59 | ... cada maldito día.

7.5K 985 84
                                    


El tener a Sasha de esa manera tan íntima me hacía sentir en la gloria, era el ser más poderoso del mundo... o al menos hacía me sentía.

Me estaba regalando lo más preciado de ella; su momento más vulnerable, el lugar donde esconde sus miedos; bajo las cobijas y en la soledad de la noche, me dejaba ver sus lunares más escondidos y podía hasta contar cada peca de si espalda. Era ahí, que me sentía realmente parte de ella, no por el hecho de tener sexo sino el previo, cuando decide que soy lo suficientemente bueno para merecer de ella.

Ella merece alguien que la mire como si hubiese ganado la lotería cada maldito día, merece a alguien que no tenga ojos para nadie más, y aunque los tuviese, que eligiera cada día solo verla a ella. No merece menos.

Por eso estaba ahí, tomando el control de eso, porque nadie puede amarla más de lo que yo lo hago.

Aspiré con fuerza el aroma de su cuello, era un delicioso olor a frutas, mordí con lentitud su cuello y por inercia su gemido de placer salió de sus labios.

Sasha recargó su mejilla en la pared mientras trataba de regular su respiración, una de sus manos subió por la pared y, sin pensarlo, entrelazé nuestras manos, sentí un apretón fuerte cuando separé un poco sus piernas e introduje una de mis manos bajó su bata y braga, su vagina se encontraba húmeda, y me fascinó saberlo.

Mi pene se endureció al sentir de ella, sus supiros de placer y su manera de querer ocultarlo cuando es más que evidente lo que ambos queremos, me volvía un demente, quería devorar cada parte de ella.

Levanté con determinación su bata de dormir dejándola solo en ropa interior, me gustó el hecho de que no se cohibió y se mostró segura de sí misma y de su cuerpo; nada mejor que eso.

Besé su hombro izquierdo a la vez que mis dedos tocan la otra parte de su hombro, donde tiene el tatuaje, ese tatuaje que siempre me trae a la memoria los mejores momentos que he tenido con ella.

Recuerda que, hace cinco años atrás cuando eramos unos críos y estábamos más que ebrios, tuve la grandiosa idea de hacerle un tatuaje y ella tuvo la terrible idea de estar de acuerdo, y así fue; a las cinco de la madrugada me encontraba tatuando a mí mejor amiga.

Un ancla, le tatué un ancla.

Mis labios besaron ese ancla que es tan significativo para mí, la peor decisión para ella.

Una vez desabroché su sostén, retiré su pantis y las tiré al suelo, me concentré en magrear sus senos. Ella seguía de espaldas a mí por lo que froté mi miembro con su trasero sintiendo el calor correr por mis venas.

No había tiempo para más, la temperatura había subido y queríamos tocar el cielo con nuestro propios dedos de la manera en la cual más nos gustaba. Apartir de ese momento, todo lo romántico pasó a segundo plano, ahora, solo éramos ella y yo y nuestra necesidad por ser más.

Abrí sus labios vaginales con mis dedos y, sin miramientos, llevé mi duro pene hasta su entrada, al instante jadeo con fuerza por lo cual tiré de su cabello mientras le indicaba que guardara silencio, ella comprendió la razón.

Cuando di el primer empujón para profundizar más, chilló activando el momento.

Me encanta el morbo del momento, esa sensación de tener sexo con ella a pocos metros de donde sus padres era sumamente exitante.

Sasha sacó más su trasero e hizo un movimiento brusco que me hizo templar de lo rico que se sintió.

Parecía que quería hacerme sentir más, más, y más, y lo estaba consiguiendo, cada movimiento, cada suspiro lleno de placer, me hacían querer reventar.

—Dios, Sasha —susurré, sobre su oído—. Te sientes tan bien.

Llevé uno de mis dedos a su boca para que pudiese chuparlo, y eso hizo, succionaba como si de una paleta de tratase.

La penetraba con fuerza, una y otra vez ahogándome en placer por no poder gritar su nombre como me gustaría.

Sash se movía como una diosa y los dedos de los pies se me encogían por ir por más, pero tampoco quería excederme.

Estaba en llamas, todo mi sistema ardía y solo Sasha Montgomery sabía cómo apagarlo.

Solté mi agarre de su cadera y, trás darle una nalgada en seco, salí de ella para girarla y verla a los ojos.

En movimientos precisos la lleve hasta su cama y la dejé caer, ella tan perversamente erótica en el sexo, abrió sus piernas a capacidad dejándome ver un poco más de ella.

Nada más caótico que encontrar el veneno, el antídoto, la herida y la espina en la misma persona.

Sonríe por eso.

No lo soporté más y me dejé caer sobre ella, la penetre con destreza, ver sus expresiones me pusieron lunático; ella quería gritar mi nombre, lo sabía. Lo sentía en cada extremo de mi cuerpo.

Incremente el ritmo hasta que un asolador órgasmo nos llevó a la gloria.

Cuando nuestras respiraciones se relajaron, la miré a los ojos, y como es lo usual, supe que yo nací para que esos ojos me vieran por el resto de mi vida.

—Te amo, Sasha, te amo con cada maldita parte de mi alma.

Sueños más salvajesحيث تعيش القصص. اكتشف الآن