Castigo

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— ¡Tienes que hacer algo, Albus!—la mendimaga, plantada frente al escritorio del director, miraba con firmeza el envejecido rostro del mago. Parados a la espera de un dictamen, estaban McGonagall y Snape, a unos cuantos pasos por detrás de la furiosa mujer quien se había decidido en llamar a todos a fin de cuentas, según ella, la repetitividad de los mismos hechos lo ameritaban.

—Si me permite, profesor Dumbledore, el joven Malfoy ya se ha visto en varias riñas con el señor Potter y sus amigos, creo que lo mejor...

—Espero no olvide, profesora McGonagall—interrumpió Snape con su voz siseante—que Malfoy ha constituido riñas considerablemente menos inadecuadas a las que generalmente el señor Potter tiende a inmiscuirse.

—Sí, pero no por eso...

—Profesores—dijo Albus evitando un posible conflicto. Se volvió hacia Madame Pomfrey y la miró por sobre los lentes—¿Qué es exactamente lo que sugieres, Poppy?

La mujer infló el pecho—He tratado con muchos alumnos conflictivos a lo largo de mi carrera, Albus, tú lo sabes mejor que nadie, y sinceramente estoy cansada de que no se haga nada por retenerlos. No me dejaste emplearlo con Fred y George Weasley pero creo que estos chicos están ligados por la misma rama, aunque lo que ocasione los problemas no sea su confraternización sino todo lo contrario.

Snape y McGonagall los miraron suspicaces, estaba claro que un hueco de información se hallaba en medio de todo eso.

Albus asintió—Sería lo más sensato.

Pomfrey sonrió.

—Sin embargo...—la sonrisa desapareció—considero que lo más adecuado es intentar antes con un método un poco menos complejo que el que sugieres, Poppy, después de todo no creo necesario que uno de los dos tenga que desaparecer relativamente para que puedan controlarse.

— ¿A qué te refieres, Albus? ¿Desaparecer? ¿Estás dispuesto a desaparecer a uno de nuestros estudiantes?—Minerva miraba perpleja la discusión entre la medimaga y el mago.

—Por supuesto que no, al menos no como tal—aclaró—Sería tan solo desaparecer la existencia del uno para el otro.

La mujer parpadeó— ¿La existencia del uno...para el otro?

Snape afiló la mirada y la enfocó en el hombre tras el escritorio— ¿Se refiere a una poción selectiva?

—Precisamente—dijo Madame Pomfrey—la poción selectiva complementará a la poción de desaparición y ambos estudiantes detendrán su infantil comportamiento.

—No creo que...

—No te preocupes, Minerva, no sé hará uso de la poción—Albus miró sugestivamente a la mendimaga que solo resopló disgustada—al menos no si las cosas salen acorde a lo que esperamos.

—Pero... ¿Qué es lo que haremos?—McGonagall lucía confundida.

—Bueno, profesores, la convivencia es difícil de forjar, y en ciertas situaciones se es necesario un impulso mayor—Dumbledore acomodó sus lentes de media luna y miró a los tres adultos—y en esta ocasión puede sernos útil un Simul.

Snape frunció el ceño, McGonagall lo miró sorprendida y Madame Pomfrey lucía indignada.

— ¿Qué? Profesor Dumbledore, los chicos no se toleran, sus peleas son el motivo de mi visita ¿De verdad piensa que juntarlos a la fuerza dará resultado?—la sonrisa del director fue toda su respuesta y la mendimaga salió del despacho a grandes pasos.

—Les confío la tarea de informar el castigo y emplear el encantamiento en ambos estudiantes. Minerva, Severus—dijo tranquilamente mirando con una sonrisa a ambos profesores y tomando un dulce del recipiente sobre su escritorio.

ConfusiónOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz