Hielos Perpetuos

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Muy  lejos de las ciudades, surcando los oscuros cielos, una enorme silueta se  divisaba entre las nubes

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Muy lejos de las ciudades, surcando los oscuros cielos, una enorme silueta se divisaba entre las nubes. Se movía a gran velocidad, como las sombras cuando reina la oscuridad. Sus brillantes escamas carmesí resplandecían a la luz de la luna, cubriendo todo su cuerpo. Unas enormes alas membranosas se extendían con audacia, cortando el viento con sutil elegancia. Su cola, completamente extendida, terminaba en una filosa punta que sólo era superada por el filo de los colmillos que sobresalían de sus fauces. Dos pupilas, en forma de rendija, contrastaban con el amarillo de cada uno de sus ojos viperinos mirando hacia el horizonte. Entre sus dedos, sosteniéndolos con bastante cuidado, llevaba una incubadora.

El cielo estaba lleno de luces de vivos colores, mientras el blanco cubría todo lo que había bajo las alas del dragón. Volaba grácilmente hacia el norte, en dirección a los hielos perpetuos que cubrían la tierra, lejos de los humanos. Con un movimiento suave comenzó a descender hacia una montaña cubierta de nieve. Entró a través de un hueco y pisó tierra, en el interior de una cueva. Con una pequeña llamarada encendió grandes antorchas de roca en las paredes, iluminando una gran cámara. Justo en el centro, rompió la incubadora, dejó que los huevos rodaran con cuidado en el suelo, se echó junto a ellos para brindarles calor y cerró los ojos disponiéndose a recuperar fuerzas.

Lo único que pasaba por su mente era deshacerse de cualquier cosa que pudiese impedirle retomar el control del mundo. La tierra, que alguna vez había sido suya, debía volver a ser lo que era. Sus Zneis pronto nacerían y, en cuanto lo hicieran, se lanzaría de nuevo en busca del último Rahkan Vuhl.

 Sus Zneis pronto nacerían y, en cuanto lo hicieran, se lanzaría de  nuevo en busca del último Rahkan Vuhl

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Lluvia de Fuego: La Era del Fuego IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora