Sueños más salvajes

T R E I N T A Y DOS

Hola, Sasha.

Hace tres días que no sé nada sobre ti.

No has ido a la universidad, ni a tu clases de ballet y ni siquiera te he visto rodear por el parque está justo frente a mi casa.

La ansiedad me mata.

Intenté buscar sobre ti en facebook pero nadie sabía nada, tu última conexión fue hace tres días al igual que en WhatsApp.

Las ganas de saber sobre ti me pican en las manos y siento la boca del estómago encojerse cada vez más.

Extraño ver tu mirada más ardiente dirigía a mí.

Estos tres días me he fumado más cigarrillos de los que soy capaz de contar.

Temo que en verdad vaya a perderte por temor a perderte.

Suena ilógico, lo sé, pero tengo miedo de perderte al decirte que te quiero como algo más que un simple amiga... y creo que por ese mismo temor ya te estoy perdiendo.

Ahora suena más lógico, ¿verdad?

Pero sigue siendo una puta mierda porque de nada me sirve decirlo aquí, en una simple carta, necesito decirlo a los ojos; pero no tengo el valor.

Soy un estúpido cobarde que usa como camuflaje la indiferente y una cajetilla de cigarros por día para huir de ti; para que así no me rompas el corazón, o peor aún, que yo te lo rompa a ti.

Sin embargo, creo que es momento de dejar de tener miedo. Ya no estamos en edad de dejar pasar la vida.

O una mierda de esas pensé ayer por la noche, más o menos en mi decimoquinto trago de vodka.

Así que hoy por la mañana, en medio de mi ebriedad con el valor aún en mi sistema, di mi primer paso para que un «tú y yo» no quede tan lejano... Terminé con Alissa.

Solo espero en estos tres días no hayas sacado de tu vida por completo; porque al menos quiero seguir siendo tu mejor amigo.