como su sobrina directa, se sintió tranquilo, sentado en la misma banca de piedra que la noche anterior. No por ello había dejado de pensar en Yoongi, pero sus pensamientos se centraron más que nada en los momentos que juntos habían pasado en ese mismo jardín.

Los últimos cuatro años en los que había estado viviendo junto a Yoongi, habían sido de todos sus años vividos, quizás los más queridos. Con la complicidad de Taehyung, ellos podían estar a gusto en el que era su hogar ahora, compartir cuanto quisieran, y demostrarse afecto sin reglas que respetar. Quizás del otro lado de la puerta la gente se preguntaba por qué razón dos hombres que no guardaban parentesco, vivían juntos, sin embargo, eso no era algo que preocupara a Jimin y Yoongi mientras mantuvieran su discreción. A ellos no les incordiaba. Las demostraciones de afecto en público no eran bien vistas ni siquiera entre un hombre y una mujer. Para ellos también seguirían estando vedadas, pero eso no era un problema. Cuando estaban frente a otras personas, sólo las miradas que se dirigían el uno al otro, y las cómplices sonrisas, eran evidencia de que estaban sintiendo lo mismo el uno por el otro. No hacía falta más que eso, pues ellos conocían la autenticidad de sus sentimientos.

Estaba agradecido por lo que hasta ahora habían vivido juntos, y del ritmo de vida que llevaban, sin embargo, no podía dejar de pensar en los momentos en que Yoongi debía ir de campaña en campaña durante meses. Él no siempre podía responder a sus cartas, y sólo dos o tres eran las que intercambiaban, pero nunca antes había pasado tanto tiempo sin saber noticias de Yoongi. Y quisiera o no, la preocupación lo consumía.

Una dulce sonrisa apareció en sus labios cuando Hye Jin se acercó a él con una flor en su mano y se la tendió como regalo. La sentó en sus piernas mientras conversaban de lo agradable que era el clima de primavera, pues a ambos les gustaba ver todo tan colorido, el cielo azul claro, el sol brillando con más intensidad, la luz entrando de manera especial a través de las ventanas...

De pronto escuchó un pequeño alboroto desde el interior de la casa; las voces se elevaban más altas de lo usual e inclusive algunas risas llegaban hasta sus oídos. Jimin fijó su vista en los ventanales que daban paso al interior de la casa, y en la incertidumbre por saber qué era lo que acontecía, el intervalo de tiempo que esperó le pareció demasiado largo. Y entonces la figura de Yoongi apareció desde el interior de la casa, sorprendiéndolo como le gustaba hacer.

Estaba igual de alto, igual de impecable. Igual de hermoso que siempre. Sus miradas se encontraron de inmediato, y una sonrisa deslumbrante, como aquellas que siempre se dibujaba con la misma intensidad y emoción, apareció en sus labios iluminando sus rostros.

—Oh, ¡mira, Hye Jin! —susurró Jimin al oído de la pequeña con dificultad, pues el nudo en su garganta le impedía hablar con claridad—. ¡Es el tío Yoongi! Ve a saludarlo.

La niña depositó sus pies en el suelo de un salto, y corrió al encuentro de Yoongi mientras se le escapaban algunas risitas de emoción. Jimin los contempló desde su banca, sin dejar de sonreír, sin dejar de latir fuertemente su corazón. Yoongi alzó en brazos a su sobrina después de muchísimo tiempo sin verla, y Jimin oyó su voz grave y masculina desde donde estaba. Su corazón dio tumbos en el interior de su pecho por la alegría de saber al amor de su vida de regreso, sano y salvo, al fin.

Con las comisuras de sus labios elevadas en una sonrisa, ocultó su mirada en el césped perfectamente recortado con el fin de serenar su corazón, y de evitar correr hacia sus brazos efusivamente. Cuando alzó nuevamente su vista, Yoongi caminaba hacia él con la calma de siempre, con la sonrisa en su rostro, con sus ojos brillando como dos hermosas gemas ¿Hye Jin había corrido al interior de la casa?, al parecer sí, pero de todos modos en ese momento no era capaz de ver nada más que a Yoongi acercándose a él. Al verlo caminar hacia él, su corazón explotó de amor como otras tantas veces.

Y como no pudo resistir el impulso de lanzarse a sus brazos durante más tiempo, se levantó de su asiento y corrió la distancia que lo separaba de él para abrazarlo. La risa suave de Yoongi resonó en su oído, y Jimin también rió sin poder contener su felicidad.

—¡Yoongi! —exclamó—. Yoongi, Yoongi, Yoongi —siguió diciendo mientras se apretaba un poco más contra él.

—Cariño, siento tanto no haber podido venir antes. —Murmuró mientras aspiraba el aroma del cabello de Jimin y correspondía a su abrazo con fervor. Sintió al castaño negar con su cabeza.

—No importa eso ahora. Lo que importa es que estás aquí conmigo otra vez —le dijo poniendo ambas palmas de sus manos una en cada nívea mejilla de Yoongi.

¿Dónde habían quedado sus invitados en ese momento? Jimin no lo sabía, y por un tiempo más, no quería saberlo.

Girasoles || YoonminWhere stories live. Discover now